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Comer patatas fritas está asociado a una elevada mortalidad, según este estudio

La investigación apunta a que consumir patatas no aumenta el riesgo de muerte, pero dependerá de la forma y la cantidad de patatas que se ingieran

Comer patatas fritas está asociado a una elevada mortalidad, según este estudio

Patatas fritas

Las patatas fritas, lo que un estadounidense llamaría french fries, es decir, las patatas cortadas en bastones y luego fritas en diversas grasas, podrían aumentar el riesgo de muerte. Así lo catalogaba un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition por una docena de investigadores de universidades de Italia y Reino Unido.

El estudio, realizado a 4.400 personas, apunta a que consumir dos o tres veces a la semana patatas fritas supondría un riesgo incrementado de mortalidad. Tras hacer un seguimiento de ocho años de la cohorte, con edades comprendidas entre los 45 y los 79 años —al inicio del estudio—, el hallazgo, que no puntualiza qué causas de muerte supondrían, apunta a parte de la responsabilidad de las patatas fritas.

Lo cierto es que la investigación no criminaliza a todas las patatas. Solo al hecho de consumir patatas fritas, pues no apreciaron que el consumo en otra forma —asadas, hervidas o al vapor— incrementasen esa mortalidad. Aun así, los investigadores presentan varios matices como para tomar el estudio como palabra de Dios, pues en sus propias conclusiones aclaran ciertas limitaciones.

Una de las más evidente es que no pudieron explicar las causas de la mortalidad por cuestiones específicas. Tampoco evaluaron ciertos marcadores biohumorales como la inflamación, el estrés oxidativo o la resistencia a la insulina. De haber podido acceder a ellos, se podría haber aumentado la vinculación entre tomar patatas y la mortalidad.

Limitaciones del estudio

Un cesto con patatas fritas cortadas en bastones
Dentro del estudio se apunta a una cierta comorbilidad de causas como una mala dieta o hábitos de vida sedentarios. | Freepik.

Además, debido a la complejidad del estudio, los trastornos médicos debían ser autodeclarados por los sujetos de la investigación. Esto supone cierto nivel de sesgo, igual que no se pudieron valorar los cambios de hábitos alimentarios entre inicio y final de estudio. Por último, puntualizan que la ingesta nutricional podría verse afectada por un recuerdo selectivo del paciente, razón por la que coger con pinzas ciertas conclusiones.

Lo que sí es cierto es que la investigación, dirigida desde la Universidad de Padua, en Italia, desvincula al consumo habitual de patatas de las causas de una elevada mortalidad. Según la cohorte, un tercio de los investigados comía patata más de tres veces por semana. No obstante, el riesgo elevado de muerte solo se producía en aquellas personas que tomaban patatas fritas entre dos y tres veces por semana.

Sin poder establecer una causalidad directa, el estudio apunta a que se duplicaba la mortalidad en aquellas personas que solían consumir más patatas fritas. Vinculando, entre otras razones, su consumo con la fritura —donde es habitual que existieran grasas trans—, además de una cantidad de sal elevada. Ambos factores, como se sabe desde hace bastante tiempo, influyen negativamente en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

Por qué comer patatas fritas aumentaría el riesgo de mortalidad

Vista cenital de patatas fritas
El hecho de consumir patatas fritas se vincularía al riesgo asociado de padecer otras patologías. | Freepik.

Una realidad que también sintetizan, ampliando el abanico, en los riesgos de sufrir otras enfermedades crónicas. En este sentido señalan a la obesidad, a la hipertensión o a la diabetes. Causas todas ellas que también son factores de riesgo potenciales para la aparición de patologías cardiovasculares.

En ese caso, aunque la investigación no señala correlaciones o causalidades, sí plantea hipótesis que además vinculen este consumo. Una de ellas, como decíamos, iría enfocada a comprobar si el consumo de patatas fritas se asocia a este tipo de muertes. Apuntan para ello a una mayor ingesta de ácidos grasos trans, a lípidos oxidados o a la famosa acrilamida. Por eso, puedes echar un vistazo a este reportaje de THE OBJECTIVE sobre cómo cómo hacerlas más saludables, sanas y ligeras (para no renunciar a ellas).

En un sentido similar, otra de las hipótesis del estudio que, insistimos, se manifiestan dentro de la argumentación, tendría que ver con los hábitos de vida. Lo hacen apuntando a que el consumidor masivo de patatas fritas podría tener otros hábitos dietéticos poco saludables. Entre ellos, mencionan el consumo de carne roja procesada —como las hamburguesas—, los alimentos muy salados o los refrescos con azúcar. De esta manera, apuntan a una cierta vinculación entre el fast food y las comidas procesadas con ese mayor riesgo de muerte.

La conclusión que, como indican en el propio estudio, no puede ser extrapolable y para la que deberían realizarse más estudios, es que el consumo de patatas no se vincula a un mayor riesgo de muerte entre la cohorte seleccionada. Sin embargo, el consumo frecuente de patatas fritas sí aumento el riesgo de mortalidad de global, tanto para hombres como para mujeres.

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