Un empresario cercano a Putin admite «injerencias» en las elecciones de EEUU
El empresario Yevgeny Prigozhin, el «cocinero de Putin», asegura que van a seguir haciendo injerencia «con precaución y de manera quirúrgica»
Un empresario cercano al Kremlin, Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo de mercenarios Wagner, ha admitido este lunes «injerencias» en elecciones de Estados Unidos, en vísperas de los comicios de medio mandato en ese país, en el cual Moscú es acusado desde hace años de interferencias.
«Hemos hecho injerencia, lo hacemos y vamos a seguir haciéndolo. Con precaución, precisión, de manera quirúrgica, de una manera que nos es propia», ha declarado Prigozhin, citado en una publicación en las redes sociales de su empresa Concord, según señala AFP.
Apodado el «cocinero de Putin», Prigozhin es objeto de sanciones estadounidenses por su presunto papel en injerencias en la elección presidencial de 2016.
Prigozhin reconoció hace apenas unos meses haber fundado en 2014 el grupo de mercenarios Wagner para combatir en Ucrania, y admitió su presencia en países de África y América Latina. Wagner abrió el viernes pasado, 4 denoviembre, su primera sede pública en San Petersburgo (noroeste de Rusia), según ha podido comprobar un periodista de la AFP.
El grupo paramilitar es sospechoso de haber ejecutado en las sombras el trabajo sucio para el Kremlin durante años, en varios frentes de operación, una versión que Rusia siempre desmintió.
La presencia de cientos de mercenarios de Wagner se hizo especialmente notoria en el conflicto de Ucrania en 2014, cuando aquellos misteriosos «hombres de verde», sin identificación ni bandera alguna pero fuertemente armados, irrumpieron en la Península de Crimea y en el Donbás en apoyo a los separatistas prorrusos.
El Grupo Wagner es una empresa militar privada rusa que ha sido acusada de trabajar de forma encubierta para el Kremlin para llevar a cabo operaciones de combate en diferentes partes del mundo. Tiene presencia en Libia, Siria, Mozambique, Malí, Sudán, República Centroafricana, Burkina Faso y, ahora, en Ucrania.
Un informe de la ONU atribuye a estos paramilitares rusos atrocidades como «torturas, ejecuciones sumarísimas y asesinatos indiscriminados de civiles desarmados», hasta el punto de que pueden ser acusados de «crímenes de guerra».