Grasa visceral: qué es y cómo reducirla con el deporte y la alimentación
Hay un tipo de grasa invisible que, sin embargo, es un enemigo potencial de nuestro corazón, de nuestros riñones o de nuestro hígado, pero se puede combatir
No todas las grasas que hay en nuestro cuerpo son iguales. Dos caminos hay para entender la grasa corporal y uno, especialmente, nos debe preocupar más. Hablamos de la grasa visceral, aunque eso no significa que la grasa subcutánea no nos deba preocupar cuando se nos va de las manos.
Sin embargo, es la primera mucho más preocupante por lo que supone para nuestro organismo. También porque su eliminación es mucho más difícil. Del mismo modo, también es más difícil adquirirla, pero una vez en nuestro interior, resulta mucho más compleja su eliminación.
Lo curioso es que la grasa visceral es fundamental para nuestra salud, pero como todo, lo es en su justa medida. Este equilibrio es clave para entender la utilidad de la grasa visceral y también por qué no debemos tener una cantidad demasiado elevada de ella. Lo que sí es cierto, es que ratios demasiado altas de grasa visceral acaban vinculadas al deterioro de nuestra salud y a la aparición de determinadas enfermedades.
Entre las más citadas, las patologías cardiovasculares, como el infarto o la ateroesclerosis, pero no son las únicas. También se debe citar a la diabetes y a la posible aparición del síndrome metabólico, del que ya te hablamos en THE OBJECTIVE. En un sentido parecido, las enfermedades cerebrovasculares también aumentarían, por lo que conviene andarse con mucho ojo.
Qué es la grasa visceral
Resumida de forma muy somera, la grada visceral es un tipo de grasa que está presente en la cavidad abdominal. Su función es la de envolver, proteger y sujetar a los órganos vitales, por eso nos hace falta. Sin embargo, no la necesitamos en demasía, sino en su justa medida. El problema viene cuando es demasiado abundante
Como también es lógico, su acumulación es producto de hábitos de vida poco saludables. Una dieta demasiado rica en grasas, además de en azúcares, invita a aumentar de peso y a que la grasa acabe convirtiéndose en grasa visceral. También el sedentarismo y no hacer deporte nos perjudicarán, razón por la que conviene que hagamos cierto ejercicio que permita consumir estas calorías.
Cuando hay esta sobreabundancia de grasa, se genera la lipotoxicidad, ya que la acumulación de grasa ectópica provoca la muerte celular y la disfunción orgánica. Por este motivo conviene poner bajo arresto a la grasa visceral y combatir el sobrepeso, que es la principal medida que tenemos para saber cuándo nos pasamos de grasa.
El problema está en que no hay una forma exacta de medir esta grasa, debido a su carácter interno, así que ten claro que será el exceso de peso uno de los mejores indicadores para saber que estamos nadando en la abundancia de la grasa visceral. Sin embargo, a través de tomografía axial computarizada (los famosos tac), de resonancias magnéticas o de ecografías se puede conocer la cantidad de grasa visceral.
En ese sentido, conviene siempre saber que hablamos del armazón que sujeta buena parte de nuestros órganos, haciendo de escudo para que, por ejemplo, no le afecten los golpes. Pero, como toda armadura, no por tener un exceso va a ser mejor, pues lastrará nuestra salud mucho más allá del exceso de peso.
Cómo combatir la grasa visceral
Los caminos para eliminar la grasa, sea del tipo que sea, siempre son los mismos: dieta y ejercicio. Sin embargo, hemos de comprender que es la primera la fundamental. Por este motivo, siempre debemos tener claro que hay que perseguir el objetivo del déficit calórico. Esto es: consumir más calorías de las que ingerimos.
A ello nos pueden ayudar ciertas dietas, pero nunca perdiendo de vista que debe importarnos el equilibrio nutricional. La evidencia, lógicamente, apunta a un mayor consumo de legumbres, verduras y frutas, además de pescado, en detrimento de grasas de origen animal que sean saturadas. Por este motivo, la grasa nutricional que incorporemos a nuestra vida debe ser eminentemente insaturada.
También conviene entender que deberíamos mejorar nuestra tasa metabólica, es decir, la cantidad de calorías que nuestro cuerpo consume para sus labores diarias. De esta manera, mayores índices de músculo —en detrimento de la grasa— serán un buen indicador para reducir el porcentaje de grasa visceral.
En un sentido parecido, resulta evidente comprender que un mejor descanso también nos ayudará. Las vinculaciones entre dormir bien y obesidad están largamente estudiadas, además de comprobar que dormir mal se relaciona a su vez con ansiedad o depresión. Este par de patologías también se suelen vincular con el desarrollo de obesidad, muchas veces asociada a una dieta incorrecta y a atracones culpables.