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Pluviofobia o por qué puedes llegar a tener miedo a la lluvia

Taquicardias, evitación, aumento de la presión arterial… El miedo a la lluvia no es un fantasma, sino una realidad que puede condicionar la vida de quien lo sufre

Pluviofobia o por qué puedes llegar a tener miedo a la lluvia

Una mujer mira por la ventana en un día de lluvia | ©Freepik.

Taquicardias, pavor y una necesidad extrema de ponerse a cubierto están detrás de la pluviofobia, que literalmente traduciríamos como miedo a la lluvia, y que es una fobia específica que, en determinados casos, puede llegar a ser incapacitante.

Conocida también como ombrofobia —ombros en griego significa lluvia—, este temor irracional puede ser más difícil de justificar frente a otras personas por tratarse de un miedo relacionado con fenómenos atmosféricos. De hecho, aunque se sintetice como pluviofobia, es aplicable a otros acontecimientos como nieve, granizo o tormentas eléctricas que, a priori, son relativamente habituales en nuestra vida.

Eso no exime que a determinadas personas, incluso a aquellas que han convivido con la lluvia, pueda llegar un punto de no retorno en que enfrentarse a ella suponga un auténtico drama. Para ello se debe explicar que entraría dentro de esa categoría de fobias específicas, que es lo que la Asociación Americana de Psiquiatría engloba en la categoría DSM-5, dentro de los trastornos de ansiedad, tal y como sucede con la amaxofobia (miedo a conducir) que ya te explicamos en THE OBJECTIVE.

Por eso, para entender las reacciones de las personas que sufren pluviofobia, hay que atender a esas características que aparecen en episodios de ansiedad extrema. Además, es importante matizar que esta fobia no es un capricho ni una casualidad. Tampoco un invento de la persona que la sufre que, además, puede sentir cierta estigmatización al temer a algo tan aparentemente trivial pero que a esa persona le condiciona enormemente.

Una mujer preocupada por la pluviofobia
La pluviofobia no es un capricho ni una imaginación, sino un temor real a la lluvia. ©Freepik.

Es lo que acontece con las fobias específicas, pues pueden parecer demasiado exageradas, y que realmente son incapacitantes para las personas que la sufren, tanto por la propia fobia como por la incomprensión que se genera. Esto además va avalado por las reacciones que se sienten cuando aparece la lluvia u otros fenómenos atmosféricos aparejados y que no tienen por qué ser de especial virulencia, lo cual hace menos comprensible la reacción para la persona que desconoce el problema.

Pluviofobia: qué síntomas tiene y cómo se trata

A grandes rasgos, ya hemos explicado que se trata de una fobia que acontece cuando aparece la lluvia y que, por desgracia, no se limita simplemente al momento en que está sucediendo, sino que dura mucho más tiempo. Esto se debe a que no solo existe el temor de sufrirla, sino que existe el miedo preventivo de que pueda suceder. Razón por la que estas fobias específicas suelen estar vinculadas a largos períodos de tiempo en los cuáles se puede prever que existan lluvias.

Llegado el caso, la persona que lo sufre llega a los extremos de evitarla y, si no puede hacerlo, experimenta un malestar a tener que exponerse a ella. El riesgo además está en que este temor, como es reflejo de una fobia específica, es mucho más desproporcionado de lo que supone realmente.

Una mujer con paraguas en un día de lluvia
Este tipo de miedos pueden llegar a condicionar el día a día de las personas que lo sufren. ©Freepik.

De esta manera interfiere en la vida diaria del paciente, explicándose además que no tiene que ver en el contexto de otros trastornos como pudiera ser el consumo de sustancias, por lo que supone un hándicap para actividades cotidianas que se ven canceladas o minimizadas por el riesgo de lluvia, tal como explican desde Cleveland Clinic.

En un sentido parecido, conviene colegir cuáles son los motivos por los que la pluviofobia puede hacer acto de presencia, ya que son diversos. Los más comunes están enfocados a una teoría evolutiva que asume que las fobias han contribuido a la supervivencia de la especie, por lo que una lluvia intensa o peligrosa estaba vinculada —aunque no lo pretendamos— con riesgos.

Algo que también tiene una razón de ser cognitiva y conductual, pues la lluvia se asocia a catástrofes y riesgos mayores como inundaciones o ahogamientos. De esta manera, la evitación constituye uno de los escudos que la persona que teme a la lluvia encuentra para no enfrentarse a ella. Curiosamente, es posible que sin haber sufrido un episodio traumático vinculado a ella, una persona pueda tener miedo a la lluvia debido a la fobia que terceras personas sufren.

Una mujer asustada está cubierta con un chubasquero
Los síntomas son parecidos a los que se sufre durante un ataque de ansiedad. ©Freepik.

Cuando esta fobia específica se manifiesta, los síntomas son muy claros y muy vinculados a esos episodios de ansiedad que citábamos antes como sucede con ciertos patrones fisiológicos que pueden ir desde la relación cardiovascular con taquicardias o elevación de la presión arterial hasta al aparato digestivo y excretor como náuseas o diarrea.

A ello se debe sumar otra segunda dimensión, ya cognitiva, que tiene que ver con las creencias negativas respecto a la lluvia y a su negación, así como a la capacidad de afrontarlas. Por eso, en el plano conductual aparece la evitación de la lluvia o incluso la huida de ésta. En un punto parecido, otros temores a fenómenos atmosféricos se pueden producir de manera simultánea como es la brontofobia (miedo a las tormentas) o la astrapofobia (temor a los rayos), que son más comunes y además tienen una matriz de peligro superior al que tiene el miedo a la lluvia.

Una mujer con un chubasquero en un día de lluvia
La forma de atajarlo está en una paulatina exposición a la propia fobia. ©Freepik.

Para intentar minimizar su aparición y para corregirla, lo habitual es recurrir a una terapia de exposición del paciente para ir reduciendo la respuesta de ansiedad ante el estímulo. El problema está en que los fenómenos meteorológicos no los podemos modular a voluntad, razón por la que a veces se recurre a exposición en imaginación o realidad virtual. A ello se suma también la presencia de terapias cognitivas para trabajar en los motivos de la pluviofobia y a realizar tareas psicoeducativas que permitan al paciente ser más consciente de su problema.

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