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Niños con móvil: cuándo comprar el primer teléfono y cómo hacerlo

Ni por buenas notas ni porque toda la clase lo tenga: comprar un teléfono a un menor no es una cuestión que debemos dejar a la improvisación

Niños con móvil: cuándo comprar el primer teléfono y cómo hacerlo

Una niña con un teléfono móvil en la cama. | Freepik

Es un paso inevitable en la madurez de nuestros hijos y, aunque lo posterguemos, es una obviedad que acabaremos cediendo y que veamos a niños con móvil, pero eso no quiere decir que la decisión la deba tomar el entorno, la presión social o, sobre todo, el primer teléfono obedezca a ciertas conductas como buenas notas o buen comportamiento, y más aún cuando aparecen en septiembre con la vuelta al cole y empiezan a ver compañeros con teléfono.

Es evidente también que la edad media en que los niños empiezan a tener teléfono móvil se ha ido rebajando hasta ahora encontrarse en torno a los nueve o diez años, aunque es en la franja de la preadolescencia, entre esos nueve y trece años donde el dilema de comprar un móvil a un niño empieza a hacerse patente.

Lo curioso es que generalmente nuestros hijos no necesitan un teléfono ni por edad ni por necesidades personales. Lo que sí es cierto es que se tiende a ceder a una presión social que suele venir acompañada de frases que todos conocemos como ‘todos mis compañeros tienen teléfono móvil’ y que en caso alguno debería ser la razón por la que pasar por este aro.

Del mismo modo no todos los teléfonos móviles son iguales, ni todos los perfiles de niños tienen las mismas necesidades o quieren el teléfono para lo mismo. Lo que sí es evidente es que el uso que van a hacer de estos teléfonos debe ser tutelado por los padres y también debemos comprender para qué y qué están haciendo nuestros hijos con los teléfonos, ya sea hablando con amigos, viendo Youtube Kids o intentando crearse una cuenta en Tik Tok.

Niños con móvil: el drama del primer teléfono

Dos niñas ven un vídeo en un teléfono móvil
Muchos menores no están familiarizados con los riesgos que entraña la vida online. ©Freepik.

En un mundo cada vez más conectado y donde hay evidentes riesgos a través del teléfono, ejercer un rol protector es más relevante que nunca. Razón por la que el comienzo de esta labor educativa comienza en casa y mucho antes de tener un teléfono propio, sino de hacerle entender lo que supone un teléfono.

Esto, antes de proceder a la compra, debe entenderse siempre como un aprendizaje progresivo donde además sea relevante establecer ciertas pautas de uso —igual que sucede con las videoconsolas, por ejemplo— que vayan aparejadas al uso del teléfono.

Además, es fundamental que el teléfono móvil no sea un regalo por buen comportamiento o por unas buenas notas, ya que creamos un mal efecto acción-reacción con estos premios que marcan un mal camino: si haces las cosas bien, tendrás recompensas por haberlo hecho. Esta teoría es ya de por sí incorrecta con los niños, pero aún más cuando además podemos ceder a un cierto chantaje de estos beneficios por algo que debería hacer per se.

También por eso es importante que la adaptación a los niños con móvil vengan aparejados a unas reglas online y offline que debemos hacer entender, los casos son muy claros, pero ponerles nombre nos van a facilitar la tarea para que nuestros hijos hagan un uso responsable del teléfono móvil, tal como explican desde Xplora y su decálogo, a raíz del I Estudio Xplora sobre el acceso de los niños a los teléfonos móviles.

  • Primar la vida offline ajena al teléfono por encima de la vida online.
  • Igual que en la vida física, avisar de los riesgos de relacionarse con desconocidos digitalmente.
  • Limitar los tiempos de uso y dejar claro que la autoridad sobre el teléfono es paternal.
  • Comprender los riesgos de un mensaje compartido digitalmente y de su carácter eterno.
  • Dejar claro que el teléfono no es un juguete.
  • Ir por delante de nuestros hijos en cuanto a conocimiento digital.

Además, por todos estos motivos es fundamental establecer un control parental que podamos tener para gestionar compras, ver qué aplicaciones pretenden descargar o el tipo de contenidos que están viendo. No se trata de convertirnos en el carcelero de los niños, pero sí de recurrir a la tecnología para comprobar qué hacen y enseñarles los riesgos o peligros de lo que pueden estar haciendo.

Son muchos los teléfonos, especialmente en iOs, que permiten ciertas restricciones de aplicaciones y descargas, o incluso teléfonos que solo pueden conectarse a determinadas redes wi-fi, lo cual también facilitaría el control y el hecho de minimizar riesgos de lo que nuestros hijos ven o comparten.

Motivos y formas de comprar un móvil a un niño

Un niño cargado con varios aparatos electrónicos
La clave está en no sobrecargar a los menores con diferentes dispositivos electrónicos. ©Freepik.

Como resulta también evidente, el primer teléfono de nuestro hijo o hija no tiene que ser el teléfono de moda. Es suficiente con un teléfono básico, fácil de manejar, no muy caro y donde es fundamental que los niños sepan que el teléfono es una concesión paterna que les permita algunas funciones básicas como las llamadas y algunas redes sociales controladas. Por ejemplo, un teléfono de segunda mano, pero cuidado, no se trata de ir heredando teléfonos como quien hereda pantalones, como tampoco debe ser un capricho o la pretensión de tener el mejor teléfono del mercado.

También es más que necesario hacer entender al menor cuál es el uso primordial del teléfono: estar localizado y operativo para lo que pudiera ocurrir. Esto es otra de las claves para quitar el carácter 100% lúdico al teléfono y que ellos, además, estén responsabilizados de que papá y mamá sepan dónde están. Además, también resulta plausible que papá y mamá sean los primeros que sepan manejar ese teléfono para que los niños, muchos de ellos nativos digitales, no nos acaben puenteando y saltándose ciertas herramientas que favorezcan ese control.

Evidente también es entender que nuestros hijos no quieren un teléfono para que papá y mamá les tengan localizados, razón por la que esperar a la adolescencia para que los niños tengan el primer teléfono es un error. Principalmente porque ya están en otro tiempo en el cual la autoridad paterna ha perdido fuerza y las rebeldías son constantes, motivo por el que pretender controlar un teléfono con 16 o 17 años puede ser complicado si no le pusimos barreras cuando tenía 12 o 13 años.

Un niño tumbado ve un vídeo en un teléfono móvil
Los teléfonos móviles no son un complemento a las videoconsolas o a la televisión, sino el mismo tipo de ocio. ©Freepik.

Un matiz a tener en cuenta sobre todo cuando constatamos que los 12 años es la edad media en la que los menores se crean su primer perfil en redes sociales, según un estudio de Influence-Central. Aún, y aunque nos pudiera pesar, hemos de entender que hay un aprendizaje digital que debemos inculcar desde que empiezan a ser pequeños y no pretender que el primer teléfono sea el debut de nuestros hijos con el mundo online. Por así decirlo y poniendo un símil muy básico, el primer teléfono es como aprender a conducir: no podemos dar a nuestros hijos un teléfono que no sabemos a qué les enfrenta, igual que no les daríamos un coche sin saber conducir.

Los riesgos de comprar un móvil a un niño

Un teléfono móvil empieza siendo una responsabilidad y desde luego no es una barra libre. Además, hemos de tener claro o incidir en que el teléfono no es del niño, sino una concesión paterna a nuestro hijo para que se comunique con sus amigos o para que le podamos tener localizado. Lo que no debería ser es una herramienta que lo aisle o que aumente su introversión. En este caso, los padres debemos tener la obligación de saber realmente cómo se relaciona nuestro hijo y si un teléfono móvil va a suponer un mayor aislamiento o un riesgo.

Dos niños tienen un móvil en la mano mientras su padre hace lo mismo
El primer ejemplo de buen uso de la tecnología debe ser el paterno. ©Freepik.

Un primer teléfono no debe ser un chantaje y tampoco debe ser un dispositivo que venga a realizar la tarea que ya estaba haciendo una tablet o un portátil. Si nuestro hijo quiere el teléfono para ver videos en Youtube y no es suficientemente mayor, la realidad es que para esas funciones es suficiente con acudir a la tablet, razón por la que aumentar el número de dispositivos para cumplir las mismas funciones es un error. Primero por no educarlo en un uso responsables de la tecnología y segundo por estar cediendo en una parcela que luego es extrapolable a otras conquistas.

También, como incidíamos arriba, es fundamental que al comprar un móvil a un niño se establezcan las mismas pautas que se hacen, por ejemplo, con ver la tele o los tiempos de ir a la cama. Un vídeo en Youtube no deja de ser un entretenimiento muy similar al que significaría ver un capítulo de Hora de Aventuras en la televisión. El teléfono móvil no es una alternativa de ocio a la televisión o a la videoconsola, sino que es el mismo tipo de ocio en otra plataforma. Dejar este perfil claro es también una de las formas de hacer entender que los niños no pueden permanecer enganchados a las pantallas a todas horas.

Por último, en ese arte de dar la vuelta a las cosas, es muy posible que los niños se rebelen y manifiesten que ‘tú estás pegado al teléfono todo el día’. Aquí volvemos a poner en valor el rol de los padres, no solo como progenitores, sino también de las responsabilidades que supone ser un adulto. Razón por la que además de hacer caso a que los niños se puedan quejar, debamos dar cierto ejemplo con el uso que hacemos de los teléfonos móviles para que luego no sean casos a imitar.

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