Lo que realmente revela que tu pareja se siga masturbando en solitario: ¿es preocupante?
Si últimamente le estás dando demasiadas vueltas al gusto que le ha cogido tu pareja por el onanismo, sigue leyendo
Un hombre preocupado | Gtres
La masturbación sigue a la orden del día. La mayoría lo ha hecho en nuestra etapa adolescente (por no decir todos) y otros muchos lo siguen haciendo en su etapa adulta, incluso cuando tienen pareja.
Aunque hay muchas personas que ven normal que su amor se alivie a sí mismo (o disfrute o se desahogue o se relaje… consigo mismo), hay otras muchas que se preocupan: ¿y si es que no le gusto? ¿Y si no tiene suficiente conmigo? ¿Por qué tiene que recurrir a la masturbación cuando me tiene a mí?
Todo esto causa mucha preocupación en algunos miembros de la pareja. Y el problema se magnifica porque da palo hablarlo con el propio compañero sentimental o con amigos o terapeutas.
¿Qué revela que tu pareja se masturbe sin ti?
«Según una encuesta estadounidense realizada entre .1200 personas, las personas que tienen pareja se masturban un promedio de diez veces al mes. Los solteros lo hacen 16 veces al mes», detalla la terapeuta sexual Tracey Cox, tranquilizando a todos aquellos que se preocupan por que su compañero sentimental lo haga.
«Suponiendo que la masturbación no reemplace el sexo de la ‘vida real’, continuar haciéndolo en una relación no significa que tu pareja no tenga suficiente sexo o que no sea satisfactorio. Simplemente significa que quizá él o ella piensan que no te apetece sexo en ese momento o quizá no estás disponible», detalla en su blog.
«El sexo en solitario es egoísta, pues, por lo general, está basado en una sucia fantasía que no deseas compartir en particular. La misión se cumple en menos de cinco minutos. Es una guarnición para el plato principal del sexo que tienes con tu pareja, pero también tiene beneficios derivados para ellos», añade.
Y tiene toda la razón, ya que aquellos que se masturban regularmente tienen una libido más alta. Además, la práctica del onanismo produce un aumento de la circulación de la sangre y la tonificación de los músculos del suelo pélvico. Esto puede contribuir a mejorar la incontinencia urinaria e, incluso, la autoestima.
Asimismo, los hombres que eyaculan 21 o más veces al mes a lo largo de su vida, comparado con los que lo hacen entre 4 y 7 veces, tienen un 31% menos de riesgo de padecer cáncer de próstata. Puede, también, ayudar a reforzar el sistema inmunitario, ya que las personas que llegan al orgasmo tienen mayores niveles de leucocitos, los glóbulos blancos que ayudan a proteger el cuerpo de las enfermedades.
Por último, y no por ello menos importante, los orgasmos se asocian a la longevidad. Cuando se alcanza un orgasmo también se libera DHEA, una hormona natural antienvejecimiento que no sólo ayuda con la apariencia de la piel y su rejuvenecimiento, sino que también aporta beneficios a la salud cerebral y al sistema inmune. Se ha demostrado que experimentar orgasmos contribuye a vivir más tiempo, con una reducción del 50% de la mortalidad general, según los estudios.
Por todas estas razones, la masturbación es, literalmente, uno de los mejores recursos para aprovechar el potencial terapéutico natural del cuerpo, incluso cuando se tiene pareja, ya que normalmente el mayor autoconocimiento del propio placer sexual refuerza y magnifica el experimentado con los demás.
Casi todo el mundo se masturba (y casi nadie piensa en su pareja)
De hecho, se hace mucho más de lo que se dice. Según una encuesta realizada por Gleeden entre más de 15.600 personas, la mitad se masturba varias veces por semana y un 27% lo hace a diario.
Los datos también revelaron que el 34% de encuestados (mujeres y hombres) piensa en su amante o en aquel polvo que echó con alguien que no era su pareja, mientras que el 35% en un amigo o conocido, y el 21% en algún famoso.
Y lo que es curioso –no tanto, en realidad– es que solo el 10% piensa en su pareja cuando quiere alcanzar el clímax consigo mismo y sus pensamientos.
Porque la masturbación es diferente al coito o al sexo en pareja. Es otra cosa. Y está bien disfrutar de ambos, siempre y cuando se haga en su justa medida.
