Las uvas de Nochevieja igual no dan tanta suerte: las dos noticias malas para tu salud
Las uvas son un dechado de virtudes si hablamos de nutrición y de bondades, incluso en Año Nuevo, pero su consumo desmesurado también puede venir aparejado a ciertos problemas digestivos
Casi todo en esta vida debe tomarse con moderación y más en la fechas de Navidad, pero incluso algo tan aparentemente sano como las 12 uvas de la suerte que tomamos en Nochevieja pueden volverse contraproducentes. Es cierto que son pocas y que no todo el mundo se las acaba comiendo, pero la realidad es que las uvas no son la panacea como fruta si se consumen sin moderación.
Es también evidente que nunca van a ser ellas las responsables de nuestro sobrepeso o de nuestra vida sedentaria, y que tampoco les vamos a poder echar la culpa de una mala digestión en Año Nuevo después de inflarnos a comer, de dar cuenta de los dulces de Navidad y de, con bastantes posibilidades, que el alcohol se nos vaya de las manos.
Aún así, a pesar de su buena fama, las uvas también tienen una letra pequeña que merece la pena descubrir para no pasarnos con su consumo, ya sea en Navidad o el resto del año, pues no por el hecho de ser frutas debemos atracarnos a ellas. Algo que, por ejemplo, también podría pasar con el plátano —pues es una fruta bastante calórica—, con el caqui —tiene una cantidad elevada de hidratos de carbono— o el casi mitológico aguacate, que es muy sabroso pero también está cargado de grasas. Sí, sabemos que la mayoría son insaturadas, pero eso no significa que no engorden.
Esto debe ser cogido con pinzas, como es lógico, pues apenas una ración de uvas al día o las 12 uvas de la suerte no nos van a hacer daño en Nochevieja. Más aún si la comparativa del resto de postres viene de la mano de polvorones, turrones, panettones o del famoso roscón de Reyes, que son bombas calóricas, grasas y de azúcares añadidos.
Uvas: múltiples beneficios y un par de contraprestaciones
Con todo y con eso, las uvas insistimos que no están en ese podio de las frutas. Tampoco nos referimos a la ingesta codiciosa de Nochevieja y a los riesgos de atragantamiento que hay con ellas. En cualquier caso, como insistimos, se trataría de una ingesta masiva de ellas. De hecho, has de saber que hay verduras y frutas que no debes comer por la noche, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE, pues pueden ser indigestas o demasiado diuréticas.
No en vano, la realidad es que desde la moderación (unas 30 uvas al día, lo que equivaldría a una ración) son magníficas aliadas de nuestra salud gracias a su aporte vitamínico, especialmente de las vitaminas del grupo B (como la B1, B2, B3 o B6), además de las vitaminas A, C y E. A ello también hay que aplicar la presencia de ciertos minerales como el cobre, el ácido fólico y el magnesio, que son abundantes en ella y, sobre todo, a tener una textura agradable y un sabor dulce que generalmente gusta a todos los públicos. Pero ¿cuál es la contraprestación de la uva?
Su único gran problema es que consumida en grandes cantidades, las uvas pueden ser molestas a nivel gastrointestinal, pues pueden provocar diarrea. Además, si se comen con piel y con pepitas, es también muy popular que provoquen hinchazón abdominal y flatulencias, razón por la que las personas que tengan síndrome de colón irritable, gastritis o la enfermedad de Crohn es conveniente que reduzcan su consumo.
Del mismo modo, las personas que padezcan estreñimiento también deben vigilar esta ingesta, pues aunque la uva sea diurética y pueda aumentar la motilidad intestinal, también puede consolidar cierto bloqueo de la microbiota y hacer más molestos estos dolores de tripa.
Son solo dos pequeñas pinceladas poco positivas y muy puntuales en la presencia de las uvas en nuestra vida, que además pueden ser más amables si las pelamos y si quitamos sus pepitas. Además de eso, luego debemos tener en cuenta que las uvas son una fruta de mucha calidad y cuyas ventajas saludables van desde el control de la diabetes hasta ciertas propiedades antioxidantes (por la presencia de polifenoles, como avala este estudio), pasando por las ventajas que tienen para nuestra salud ocular, también asociada a esos fitoquímicos y sustancias antioxidantes, como prueba este otro estudio.
Además y como es lógico, estamos hablando siempre de uva de mesa y no de Vitis vinifera ni de vino, ni tampoco del propio zumo de la uva. En el caso de este último, que no debe confundirse con el tradicional mosto —que son mucho más azucarados—, hay que puntualizar que no debe formar parte de nuestro día a día por esa concentración de azúcares (a pesar de provenir de la fruta) y por la eliminación de las ventajas saciantes o de fibra que se asocian a la fruta. Exactamente igual que la razón por la que es más recomendable comerse dos naranjas que beberse el zumo de cuatro de ellas.