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Cómo la biometría puede reducir el riesgo de fraude y suplantación en las elecciones

El uso de esta tecnología requiere de cambios en la normativa electoral y asegurar que el sentido del voto no se relacione con una persona concreta

Cómo la biometría puede reducir el riesgo de fraude y suplantación en las elecciones

Los expertos aseguran que la tecnología biométrica es más fiable y hay menos riesgos de 'pucherazo' | Ilier Navarro

La última semana de campaña para las elecciones municipales y autonómicas ha estado salpicada de casos de compra de votos. En Ceuta se descubrió el primer caso, pero después se destaparon los de Mojácar, La Gomera, Zamora… son numerosos ejemplos de supuesto uso fraudulento del voto por correo. Al buscar sistemas para evitar estas irregularidades, la tecnología biométrica aparece como alternativa. ¿Se podría implantar la votación con reconocimiento por biometría en España? ¿Qué implicaciones legales tendría? En THE OBJECTIVE hemos hablado con varios expertos del sector tecnológico y legal, que destacan que el sistema es fiable, pero que el reto es el cambio cultural y que la ciudadanía lo conozca y lo acepte.

Hoy tenemos una cita con las urnas. Imaginar una votación en la que los electores se identifiquen con biometría, que acredite la identidad de una persona mediante la huella dactilar, el reconocimiento facial o la lectura del iris es hoy mucho más real y factible. Los avances actuales lo permiten y lo facilitan. Pero también hay que tener en cuenta el cumplimiento legal y las garantías para mantener el secreto del voto.

Para los expertos consultados para este reportaje, que en España no se adopten sistemas de este tipo no se explica tanto por la falta de voluntad política como por el coste económico, la brecha digital y la percepción de riesgo en el cambio del sistema tradicional que, salvo casos como los de los últimos días, ha sido garantista.

 «El sufragio digital mediante dispositivos tecnológicos es realista y perfectamente posible: la tecnología está desarrollada y permite votar de forma electrónica desde el propio colegio electoral. Brasil, Estados Unidos, Venezuela o Filipinas son algunos de los países donde se ejerce ya este tipo de voto», explica Chris Briggs, vicepresidente de Identidad de Mitek Systems.

La autenticación biométrica analiza las características físicas de un posible votante, a menudo su huella dactilar, única de cada persona. Las posibilidades de fraude electoral por suplantación de identidad se reducen, aunque las personas pueden sentir cierta desconfianza inicial.  

El primer paso, una solución híbrida

La transición a este tipo de sistemas debería ser suave, mediante la implantación de soluciones híbridas que permitan el sufragio digital con tecnología biométrica en paralelo o complementariamente al sufragio físico. Este sistema simplificaría también el voto de ciudadanos españoles residentes en el extranjero, al requerir menos documentación.

Algo que apoya el abogado Borja Adsuara, experto en Derecho Digital. La conclusión para él es clara: la mejor solución sería contar con un sistema mixto que aproveche lo mejor de los procedimientos basados en la biometría, como sistemas que eviten la suplantación de identidad, combinados con el voto físico porque a la gente, reconoce, le gusta ver cómo se cuentan los votos, las papeletas una a una. Eso les da una sensación de que el proceso es limpio.

El acento habría que ponerlo en las garantías a los ciudadanos, que deben tener la seguridad de que no se pueda vincular a la persona con el sentido de su voto para que éste siga siendo secreto. «Hay muchas formas de garantizar que el voto no es manipulado, que el voto es secreto, pero la gente se lo tiene que creer. El problema más importante es pedagógico, que los ciudadanos pierdan el miedo a la tecnología», puntualiza.

España, además, tiene la ventaja de que muestra señales de madurez digital. El último Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI) nos sitúa como el séptimo país más avanzado de la Unión Europea en cuanto a servicios públicos digitales, con una media de usuarios del 67%, por encima de la media europea (64%). Además, el 94,5% de la población de 16 a 74 años había utilizado Internet en los últimos tres meses de 2022, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE). Las campañas informativas y de educación se deberían focalizar en la población menos digitalizada y mayores.

La legalidad del voto con biometría

Y desde el punto de vista legal, ¿se podrían celebrar elecciones en España con tecnología biométrica? Los expertos consultados por THE OBJECTIVE coinciden en la necesidad de modificar la normativa electoral, que sólo prevé la votación presencial y el voto por correo. Pero el mayor reto se da en el cumplimiento de la normativa de privacidad.

La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) es estricta con la toma de datos biométricos, insiste Johana Macedo, consultora de Servicios Jurídicos de CustomerComms. «Tiene que haber cierta proporcionalidad en la necesidad u objeto de la actividad y los derechos de privacidad», explica. Desde su punto de vista, sería más ajustado el sistema de huella digital, que implica el procesamiento de menos datos sensibles que uno basado en el reconocimiento facial.

El tratamiento de los datos personales también es de lo más relevante para Javier Arnaiz, manager del área de Privacidad y Ciberseguridad en ECIJA, que recuerda que la tecnología biométrica implicaría el uso de datos de categoría especial, semejantes a los de salud, ideología o religión. «Sólo se podría hacer dentro de las excepciones que prevé la normativa, como son el consentimiento libre del votante o un interés público esencial; es decir, que esté expresamente recogido por una norma con rango de ley», sostiene.

Y recuerda que el responsable del tratamiento debe cumplir con medidas adicionales, basadas en el juicio de necesidad y proporcionalidad. También implicaría la realización de evaluaciones de impacto o la adopción de medidas de transparencia adicionales. Y habría que aplicar de medidas de seguridad para evitar un mal uso o fallos en la identificación.

Los casos de Brasil y Venezuela

En algunos países es habitual acudir a las urnas y utilizar sistemas de identificación digital basados en la biometría. El caso de Brasil es un ejemplo de ello: la papeleta no existe desde hace más de dos décadas y manipular los resultados es prácticamente imposible, sostiene el ejecutivo de Mitek Systems.

Las urnas funcionan enchufadas a la red eléctrica y no están conectadas a Internet, con lo cual, el riesgo de hackeo se reduce. Además, si hay un apagón, cuentan con una batería de emergencia propia. Y se identifica al elector mediante una tarjeta electoral o mediante biometría. Después, emite el voto.

Además de Brasil, Venezuela también utiliza la tecnología biométrica en sus elecciones. Ramón (nombre ficticio de nuestra fuente que teme represalias al renovar su pasaporte) es un ciudadano venezolano residente en España y votó hace varios años en su país utilizando máquinas de reconocimiento biométrico. La identificación se hacía con la huella dactilar y el sufragio se emitía en una máquina, que arroja un papel con la votación.

La gente debe conocer esta tecnología y perder el miedo a usarla, sostienen los expertos que han hablado con THE OBJECTIVE | Unsplash

«Fueron los procesos más lentos que he visto y conozco. En uno de ellos, estuve desde las 6 de la mañana haciendo fila y voté a las 10 de la noche. Los resultados se dieron a las 4 de la mañana». Y reconoce que cuando vio el proceso electoral en España, le llamó la atención que todo fuera tan ágil a pesar de que no hubiera tecnología de por medio. De ahí que, como señalaban los especialistas, lo más conveniente para implantar esta tecnología sea un sistema gradual y mixto.

El ‘pucherazo’ es más fácil con la votación física

En nuestro país la biometría aún no se utiliza para las elecciones, aunque algunas organizaciones, sociedades profesionales y otras empresas ya usan el voto electrónico en sus procesos internos y no se han notificado problemas. Dar el salto a sistemas biométricos en las elecciones supondría un cambio cultural, señala Adsuara.

«Es más fácil hacer un ‘pucherazo’ con la votación física. La parte electrónica es lo que plantea menos problemas. Pero siempre suelen sembrar las sospechas quienes han perdido. Además, nuestros procesos electorales ya integran procesos electrónicos, por eso tenemos los resultados tan rápidamente», afirma el experto.

Para Arnaiz, si el proceso es coherente y la tecnología utilizada cumple con los estándares nacionales e internacionales, el riesgo es bajo. Y a ello contribuiría el cumplimiento de normativa de ciberseguridad, como el Esquema Nacional de Seguridad, la Ley Sobre Infraestructuras Críticas o la Directiva NIS. «Estas normativas y estándares no sólo valoran la confidencialidad de la información y la integridad de ésta para evitar modificaciones, sino que disponen medidas para garantizar la disponibilidad de los sistemas y medidas de continuidad», detalla.

Todos apuntan que la tecnología está y es segura. Los retos para la votación con identificación biométrica en España son, principalmente, legales y de cultura electoral. Quizás sea la vía para evitar casos como los que han marcado la última mitad de la campaña electoral y que han sembrado la sospecha sobre si la compra de votos era algo habitual y los ciudadanos no se habían enterado. Sin embargo, tanto en el ámbito físico como tecnológico, todos coinciden en que el riesgo cero no existe.

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