Esta es la forma de comer pasta más saludable sin renunciar a ella
Fijarnos en nuestros vecinos italianos puede ser la mejor forma de comprobar que la pasta no tiene por qué engordar tanto como creemos
Es posible que comer pasta tenga mala fama. Especialmente cuando abusamos de ella o cuando le echamos la culpa de nuestros kilos de más. Lo cierto es que, como suele ser habitual, no es ella la responsable de engordar, sino un mal consumo de ella. Del mismo modo que pasa cuando achacamos a los hidratos de carbono para cenar con la misma mala prensa.
Sin embargo, como en tantos otros ingredientes o alimentos, el riesgo está en hacer un mal uso de estos productos. Por eso, existen formas más o menos saludables de comer pasta en función de cómo las cocinemos o cómo las acompañemos. Como es evidente, cuantas más calorías metamos al plato, más energía tendrá y por tanto más riesgo de engordar habrá.
Es la sencilla matemática del déficit calórico que te hemos contado antes en THE OBJECTIVE, que es lo único que va a marcar nuestro adelgazamiento. Aún así no queremos sintetizar los potenciales beneficios de comer pasta en esta sencilla cuenta, sino también en cómo hacer que esta cuenta sea más eficiente.
Por suerte, no hace falta ni ser un cocinillas para aprovechar una mejor forma de comer pasta. De hecho, basta con echar un vistazo al Mediterráneo y fijarnos en nuestros vecinos —marinos— de Italia para comprobar cómo hacer la pasta más saciante y más saludable.
Lo que debes evitar al comer pasta si quieres hacerla más saludable
Uno de los platos de pasta más populares de Nápoles es la pasta e ceci, es decir, con garbanzos. Tenemos claro que nosotros en nuestro día a día, al comer pasta, no pretendemos emular a los italianos en este sentido. No porque no sea sano, sino porque nuestro consumo de pasta es bastante inferior y seguramente no pensemos en acompañarlas de legumbres. En cualquier caso, sería una buena opción para comer pasta más sana.
Lo que no pasa por mejores opciones es, por ejemplo, abusar de las grasas saturadas, lo cual es bastante frecuente en las pastas que cocinamos en España. Pasa a menudo cuando hacemos salsas a base de nata, como la falsa carbonara, que está introduciendo calorías extra a costa de la nata y también del beicon o de la panceta.
Una misma guerra que nos persigue si, por ejemplo, abusamos de las bases lácticas. Damos por hecho que se comprende que la bechamel, gratinando cualquier tipo de pasta, es una salsa a evitar. También damos por sentado que ciertos quesos, en especial los más añejos o curados, pueden estar ligeramente proscritos. En este caso, aunque también suponga ingerir proteínas, no olvidemos que tienen grasas saturadas como pueden ser las que se presenta en el queso parmesano.
Además, en lo que más hincapié debemos hacer es en buscar proteínas que sean de la máxima calidad posible, igual que con las grasas. Si compramos queso para nuestros platos de pasta, leamos bien la información nutricional para que, puestos a añadir calorías, que al menos sean lo más nutritivas posibles. Por eso conviene prescindir de los preparados de queso rallado que suele haber en los supermercados y dar más importancia a quesos que podamos rallar nosotros mismos. Eso sí, sin excederse.
Comer pasta más saludable al estilo italiano
Ya tenemos claro que el queso debe añadirse con medida y que, si es posible, mejor que las guarniciones de nuestra pasta sean vegetales. Esto supone también que prescindamos en cierto modo de carnes muy grasas o muy procesadas. Por poner un ejemplo, como cuando añadimos salchichas o chorizo porque además suponen una cantidad elevada de sal.
Tampoco el mundo de las salsas es la panacea, sobre todo si son aquellas con base de aceite, pues son bastante calóricas. Eso tampoco quiere decir que las extirpemos de la dieta, pero sí que seamos conscientes. Es decir, una salsa al pesto —con aceite, piñones, albahaca y queso— tiene proteínas y grasas de calidad, pero no es necesario abusar de ellas por tener un aspecto fresco o saludable.
Sin embargo, independientemente del tipo de salsa que utilicemos, hay una forma más saludable de comer pasta y, como os decíamos, pasa por cómo cocinamos. En este caso, la mejor forma de comer pasta más sana está en cocinarla al dente, es decir, ni muy dura ni muy blanda.
Pero ¿por qué pasa esto? Pues porque la pasta al dente tiene un menor índice glucémico por la forma de cocción, lo que hace que nuestro pico de glucosa en sangre suba más lentamente. Además de eso, la pasta al dente supone que su almidón se digiera más lentamente, además de tener una masticación más laboriosa. Podríamos pensar que estos es un inconveniente, pero lo cierto es que el índice glucémico es menor y hace que la pasta sea más saciante por lo que se conoce como almidón resistente, lo cual hace que no debamos temer tanto a la pasta al dente.