España, deficitaria en vitamina D pero líder en horas de sol: ¿por qué?
A pesar del clima que tiene España, la realidad respecto a esta hormona trascendental es más bien preocupante en nuestro país
Mucho se habla de la vitamina D, una hormona fundamental y de sus ventajas para nuestra salud, y también de que una de las mejores formas de disfrutar de esta vitamina liposoluble que no generamos por nosotros mismos es tomar el sol. Sin embargo, parece que en un país de sol como es España, la vitamina D nos sale a devolver.
Así lo apunta la Universitat Oberta de Catalunya en un estudio donde comprueba que España, a pesar de tener un clima mucho más propicio para altas tasas de insolación, tiene habitantes con mayores déficits de vitamina D que países del norte de Europa donde el sol muchas veces pasa desapercibido.
Un estudio dirigido por Diana Díaz Rizzolo, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), y que lleva por nombre Paradoxical suboptimal vitamin D levels in a Mediterranean area: a population-based study es precisamente la publicación que ha puesto este doble grito en el cielo.
¿Por qué doble? Porque no solo somos una población que, en términos generales, presentamos déficit de vitamina D, sino porque también está menos analizada de lo que debería. Una preocupación que, señalan desde la citada institución, «a pesar de los bajos niveles de esta hormona en la población, no se hacen ni los test ni la suplementación necesarios».
Desapercibida y cotidiana, la vitamina D es esencial en diferentes procesos, aunque uno de los más notables está en la absorción y mantenimiento del calcio. Clave para conservar fuertes los huesos, la vitamina D también juega un papel trascendente a la hora de abordar procesos inflamatorios, además de en la protección del sistema inmune, del crecimiento celular y del metabolismo.
Sin embargo, España no ‘exporta’ vitamina D y sus ciudadanos estamos sometidos a un contrasentido, de ahí el título del estudio y esa paradoja que explica cómo un país que tiene alrededor de 2.500 horas de sol anuales puede presentar ratios tan bajos de una vitamina fundamental. La ironía está en que presentamos datos inferiores a países como Suecia, por ejemplo, cuya media de horas de sol anuales no suele superar las 1.900 horas.
El problema, que poco o nada tiene que ver con el chauvinismo, tiene mucho que resaltar en una cuestión de fondo que ha permitido que la investigación corrobore que estamos por debajo de países como Finlandia, el Reino Unido, Islandia, Suecia o Irlanda. Esto, como explica Díaz Rizzolo, conductora del estudio, está en que en estos países «llevan a cabo campañas de suplementación de vitamina D en su población mediante la fortificación sistemática de alimentos de consumo habitual».
Por qué somos un país deficitario en vitamina D
Según la opinión de Díaz Rizzolo, uno de los principales problemas está en que no hacemos esa fortificación a través de la dieta, pero no es el único escollo en este camino, sino que influyen «otros factores como el uso de protectores solares o el bajo consumo de alimentos ricos en vitamina D en los países mediterráneos, hace que haya unos niveles muy bajos de vitamina D en la población».
Además, como la alegría, la vitamina D también va por barrios y, curiosamente, es en la población más joven donde los ratios de esta hormona están bajo mínimos, mientras que las personas más mayores, especialmente en el caso de las mujeres, sí tienen estas dosis cubiertas.
Tal y como explican desde la UOC, «el 80 % de los jóvenes tenían niveles inferiores a los deseables, pero la mayoría no recibían suplementación», un dato preocupante que contrasta vivamente con grupos de más edad, sobre todo en mujeres de más de 45 años, donde sí se prescribe vitamina D desde las consultas médicas y que permite que luzcan mejores guarismos en cuanto a esta hormona. La razón, casi evidente, está en que en España apenas se realizan niveles de vitamina D y que solo se realizan a grupos de riesgos como personas mayores de 70 años, embarazadas, personas institucionalizadas y gente que ha sufrido fracturas o tiene problemas óseos.
Por este motivo, la mayor parte de los analizados son mujeres maduras, que se enfrentan a partir de los 45 años a ciertos fantasmas como la osteoporosis, lo que hace que los suplementos de vitamina D sean especialmente recurrentes para conseguir maximizar esa absorción de calcio que minimice los riesgos de fracturas óseas.
En cualquier caso, en la opinión de Díaz Rizzolo, hay dos caminos a seguir. Para ello, considera «necesario medir de forma sistemática los niveles de vitamina D de toda la población en un periodo determinado para tener una fotografía real de lo que pasa».
Con esa vara de medir y con la panorámica bien clara es una cuestión de salud pública para ver si «habría que realizar estudios sobre cómo afectan estos niveles al estado de salud de las personas con el objetivo de poder tomar una decisión clara» abriendo las dos vías: «bien se suplementa cuando hay deficiencia (estableciendo bien los protocolos según los colectivos o aplicando políticas nutricionales como hacen los países nórdicos) o, si no, hay que dejar de medir innecesariamente en poblaciones que no lo necesitan y de preocupar a la gente sin motivo».
No es, además, la única preocupación con los datos en la mano, ya que consideran que «no se cumplen las normativas ni las recomendaciones en la medición de niveles de vitamina D en los colectivos de riesgo». Una problemática que apuesta por revisar las líneas de cribado y actuación, pues «se ha demostrado ampliamente la utilidad de la vitamina D en la prevención de fracturas y caídas en la población de edad avanzada, así como en algunos problemas durante el embarazo y en el desarrollo de los niños».
Cómo obtener vitamina D
Controlar nuestros niveles de vitamina D está vinculado a reducir el riesgo de esclerosis múltiple y también de enfermedades cardíacas, además de hacernos menos propensos a las infecciones y a ciertas patologías autoinmunes como son la artritis, la diabetes tipo 1 o el síndrome del colón irritable.
Por fortuna, saber nuestros niveles de vitamina D es tan sencillo como un análisis de sangre que, además, se puede combinar con radiología para comprobar la densidad de nuestros huesos. Una práctica relativamente relevante en la población de riesgo cuando alega dolores musculares y óseos intensos, además de fracturas por estrés, normalmente en pelvis, caderas y piernas.
Como te hemos contado en otras ocasiones en THE OBJECTIVE, algunas de las fuentes más habituales de vitamina D están más cerca de lo que a veces pensamos. Buena forma de encontrar esta hormona liposoluble es consumir salmón, arenque, sardina o incluso atún enlatado, pero también yema de huevo o gambas.