THE OBJECTIVE
Enfoque global

El despertar de Polonia

«El país ha ganado autoridad moral porque ha demostrado lucidez sobre el peligro ruso, ejerciendo una influencia más directa y práctica en la UE»

El despertar de Polonia

Ciudadanos polacos durante la visita del presidente Biden a Varsovia en febrero. | Mateusz Slodkowski (EP)

«Hoy, los ucranianos no sólo luchan por su propia libertad. Desde el 24 de febrero de 2022, también luchan a diario por la libertad de toda Europa. Y es también nuestro futuro el que depende de cómo se desarrolle esta guerra. La derrota de Ucrania sería la derrota de Occidente. De hecho, de todo el mundo libre.»

Mateusz Morawiecki en la Universidad de Heidelberg. «Europa en un punto de inflexión histórico» (20 marzo de 2023)

Sin mucha atención mediática fuera de Alemania, el primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, visitó el 20 de marzo la Universidad Ruprecht Karl de Heidelberg y realizó un importante discurso. Esta universidad es la facultad más antigua de Alemania, la cuna de su saber y una de las más renombradas de Europa. Allí, ante un distinguido auditorio, pronunció una directa y clara alocución, propia de aspirantes a estadistas europeos. Como hizo Scholz hace más de un año volvió hablar, aunque en distintos términos, sobre un punto de inflexión histórico en Europa. 

Subrayó la importancia de los valores europeos, basados en la civilización grecorromana y el cristianismo, criticó, una vez más, la invasión rusa de Ucrania y reflexionó sobre el futuro europeo, basado en la soberanía de los Estados: 

«Necesitamos una Europa que sea fuerte a través de sus Estados nacionales y no una que se construya sobre sus ruinas. (…) Es un error aspirar a un superestado europeo, como quieren algunos burócratas de Bruselas».

Desde el comienzo de la guerra de Ucrania, Polonia ha demostrado ser el Estado de la UE y la OTAN —junto con los países bálticos— que ha ejercido el liderazgo europeo en el apoyo a Ucrania. Cuando determinados líderes en Europa creían en el apaciguamiento de Rusia o en la imposibilidad del ataque o estaban paralizados, fue Polonia, quizás por su gran carga histórica, quien insistió en el hecho de que Occidente tenía la obligación moral de mandar apoyo militar a los ucranianos. Parece claro que Polonia quiere ganar influencia y «posicionarse» demostrando liderazgo y acción. Y lo está haciendo desde hace tiempo. Gran error por parte de quien no quiera verlo. 

Polonia se ve fuerte y esa fortaleza tiene su origen, entre otras cosas, en el hecho de que, siendo miembro de la OTAN y de la UE, ha establecido una relación especial con EEUU. En estos momentos, ningún otro país de Europa ha sido tan favorecido por EEUU como Polonia. En el plazo de un año, el presidente Biden ha visitado Varsovia en dos ocasiones: unas semanas después del estallido de la guerra, en marzo de 2022, y de nuevo, poco antes del primer aniversario del inicio de la guerra, en febrero. Analizando las hemerotecas y creo no equivocarme, el presidente Biden no ha estado ni una sola vez en Berlín o París desde que asumió la presidencia de EEUU. 

Las relaciones de Polonia con su vecina Alemania son, por el contrario, más problemáticas en estos momentos. Nada más empezar su discurso, Morawiecki no pudo evitar referirse una vez más a las exigencias de reparación de su gobierno. Varsovia quiere que Alemania le indemnice con más de 1,3 billones de euros por los daños sufridos durante la Segunda Guerra Mundial. Y con respecto a la relación Alemania-Rusia, antes de la agresión brutal a Ucrania, ha sido muy crítico en todo momento y no sólo en este discurso, sino en muchas declaraciones anteriores.

En relación con Rusia, la visión polaca considera que el enfrentamiento entre Rusia y Occidente no sólo afecta al futuro de los acuerdos de seguridad de Ucrania, sino a todo el marco estratégico europeo posterior a la Guerra Fría. A todos los efectos, Rusia está exigiendo otra división del continente en esferas de influencia, algo que los europeos han pasado las últimas tres décadas intentando evitar. No se trata de una confrontación en la que el ganador se lo lleva todo. Son posibles muchas combinaciones. Lo que es indefectible es que el continente se enfrenta a su peor crisis de seguridad desde la caída del Muro de Berlín.

Por razones de mi último destino profesional, tuve la suerte o la desgracia según se mire, de experimentar junto a uno de mis subordinados circunstancias y hechos que jamás olvidaré y que nos llevaron a ver refugiados ucranianos, familias normales como las nuestras compuestas de abuelas, madres e hijas -pues los hombres estaban combatiendo-, cerca de Cracovia o en la estación central de Varsovia en Polonia, familias con niños con cáncer que debían trasladarse a España para continuar su tratamiento. 

En el caso de los civiles, vimos tristeza, terror, el horror de la guerra, ansiedad y desamparo en sus caras; en el caso de los militares, orgullo de defender a su país, preocupación, respeto y agradecimiento. Y todo ello, en una operación aliada, iniciada tras la agresión rusa a Ucrania, contando con coordinación en nuestro Ministerio de Defensa y con nuestros aliados y países amigos, así como teniendo el excelente apoyo de militares polacos, a los que considero amigos y buenos profesionales. 

Realismo contra idealismo

En las relaciones internacionales existen dos grandes escuelas: realismo e idealismo. Como si todo fuera blanco o negro, cuando muchas veces es gris, medio blanco o medio negro. Para el analista de la escuela realista lo que explica el comportamiento de los Estados son los intereses y la capacidad de poder ejercer el poder en mayúsculas, siendo la estabilidad y la ausencia de conflictos el resultado de ese equilibrio de poder. Por su parte, los idealistas podríamos decir que son más «buenistas»: las relaciones entre Estados deben fundamentarse en la diplomacia, los tratados que las regulen y la existencia de organismos internacionales que la garanticen, siendo el uso de la fuerza sólo la solución de última instancia. 

El realismo, pues, parece ir a su propia seguridad y tiene como premisa que el ser humano persigue su propio provecho, esto es, la seguridad y el poder. Como consecuencia de esto, la lógica que rige en el mundo global es el interés de los Estados definido en términos de poder. El idealismo destaca por su visión no determinista del mundo, y la posibilidad de cambiar el curso de la historia a través de la acción humana, lo que refleja un considerable optimismo, a veces exagerado. Habla de una aparente armonía natural de intereses, lo que significa que los intereses de los Estados no son antagónicos sino más bien complementarios. 

Los realistas del poder, quizás más conservadores en sus valores, tienden a ocuparse de la estrategia, la relación de fuerzas, el equilibrio de poder, la diplomacia y una política económica eficaz; los liberales tienden a manejar quizás conceptos parecidos pero desde una óptica más desarrollista, más de igualdad , justicia y cambio social, búsqueda de la paz, creencia en las organizaciones internacionales, buena relación y complementariedad entre los actores mundiales etc. 

¿Qué liderazgo está ejerciendo Polonia en este conflicto? ¿Está más cerca del realismo o del idealismo? Partamos de la base de que parece ser reconocido por la mayoría de los países pertenecientes a la OTAN, a la UE y otras naciones aliadas o amigas en otros continentes que, en este conflicto provocado por Rusia, Polonia ha ejercido desde el primer momento un liderazgo y un apoyo cercano a Ucrania. Un liderazgo realista basado en el idealismo. Por tanto, una combinación de ambas escuelas. 

Desde el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, el 24 de febrero, Polonia ha jugado un papel importante en el conflicto más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial: ha recibido más refugiados que nadie, funcionando como una zona de amortiguación entre los combates y el resto de Europa y ha asistido militarmente a Kiev, como parte de la estrategia de apoyo de la OTAN. La causa inicial, pero no única, parece estar en su posición geográfica: Polonia comparte 498 kilómetros de frontera con Ucrania, 375 kilómetros con Bielorrusia —el aliado más incondicional de Moscú— y 209 kilómetros con Rusia, alrededor del enclave de Kaliningrado. Aunque lo quisiera, no tiene la posibilidad quedarse al margen. 

Pero también hay claves en su historia reciente: tras la caída de la Unión Soviética, en 1991, Polonia dejó atrás al sistema comunista y su posición en la esfera de influencia de Moscú para integrarse lo más rápido posible en Europa Occidental, ingresando en la OTAN y en la Unión Europea. Ucrania, antigua república soviética, también ha intentado en estos últimos años acercarse a Europa Occidental y abandonar la esfera de influencia de Rusia de manera paulatina, y este movimiento ha sido una de las principales causas de la guerra.

¿Pero cuál es el papel que ha tenido Polonia en la guerra y por qué está ejerciendo un claro liderazgo político-militar? Desde el primer día de la guerra, la realidad diaria de Polonia se ha visto sacudida por la llegada masiva de refugiados ucranianos a través de sus 498 kilómetros de frontera. Han llegado a ser casi cerca de 1.800.000.

Hagamos un poco de historia para comprender mejor la posición polaca. En las décadas transcurridas desde la caída del Telón de Acero, vivir en Europa Central y Oriental ha sido a menudo experimentar la marginación. El núcleo del continente reunificado seguía siendo el núcleo duro de Europa:  Alemania y Francia. Los nuevos miembros de la UE, así como los candidatos a la adhesión y los aspirantes de más allá, estaban condenados a imitar «a esa parte de Europa» que ejercía el liderazgo. Además, y no sólo a estos países, se miraba con cierto desprecio a los de fuera. Una vez dentro de la Unión, estos países a menudo se encontraron en un segundo plano de los grandes acontecimientos: la crisis de la zona euro se desarrolló en gran medida en el sur; durante la crisis migratoria fueron tachados de intransigentes autoritarios; y las respuestas de Europa tanto al ataque de Rusia a Ucrania en 2014 como a la pandemia de covid-19 fueron encabezadas por Francia y Alemania. 

Cuando estalló la guerra entre Ucrania y Rusia, Polonia, cuya ubicación entre Rusia y el resto de Europa lo ha puesto en el centro de la ayuda de la OTAN a Ucrania, se convirtió también en uno de los aliados más firmes de Ucrania. En marzo de 2022, Morawiecki fue de los primeros líderes europeos en visitar Kiev, junto a los presidentes de Eslovenia y República Checa, reuniéndose con el presidente ucraniano Zelenski. Ese mismo mes, Polonia incluso ofreció entregar a Ucrania sus cazas Mig-29 para hacer frente a Rusia, pero la propuesta rechazada por Estados Unidos en un intento de no escalar el conflicto.

El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki. | Europa Press

Ha sido notoria su presión sobre Alemania para la entrega de carros de combate a Ucrania. Y podemos afirmar que no sólo en el plano político, donde puede haber controversia, sino en el plano de la Defensa, es donde Polonia reivindica su liderazgo. Ya se trate de la entrega de carros de combate Leopard a Ucrania o, como hace poco, de cazas MiG-29, Varsovia va paso a paso. Polonia se ha convertido así en el centro logístico más importante para la ayuda militar occidental. Y es el país de la OTAN que más se está modernizando y, además, de manera masiva. En los próximos años, sus Fuerzas Armadas contarán con 300.000 soldados, casi el doble de los actuales. Y también se han firmado acuerdos multimillonarios con Estados Unidos y Corea del Sur para el suministro de modernos carros de combate, piezas de artillería y aviones de combate.

Además, Polonia cuenta ya con unidades de los EEUU, alrededor de 10.000 y 12.000 hombres, establecidas en bases de su territorio en Poznan. En el centro de Polonia, se ha establecido una de las bases militares permanentes de Estados Unidos en Polonia en la Europa del Este, un viejo deseo de Varsovia que el presidente estadounidense, Joe Biden, prometió cumplir tras el inicio de la guerra en Ucrania.

Pero este posicionamiento y liderazgo en defensa tiene una base política: Polonia es una república parlamentaria con un presidente y tiene una Asamblea Nacional que, compuesta por el Congreso (460 miembros) y el Senado (100 miembros), es elegida cada 4 años. El actual gobierno de Polonia ha reformado el sistema judicial poniéndolo bajo el control político de la mayoría gobernante, por lo que la Comisión Europea ha invocado el artículo 7 del Tratado Europeo contra Polonia, que denunció que las recientes reformas judiciales son: «Un grave riesgo para la independencia del poder judicial y la separación de poderes». 

El gobierno actual está liderado por Prawo i Sprawiedliwość (PiS), que traducido al español sería Ley y Justicia. El PiS es un partido nacionalista-conservador, formado por una coalición que mantiene las espadas todavía en alto con la UE. Sin embargo, la Unión Europea parece haber percibido tensiones dentro de la coalición, optando por hacerse a un lado, también por el papel que juega Polonia en el conflicto de Ucrania. Bruselas ha paralizado sus procedimientos por el Estado de derecho sobre Varsovia a la espera del resultado de las elecciones de 2023, también para conseguir el apoyo del Gobierno polaco a la hora de presionar a Hungría, aprovechando la brecha que se ha abierto entre ambos gobiernos por la política de Orbán hacia Rusia.

Esto no quiere decir que Bruselas no tenga su candidato preferido en la oposición, pero está claro que no quieren galvanizar al gobierno dando argumentos al ala dura y cohesionando a una coalición que da muestras de división. A 30 de diciembre de 2022, el partido Ley y Justicia lideraba las encuestas nacionales con un 37 %, mientras el opositor, la Plataforma Cívica (PO), de centroderecha liberal, liderada por Donald Tusk, mantiene un 29 % de apoyo. Estos apoyos parecen muy ajustados para mantener la mayoría ganada en 2019.

A pesar de la aparente debilidad de la coalición actual, interna y externa, está consiguiendo sus objetivos de legislatura, poniendo a Polonia en una posición de liderazgo, dando una imagen positiva, reforzando su credibilidad en Europa y en el mundo. Además, está muy por encima del 2 % de gasto en Defensa que quiere la Alianza Atlántica, sobrepasando el 3 % y fortaleciendo su posición en la OTAN y la Unión Europea. Y desde el punto de vista financiero, está, a pesar de la pandemia y la inflación, promoviendo el crecimiento económico y el desarrollo social.

Polonia y la Unión Europea

Con respecto a su posición en la Unión Europea, hace 18 años, el 1 de mayo de 2004, Polonia entró en el club comunitario. Ese momento fue la culminación de 15 años de esfuerzos de transformación, ajustes, negociaciones y sacrificios. El acontecimiento tenía una gran importancia simbólica, puesto que significaba la superación definitiva de la división de Europa y anunciaba la plena integración de la República de Polonia en las estructuras del mundo occidental. En el referéndum sobre la adhesión a la UE, más del 77 % de ciudadanos polacos votaron a favor de ese paso, lo que refleja el amplio consenso social y la gran conciencia ciudadana de los beneficios que traería la adhesión a la Unión.

Y, en efecto, Polonia sin duda se ha beneficiado de su adhesión a la UE, y el principal beneficio ha sido el desarrollo económico sin precedentes gracias a la participación en el mercado único europeo, así como el aumento del comercio exterior, los fondos de la UE, el incremento de la inversión extranjera directa y la libre circulación de personas. Según el informe publicado este año por el Instituto Económico Polaco titulado «La generación de la Unión Europea», en los últimos 18 años el PIB per cápita ha pasado de 7.300 euros a 13.500 euros, es decir, del 49 al 76 % de la media de la UE. Polonia fue el mayor beneficiario neto (en términos absolutos) de los presupuestos de la UE: el saldo positivo de los flujos financieros entre 2004 y 2018 ascendió a casi 103.000 millones de euros.

En paralelo, el valor de las exportaciones polacas se ha multiplicado por más de cuatro, hasta alcanzar los 335.000 millones de euros en 2020. Alrededor del 75 % del volumen de exportación tiene como destino otros países miembros de la UE. La balanza comercial de Polonia ha sido favorable desde 2015, y la estructura de las exportaciones también ha ido cambiando: un porcentaje cada vez mayor (hoy más del 10 %) corresponde a productos tecnológicamente avanzados.

Cabe destacar en este punto que los beneficios de la adhesión de Polonia a la UE y de otros países de la región también son significativos para los llamados antiguos Estados miembros. La apertura total de nuevos mercados, la armonización de estándares y normativas legales, la posibilidad de deslocalizar la producción y reducir costes, y la aportación de nuevas personas a sus propios mercados de trabajo son algunos de los beneficios económicos de la ampliación de la UE en 2004, que han contribuido al aumento objetivo de la competitividad y la prosperidad de los Estados miembros y, en la dimensión global, de toda la Unión.

Militares polacos en un carro de combate Leopard. | Europa Press

Y con respecto a su posicionamiento militar, su presupuesto de Defensa es de más del 3 % en 2023. Polonia, que es uno de los principales aliados en la actualidad en los esfuerzos de modernización militar de la OTAN, se ha ido desprendiendo de los equipos soviéticos heredados, a la vez que adquiría modernos sistemas de defensa estadounidenses y europeos (como sus futuras fragatas, que serán fabricadas en cooperación con el Reino Unido).

En este contexto, Polonia ha emprendido un ambicioso programa de modernización de su defensa, de varios años y miles de millones de dólares, que incluye importantes compras a Estados Unidos, a países europeos y a Corea del Sur. Con respecto a Estados Unidos ha comprado carros de combate M1A2 [2], misiles Javelin y unidades de lanzamiento Javelin, 32 cazas de ataque conjunto F-35A Lightning II más servicios y apoyo, sistema de cohetes de artillería de alta movilidad (Himars), misiles aire-aire de alcance medio avanzado AIM-120C-7 (Amraam), y el sistema de mando de batalla integrado de aire y misiles (IAMD) habilitado para Patriot Configuration-3+ con sensores y componentes modernizados. Además, en septiembre de 2022, Polonia solicitó 96 helicópteros de ataque AH-64E Apache, una operación valorada en más de 7.000 millones de dólares. Si se concluye, esta adquisición convertirá a Polonia en el segundo mayor usuario de Apache del mundo, solo por detrás de Estados Unidos.

De todo ello es posible obtener las siguientes conclusiones:

  1. El centro de gravedad estratégico del continente parece haberse desplazado de forma significativa desde su extremo occidental, donde Alemania y Francia solían decidir las cuestiones, hacia Europa central y oriental. A lo largo de la guerra de Ucrania, la presión de países como los Estados bálticos y Polonia ha obligado a Alemania a tomar determinadas decisiones. Veremos la futura reacción político militar de Francia y Alemania en la UE y en la OTAN.
  2. Polonia ha ganado autoridad moral porque ha demostrado lucidez y realismo sobre el peligro de una Rusia imperial, ejerciendo una influencia más directa y práctica en la toma de decisiones del continente.
  3. Ahondando en el discurso de Morawiecki, Alemania debe reconocer esta transformación europea fundamental, porque ya no parece que vayamos a volver a la situación anterior. Además, deberá posicionarse y ejercer «otro tipo de liderazgo».
  4. No se puede construir el futuro sin aprender de nuestro pasado. La Historia demuestra que una política que no respeta la soberanía y la voluntad de los pueblos se disolverá tarde o temprano en la utopía o la dictadura. Europa tiene un futuro brillante, si respeta la diversidad de sus naciones. 
  5. El futuro de Europa se está forjando con la lucha de Ucrania por la libertad. 
  6. Polonia intenta sustentarse en una comunidad democrática de naciones, basada en la antigua herencia griega, romana y cristiana, que fomenta la paz, la libertad y la solidaridad, siendo la base de los valores europeos. Estos valores han constituido la base de la integración europea y pueden seguir siendo la fuerza motriz del continente.
  7. Si Europa quiere mantener cierto liderazgo mundial, debe transformarse. Debe estar dispuesta a aceptar nuevos países, pero también, ante una comunidad más amplia, a limitar algunas de sus competencias. Frente a las amenazas exteriores, debe reforzar sus capacidades defensivas. Frente a los retos económicos y sociales, debe construir una prosperidad de tipo liberal.

Como dijo Morawiecki: «Europa fue una vez el centro del mundo, respetada en todos los continentes». No podemos quedarnos atrás y quizás la guerra de Ucrania y el liderazgo de Polonia, a veces «agresivo» verbal y políticamente, a veces «muy contundente y persistente», ha sido un aldabonazo para despertarnos. Ojalá que sea para bien.

Carlos de Antonio Alcázar es coronel de Infantería DEM (r) y analista de seguridad del Centro para el Bien Común Global de la UFV.

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