Acidez estomacal: los seis alimentos que deberías evitar para que no vaya a más
Desapercibidos y discretos, algunos miembros de la lista de la compra pueden complicar tus siestas y digestiones sin apenas hacer ruido
La acidez estomacal, cada día más presente en la vida de millones de españoles, no solo tiene relación con los alimentos que ingerimos o no tiene un solo origen. Frecuente en las personas que sufren la enfermedad del reflujo gastroesofágico (ERGE, o resumida en reflujo), también la conocemos habitualmente como ardor de estómago o, si buscamos un término más clínico, como pirosis, aunque en los tres casos nos referimos al mismo malestar.
Agravada por la dieta, como es lógico, pero también por ciertos hábitos que lo favorecen como puede ser acostarse después de una comida (aunque sea una pequeña siesta), la acidez estomacal es en sus inicios bastante manejable. Cierta farmacoterapia habitual consiste en tomar después de las comidas algunos antiácidos, muchos de ellos sin necesidad de prescripción médica. Además, suele combinarse con la toma de protectores estomacales como el omeprazol, el esomeprazol o el pantoprazol, inhibidores de la bomba de protones que se han establecido como buenos aliados para frenar el reflujo.
Sin embargo, no todo se debería reducir a la pauta médica, sino también a la modificación de ciertos hábitos que, como resulta lógico, tienen en los alimentos que ingerimos a buena parte de los culpables de que el reflujo no remita. Persiste así una sensación de quemazón que en sus primeros episodios solo se manifiesta en la parte más baja del tubo esofágico. Sin embargo, si la situación no se ataja y se persiste en las malas prácticas (consumir alcohol, fumar, acostarse tras comer…), lo más frecuente es que el reflujo siga elevándose y llegue incluso a dejar cierto regusto en la garganta y boca.
Al elevarse los ácidos gástricos por el esófago, a veces condicionado también por incipientes hernias de hiato que actúan como llave de paso entre el esófago y el estómago, pues sucede que el esfínter esofágico inferior no funciona de la manera que debería. En esta compuerta entre ambos estadios del sistema digestivo, el ácido estomacal vuelve a subir, notándose aún más cuando estamos agachados, tumbados o recostados.
Por desgracia añadida, esa percepción urente no solo se convierte en una molestia recurrente, sino en un riesgo a medio y largo plazo. Aún con la pretensión de pensar que la pirosis es su único signo clínico, la realidad es que el reflujo no diagnosticado o la acidez estomacal podrían desembocar en graves daños esofágicos (aparte de la mencionada hernia de hiato) o en cambios precancerosos, entre los más comunes el esófago de Barrett.
Acidez estomacal: los alimentos que deberías evitar
Nuestra dieta es, a modo de prevención, la mejor herramienta que podemos tener para minimizar los riesgos y daños de la acidez estomacal. Además, conviene no infravalorar su presencia y tomarse en serio su aparición cuando ésta sucede al menos un par de veces por semana, incluso con alimentos que a priori no sean demasiado agresivos.
Huelga decir que además de su persistencia, otras señales que nuestro cuerpo nos manda para comprobar la virulencia de la acidez son la persistencia de los síntomas aun tomando medicamentos o si vienen acompañadas de náuseas, arcadas, vómitos o de dificultad para tragar, razones que nos deben dar pie a visitar a un especialista.
Al margen de la consulta médica, cierta profilaxis alimentaria es otra de las claves para que podamos reducir la presencia de la acidez estomacal —aún con terapias pautadas—, siendo práctico eliminar ciertos alimentos que pueden pasar a veces desapercibidos, mientras que otros seguramente sean más evidentes.
Comida picante
Todo tipo de chiles, ajíes, guindillas o pimientos, además de especias que también eleven el grado de picante de los platos serán malos amigos del reflujo gastroesofágico y por tanto de la acidez estomacal. La justificación, por mucho que nos guste el picante, está en la capsaicina, la sustancia que es responsable de su picor.
Pensaréis no sin poca razón que ese picor lo vamos a notar principalmente en nariz y boca, pasando a un segundo plano en el estómago donde para nuestros jugos gástricos va a ser poco menos que un juego de niños. El problema, sin embargo, está en que la capsaicina es un estimulante en la secreción del ácido estomacal, así que corremos el riesgo de aumentar su producción.
Cítricos
Resulta bastante evidente pensar que cualquier producto que por definición sea ácido va a ser un pésimo amigo de la acidez estomacal. Es lo que sucede con, obviamente, cualquier tipo de cítrico aunque será una situación más grave cuanto más ácidos sean estos, así que veamos quiénes son los peores aliados en este caso.
Mandarinas y clementinas son las menos ácidas de las frutas cítricas, seguidas de la naranja y la lima, quedando relegadas en el mundo de los productos muy ácidos el limón o el pomelo, que deberían ser los primeros en salir de nuestra lista de la compra si nos empieza a preocupar el ardor de estómago.
Cebolla
La cebolla, aún sabrosa y también perseguida por ser un alimento que provoca mal aliento, también puede ser un alimento a evitar cuando hablamos de acidez estomacal y los motivos son diversos, aunque lo más importante es cómo la consumamos, siendo más agresiva cuando se toma cruda que cuando se toma cocinada.
Al consumirse cruda, la cebolla genera ciertos gases en el estómago, provocando hinchazón y también exigiendo una digestión algo más lenta. Por este motivo, permanece más tiempo en el estómago y además sus compuestos sulfurosos —esos que hace que repita— se expanden por el tubo esofágico, provocando este malestar, siendo un alimento que diversos estudios avalan como un iniciador de la acidez estomacal.
Menta y hierbabuena
Puede que agradezcamos sobremanera su presencia refrescante en nuestras comidas e incluso en nuestros cócteles —cómo imaginar un mojito sin hierbabuena—, pero la realidad, si el reflujo nos preocupa, es que se trata de dos saborizantes que pueden multiplicar el malestar de la acidez estomacal.
Sucede porque el consumo de la menta o de la hierbabuena tiene un efecto relajante en el esfínter esofágico —esa aduana entre el esófago y el estómago—, por lo que permitiría que la acidez reverberase tras su consumo. Motivo por el que conviene minimizar su consumo si ya sufrimos ardor o pirosis.
Bebidas con gas
Es cierto que no son un alimento como tal, pero las bebidas carbonatadas —incluso el agua mineral con gas— como refrescos o cervezas son también malos aliados del reflujo gastroesofágico y de la acidez, más aún si estas bebidas pudieran tener alcohol —como sucede con la cerveza— o tienen un nivel de amargor o acidez alto (como ocurre con el vino blanco, el champagne o los refrescos elaborados con cítricos como el limón o la naranja).
El problema en este caso viene por dos caminos. El primero, el obvio, está en que son sustancias ácidas que ya de por sí erosionan a su paso por el esófago. El segundo, a veces más desapercibido, es su presencia en gas carbónico, que favorece la expulsión de eructos y la acumulación de gas en el estómago, pudiendo además complicar el trabajo del esfínter esofágico.
Tomate
Si antes mencionamos que los cítricos son malos amigos de la acidez estomacal, nuestro querido tomate, rey de ciertas bondades como el licopeno y sus antioxidantes o su alto contenido en vitamina C, también debería estar en este juicio contra el ardor de estómago. Además, no solo él, sino otros productos elaborados con él como salsas o kétchup.
Especialmente cuando se aderezan con sustancias aún más ácidas —como aceites o vinagres— o cuando comemos tomates especialmente poco maduros, ya que su acidez es mucho mayor, suponiendo otra piedra en el camino de la acidez estomacal si no medimos su consumo. El problema no está solo en consumirlo, sino también en la trampa nutricional que a veces supone que añadamos azúcar para minimizarlo, pues así engañamos al paladar, pero no al esófago.