Así te engañan con campañas de marketing (y por eso te cuesta tanto adelgazar)
Adelgazar puede ser fácil si se tiene la información correcta, pero contamos con tanta que resulta difícil distinguir la que es verídica de la que no
Adelgazar puede ser fácil si se tiene la información correcta, pero en la actualidad contamos con tanta, y tan variada, que resulta difícil distinguir la que es verídica de la que no. Así, a la mayoría de nosotros nos cuesta determinar fehacientemente si comer esto o aquello nos hará bien para la salud o para la figura, en el caso de que estemos queriendo adelgazar.
«La comida no solo es deliciosa, sino que también es vital para nosotros. Y sin embargo, sin saberlo, la comida también puede provocarnos consecuencias inesperadas. Así que ahora tocan las preguntas más difíciles: ¿sabes cuántos gramos de grasa se han añadido a tu barriga después de ingerir eso que has tomado?», se pregunta al respecto la bioquímica Jessie Inchauspé en su libro La revolución de la glucosa (Ed. Diana).
«¿Sabes si provocará que mañana te despiertes con un grano en la cara? ¿Sabes la cantidad de placa que se ha construido en tus arterias o cuántas arrugas te han aparecido en la cara? ¿Sabes si es el motivo por el que tendrás hambre de nuevo dentro de dos horas, dormirás mal esta noche o sentirás que no tienes energía mañana?», añade.
«En resumidas cuentas: ¿sabes lo que te provoca en el cuerpo y en la mente lo último que has comido? Muchos de nosotros no lo sabemos. (…) Para la mayoría de nosotros, nuestro cuerpo es una caja negra: sabemos su función, pero no cómo funciona exactamente».
Así te engañan con campañas de marketing (y por eso te es imposible adelgazar)
«Todo lo que nos metemos en la boca provoca una reacción. Lo que comemos afecta a los treinta billones de células y los treinta billones de bacterias que tenemos dentro. Elige: antojos, granos, migrañas, mente nublada, cambios de humor, aumento de peso, somnolencia, infertilidad, síndrome de ovarios poliquísticos (SOP), diabetes tipo 2, enfermedad del hígado graso, enfermedades coronarias… Todos estos son mensajes que nos manda el cuerpo para decirnos que tiene problemas», afirma la experta.
Ella le echa la culpa a nuestro entorno. Considera que nuestras elecciones nutricionales «están influidas por campañas de marketing multimillonarias que tienen el objetivo de enriquecer a la industria alimentaria. Campañas de refrescos, comida basura y golosinas. (…) Científicamente se está demostrando lo contrario: las comidas procesadas y el azúcar son perjudiciales para nosotros, incluso si su ingesta no representa un exceso calórico».
Aun así, por culpa de este marketing engañoso nos cuesta adelgazar y nos creemos frases como estas:
1) «Para adelgazar hemos de fijarnos en las calorías que entran y las calorías que salen»
Aunque el balance calórico final es clave para adelgazar, no es la panacea, pues no todas las calorías afectan de igual manera a nuestro organismo. Por ejemplo, no es lo mismo meterse al cuerpo 300 calorías repletas de fibra e hidratos de carbono complejos que de grasas trans o hidratos simples. Esas calorías no se van a comportar de igual forma cuando las consumamos, y mientras las primeras nos darán energía las segundas nos provocarán un pico de insulina muy fuerte, mucho cansancio y, en última instancia, hay más probabilidades de que sean acumuladas por el cuerpo en forma de grasa.
2) «No deberías saltarte nunca el desayuno si quieres adelgazar»
Siempre nos han vendido la idea de que hay que desayunar para adelgazar, incluso si no tenemos hambre, pero no tiene por qué ser así, ya que tomar la primera comida del día por la mañana temprano, y sin ganas, no está relacionado con la pérdidade peso.
De hecho, numerosos estudios han demostrado que tomar o no el desayuno tiene muy poco efecto sobre el peso, y que saltárselo puede incluso resultar en una pérdida de peso ligeramente mayor.
Saltarse el desayuno, además, es una forma de hacer ayuno intermitente. Muchas personas hacen su última comida del día en la cena y luego no ingieren nada hasta el almuerzo del día siguiente. De esta forma, pasan unas 16 horas sin comer, o en ayuno, lo que tiene muchos beneficios.
3) «Los zumos de frutas son buenos para ti»
Aunque los zumos de frutas aportan muchas vitaminas, son una bomba de azúcar descontrolada para nuestro cuerpo.
Además, genera una reacción en cadena que seguiremos viendo a continuación. El problema con los zumos surge cuando ingerimos una gran cantidad de azúcar en apenas unos cuantos tragos, a pesar de que los zumos tengan cierta consistencia o densidad, porque nos tomamos todo ese azúcar de la fruta en pocos minutos.
4) «Los alimentos grasos son malos para ti y en especial si quieres adelgazar»
Las grasas tienen muy mala fama, pero si elegimos las correctas podremos adelgazar y estaremos mucho más sanos. Así, las grasas buenas son las monoinsaturadas y poliinsaturadas, que están presentes en numerosos alimentos y aceites, y consumirla, según las investigaciones, puede mejorar el nivel de colesterol en sangre y disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Las grasas poliinsaturadas se conocen como «grasas esenciales», ya que el cuerpo no puede producirlas y necesita obtenerlas de los alimentos. Al igual que la grasa monoinsaturada, la poliinsaturada puede disminuir su riesgo de enfermedad cardíaca al reducir los niveles de colesterol en sangre. Además, se ha demostrado que cierto tipo de esta grasa –los ácidos grasos omega-3– es particularmente beneficiosa para el corazón.
5) «Necesitas azúcar para tener energía»
Obviamente, esta frase es falsa y es una de las más creídas por la sociedad. Consumir azúcar simple no sólo no nos da energía, sino que nos dará un bajón a las pocas horas de haberla consumido.
Según datos de la BEDCA, Base de Datos Española de Composición de Alimentos, algunos de los alimentos saludables con más energía son los siguientes:
- aceite de oliva virgen extra,
- avellanas,
- pipa de calabaza,
- nuez,
- pistacho,
- anacardo crudo,
- avena cruda o
- aguacate.
La OMS recomienda limitar la ingesta de azúcares libres para que no supere el 10% del aporte calórico total de la dieta. Esto supone, para una dieta de 2.000 kcal/día, no más de 50 gramos de azúcar.
6) «Si no pierdes peso es porque no tienes suficiente fuerza de voluntad»
Como estamos viendo, no hay que tener fuerza de voluntad para adelgazar, sino únicamente la información correcta a mano para distinguir si lo que vemos en el supermercado es tan sano como dicen. Debemos aprender a leer las etiquetas de los alimentos y a estudiar su composición.
7) «Tener sueño a las tres de la tarde es normal, toma café»
Las personas que toman malas decisiones alimentarias suelen tener falta de energía, entre otras muchas cosas, aunque ellos crean que comen bien (por ejemplo, se toman a media tarde tortitas de arroz para ‘tener energía’ cuando lo mejor serían unos frutos secos o fruta). Por eso, mucha gente tiene bajones de energía a media mañana y media tarde, porque no consume los alimentos correctos.
Las decisiones basadas en informaciones erróneas que tomamos respecto a la comida tienen una influencia en nuestro bienestar físico y mental, e impiden que nos despertemos cada mañana sintiéndonos genial y que consigamos adelgazar. Así que ya sabes, deber leer bien las etiquetas de los alimentos y no has de guiarte por lo que intentan venderte como healthy.