THE OBJECTIVE
Internacional

Venezuela, entre autoritarismo y democracia en la recta final de una campaña impredecible

El destino político del país acaba de entrar en cuenta regresiva rumbo a las elecciones presidenciales del 28 de julio

Venezuela, entre autoritarismo y democracia en la recta final de una campaña impredecible

Europa Press.

El destino político de Venezuela acaba de entrar en cuenta regresiva rumbo a las elecciones presidenciales del 28 de julio, donde la oposición tiene la clara posibilidad histórica de derrotar en las urnas a un régimen autoritario e impopular que, según las evidencias, cada vez más perfila su talante dictatorial. De acuerdo a todas las encuestas, estas elecciones en Venezuela -si en efecto ocurren- podrían suponer el triunfo de Edmundo González, un diplomático de carrera jubilado, escogido por consenso por la Plataforma Unitaria, una coalición de partidos y líderes que hasta ahora se han salvado por un pelo de las argucias legalistas usadas por el chavismo para doblegar a sus adversarios.

En los últimos días, han arreciado las amenazas directas, las persecuciones y las detenciones arbitrarias de activistas políticos que promueven la candidatura opositora. Agentes del régimen han cerrado establecimientos comerciales por ofrecer alojamiento y comida al candidato y a su equipo, en una campaña electoral que para nada se parece a lo que ocurriría en una democracia. En un país sin real división de poderes porque todos están controlados por el chavismo, Maduro usa impunemente toda la estructura y recursos del Estado y los medios públicos para promover su candidatura y tratar de prolongarse otros seis años en la presidencia (ya lleva 12), mientras censura a los escasos medios privados y bloquea en internet el acceso a más medios independientes e internacionales.

También usa a la Fiscalía y los tribunales como perros de presa: según constantes denuncias de políticos, defensores de los Derechos Humanos y familiares de las víctimas, las desapariciones forzosas temporales, las acusaciones de «terrorismo y traición a la patria», y los procesos judiciales amañados, son las principales armas para neutralizar a opositores y a la vez tratar de difundir el terror y la desesperanza entre los electores para promover la abstención. Los abogados del comando de campaña de González acaban de denunciar «una nueva arremetida» contra miembros de sus equipos y de la sociedad civil en distintos estados, donde han sido apresados en los últimos días una docena de dirigentes locales y simples trabajadores que fueron contratados para organizar concentraciones o transportar al candidato.

Esas personas ya se suman a los 287 presos políticos entre civiles y militares que había en Venezuela al 8 de julio, según datos de la ONG de Derechos Humanos Provea. González es ungido por María Corina Machado, la líder absoluta de la oposición democrática que fue electa en primarias en octubre pasado para enfrentar a Nicolás Maduro, pero que sigue inhabilitada políticamente por el régimen. Analistas políticos y encuestadoras destacan un hecho inédito: Machado ha logrado transferir casi la totalidad de su respaldo popular y la intención de voto hacia González, quien hasta hace pocas semanas era un absoluto desconocido en la política venezolana.

Las encuestadoras más reconocidas le dan hoy cerca de 20 puntos de ventaja a González sobre Maduro, en un escenario polarizado. Hay un grupo de otros ocho candidatos, supuestos opositores o algunos ligados de alguna manera al régimen chavista (usan siglas e imágenes de partidos de oposición arrebatados a sus dirigentes genuinos), que juntos no suman 10% de intención de voto, según los estudios. Lo que ocurre en Venezuela en estos días es en efecto histórico y habrá de estudiarse en casos de transiciones políticas. Solo que por estos días de incertidumbre no se sabe si esta transición será hacia el comienzo de un sistema democrático, o hacia uno definitivamente dictatorial y sin cortapisas, como el de Daniel Ortega y su esposa en Nicaragua.

Machado, González y los políticos y activistas que los acompañan solo logran propagar hoy sus mensajes de manera masiva gracias a las virales redes sociales; viajan por carreteras en caravanas de automóviles y motocicletas, contornean a pie, en bote o a caballo y en motocicletas los bloqueos de rutas ordenadas por el régimen, que usa a policías y guardias nacionales (militares) para que les cierren el paso e impidan o atrasen mítines y concentraciones. Pero la estrategia chavistas se ha vuelto un boomerang que le ha dado a esta campaña visos de una épica de desobediencia civil y resistencia social pacífica, con el apoyo de millones de personas que se dicen convencidas de que sí es posible salir con el voto de un gobierno militar cívico, represor, fuertemente armado y apoyado por Rusia, Irán y Cuba, que ya desde hace tiempo se salta todas las apariencias y se despoja las caretas de una supuesta «democracia popular, participativa y protagónica».

Pero a diferencia de Nicaragua, lo que ocurre en Venezuela tiene un impacto potencial mucho mayor en decenas de países, la mayoría americanos, pero también en Europa y particularmente en España. También tiene incidencia en los mercados de petróleo, bonos de deuda, oro y en la geopolítica global.

El «asunto Venezuela» y su desenlace parcial impacta la política interna de naciones que han recibido a los casi 8,5 millones de venezolanos migrantes y refugiados que han abandonado el país durante el dominio del régimen chavista. Esta cifra supone la cuarta parte de la población de venezolanos, y aunque muchos países receptores se han beneficiado de mano de obra barata y bien preparada a nivel técnico y profesional, también es cierto que millones de familias de venezolanos empobrecidos presionan los sistema de educación y salud de vecinos como Colombia, Brasil, Perú, Ecuador y Chile, que ya enfrentaban limitaciones financieras para enfrentar las presiones sociales de sus propios ciudadanos.

Reconstrucción en Venezuela

El tema de la diáspora y la migración también está muy presente en la campaña electoral de María Corina Machado y su «compañero de fórmula», Edmundo González. Los opositores prometen que gracias a los futuros  cambios políticos, millones de venezolanos tendrán razones para volver a casa. Y el mensaje ha calado. «¡Ya llegó, ya está aquí, la juventud que no se ha ido del país!», gritaban a coro decenas de estudiantes mientras esperaban a María Corina y a Edmundo, bajo el sol de Caracas este 14 de julio.

El propio Edmundo González, de 74 años, es egresado de la UCV, en Estudios Internacionales. En su breve discurso, un rato después, resaltó el antiguo prestigio académico que tenía la UCV, la principal universidad pública de Venezuela y en el pasado una de las más importantes de América Latina, hoy arrastrada por años de recortes de presupuesto, fuga de estudiantes y profesores, salarios de miseria y deterioro físico en un campus que es patrimonio de la Humanidad según la Unesco. González prometió que de llegar a la presidencia rescatarían la educación pública venezolana, que antes de la llegada del chavismo fue un vía de ascensión social, sobre la base del profesionalismo y la ética. Hoy un profesor universitario aquí no gana ni 20 dólares por mes, según los gremios.

«El desafío es muy grande, pero estamos convencidos de que con el esfuerzo de todos lo vamos a lograr», dijo González, quien junto con Machado se ha esforzado por transmitir el mensaje de participación colectiva, no solo para salir a votar el 28, sino sobre todo para defender el voto ante las amenazas de fraude. «¡Vamos a ganar y vamos a cobrar! Cada uno de ustedes va a ser héroe del voto», había dicho Machado al lado de su candidato, desde el balcón a las afueras del Aula Magna de la UCV.

«¡Y va a caer, y va a caer!/ este gobierno va a caer!/», gritaban los estudiantes en una consigna que en días recientes llegó por cierto hasta las tribunas de los partidos de fútbol de la Copa América, cuando jugaba la selección nacional, la Vinotinto. Estados Unidos es hoy el tercer o cuarto receptor de venezolanos en condición migratoria, legalizados o no, en una posición muy cercana a la de España, según los datos de la plataforma R4V coordinada por Acnur, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados.

Promesas de un futuro luminoso

Machado resaltó el valor de esos estudiantes. «Son una  generación que nunca ha conocido la democracia, que paradójicamente nació y creció en tiranía y que va a celebrar y defender la libertad. Han arriesgado sus vidas, han perdido compañeros, han visto a muchos partir y aquí están», dijo. «Y no hay libertad sin ley y sin propiedad privada y sin educación», ha agregado al destacar lo importante que será para esos futuros profesionales graduarse y ganar dinero sin tener que depender de las bolsas de comida que reparte el gobierno chavista como su principal medida de asistencia social, en un país donde el sistema público de salud y previsión social no funciona, tras décadas de desidia y corrupción. «En Venezuela van a tener un futuro luminoso» ha prometido Machado. Y ese voluntarioso mensaje tiene eco, a juzgar por lo que recogen las encuestas y estudios de opinión.

«Espero que se vaya este gobierno para poder seguir estudiando y quedarme en este país donde crecí… y que vuelva mi mamá»,  dice para este reportaje el joven estudiante Raysiell, en la Plaza del Rectorado de la Universidad Central de Venezuela, donde Machado y Edmundo González se presentaron ante unos 500 fervorosos estudiantes, en una concentración vigilada de cerca por agentes encubiertos del régimen.

«Esperanza, esperanza activa», agrega el joven cuando se le pregunta qué emoción le despierta Machado y su movimiento. Su voz se quiebra, y casi rompe a llorar, mientras se toca la camisa, donde lleva de prendedor una estampita de la dirigente, con un lazo azul… Parece la figura de una virgen católica, como esas que le regalan a la dirigente política las señoras en pueblos y ciudades, «para que la cuiden». También le regalan rosarios, oraciones y cuadros religiosos en medio de bendiciones y consejos. La propia Machado dice encabezar «una lucha del bien contra el mal», en un país donde el régimen chavista todos los días esgrime  nuevas razones para aterrorizar a la población.

Tensión y esperanza en la UCV

En el acto de la UCV de este domingo había también familiares de presos políticos y de víctimas de la torturas (estos casos son  documentados y bajo escrutinio de la ONU y en la Corte Penal Internacional). «Tenemos prohibido olvidar a las víctimas. Cierren los centros de tortura», rezaba una de las pancartas, desplegada por jóvenes de caras tristes, vestidos de negro. Fue el color escogido por Machado para la ocasión, en lugar de su tradicional blusa blanca.

«Para mí, que saquemos a este desgraciado chico, porque mis hijos estaban bien antes de que llegara este. Yo trabajé y me sacrifique y por eso no estudié, para darles educación a mis hijos… y que ahora con este desgraciado las profesiones estén por el piso…», dice sobre sus expectativas Gladys Gómez, al explicar que tiene un hijo afuera que vive de fregar pisos, cuando en Venezuela tenía hasta negocios y «un bonito matrimonio».

«La vida es muy dura con este hombre», dice esta menuda mujer de 68 años, ahora estudiante de Derecho de la propia UCV. «Mis hijos están fuera de Venezuela y eso me duele en el alma», dice emocionada. Pero esta campaña electoral está llena de suspenso. Políticos, juristas y analistas advierten que Maduro podría usar su Tribunal Supremo de Justicia para por ejemplo prohibir a última hora las tarjetas electorales que apoyan a Edmundo González, posponer las elecciones hasta que Estados Unidos levante las sanciones contra el régimen chavista, o incluso recurrir a los militares para enturbiar más las relaciones con la vecina Guyana por un conflicto limítrofe histórico en torno al territorio Esequibo, y así escapar por la derecha a un destino que para millones de opositores ya está cantado. El propio Maduro ya acaba de remarcar que el régimen sigue dispuesto a mantenerse en el poder.

En una amenaza poco velada, durante un reciente discurso se preguntaba que pasaría con todo el poder militar, político, social y cultural que tiene la llamada revolución bolivariana «si la oligarquía de los apellidos de Caracas (como también se dirige a los opositores) llegara al poder político por accidente». «¿Podrían venir nuevos 4 de febrero?», dijo sobre la primera intentona de golpe de Estado encabezada por el entonces desconocido teniente coronel Hugo Chávez en 1992. Esa rebelión daría inicio al peor período histórico de crisis política, económica y social vivida por Venezuela desde la Guerra Civil del siglo XIX y desde la guerra de Independencia. Este 28 de julio o en los días previos se sabrá si esa noche histórica continuará por muchos más años.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D