Cómo volver a entrenar tras las vacaciones: cuatro claves para que no se haga cuesta arriba
Como la metáfora de la tortuga y la liebre, volver al deporte en septiembre tiene mucho que plantear
Septiembre acecha. Las vacaciones empiezan a contarse en horas o días y lejos queda pensar en el verano cargado de meses o semanas. Con su final llegan también nuevos propósitos. Volver a entrenar y recuperar la forma física previa al verano parece una asignatura pendiente eterna en septiembre. Del mismo modo que enero marca un calendario de buenos deseos, septiembre hace lo propio con una rentrée otoñal en la que la forma física, el entrenamiento y el ejercicio suelen aparecer. O, cuanto menos, pretender que nos reencontremos con él.
De hecho, podría ser que no tuvieras constancia previa o que no hiciéramos deporte. Eso no es óbice para que unos cuantos kilos de más se nos hayan acumulado tras las vacaciones. Razón por la que más de uno acaba apostando por un regreso al gimnasio —o a la iniciación— tras acabar su descanso estival.
Sin embargo, es conveniente que las ganas de volver a entrenar o de iniciarse en el ejercicio físico vengan desde la moderación. También desde una lógica que nos haga entender que no pasaremos de la noche a la mañana del sedentarismo extremo a ser un atleta de élite. Estos errores habituales convierten el ejercicio físico no sólo en difícil de mantener, sino también en arriesgado.
Por eso, hay determinadas claves que nos pueden venir bien a la hora de tener en cuenta cómo y cuándo empezar a hacer deporte. Recuperar el hábito es una cuestión de constancia y de paciencia, pero también de tener claros que ciertos excesos pueden pasar factura. Desde la consciencia, empezar a hacer deporte o volver a entrenar debe entenderse además como un ejercicio placentero y no desde la obligación.
Cómo volver a entrenar tras las vacaciones: cuatro claves
No dejar para mañana lo que puedas correr hoy es parte del proceso. Si empezamos poniendo excusas en el regreso y postergando la decisión, lo más seguro es que nunca la vayamos a tomar. Por eso, conviene tomarse en serio el ejercicio a la hora de volver a entrenar. Más aun cuando podemos venir de un parón relativamente amplio o, peor aún, si partimos de una forma física mala.
No obstante, no es solo una cuestión de cuándo empezar, sino —y sobre todo— de cómo volver a entrenar. Es una cuestión de tiempos, de intensidad y de escuchar a nuestro cuerpo para no agredirlo con este retorno. No obstante, en ese camino también hay que recordar que no se debe perder el componente lúdico de lo que estemos haciendo y, sobre todo, el planteamiento de ciertos objetivos a medio y largo plazo.
Entrenar tras las vacaciones: empezar con calma
Hay varias hipótesis a la hora de volver a entrenar y algunas son peligrosas. Una de ellas es haber recobrado la consciencia de que nuestro cuerpo tiene unos kilos de más y de que es hora de empezar a hacer deporte. Esta circunstancia puede apremiarnos a intentar adelgazar o ponernos a tono en poco tiempo con planes estajanovistas, los cuales son malos consejeros. Especialmente si partimos de, como insistimos antes, en una mala forma física que, además, se puede haber empeorado en verano.
Por eso, este regreso ha de conceptualizarse desde lo paulatino, planteando metas a las que podamos llegar e ir subiendo el ritmo de manera progresiva. También de encontrar un equilibrio que permita alternar diferentes ejercicios, en función de lo que pretendamos. Por tanto, si buscamos también una pérdida de peso, hemos de recordar que el ejercicio de fuerza es una magnífica forma de hacerlo. No obstante, si adelgazar está en la premisa, insistamos también en conceptos dietéticos como el déficit calórico. De él te hemos hablado en THE OBJECTIVE en otras ocasiones, pues es la clave para conseguir perder peso.
Escucha a tu cuerpo y renunciar a los excesos
Si partimos de premisas irreales, la frustración por no alcanzarlas será mayor. También, incluso, es posible que vayan aparejadas a malestares, dolencias y lesiones al entrenar. Si no hemos hecho deporte nunca —o si lo hemos hecho poco—, empezar de cero puede costar, pero se debe partir de una base accesible. Iniciarnos en un nivel avanzado puede, más aun a cierta edad, ser un riesgo para la salud en forma de esguinces, roturas musculares, elongaciones y otras lesiones musculoesqueléticas.
Por estos motivos, escuchar al cuerpo y ser consciente de las limitaciones es fundamental. Clave en este reingreso es, por ejemplo, calentar y estirar bien, además de prestar especial atención a la técnica del ejercicio —sea el que sea—. No en vano, una mala técnica puede aumentar el riesgo de lesiones y acabar generando un efecto contraproducente. Por este mismo motivo, conviene también que hagamos deporte en series más cortas.
Diviértete con lo que hagas
Entender el deporte como un castigo es un error. Hay decenas de alternativas a las que aferrarse para ponerse en marcha, así que procura buscar la que más se adapte a varias pautas. La primera, que se adapte a tus hábitos de vida y a tu condición física. La segunda, que te permita mejorar y, además, consiga ser divertida y estimulante. Apuntarte a las primeras clases que ves en el gimnasio u obligarte a entrenar en un deporte que no te gusta seguramente acabe invitándote a la renuncia.
Una buena forma de divertirse es, además, compartir esta actividad con un amigo, un compañero de trabajo o tu pareja. También puede ser directamente con la gente que lo practiques, pero el ejercicio compartido aumenta la adherencia y sus resultados. Lo cual hace que sea una manera estupenda de entrenar.
La constancia como clave
De nada sirve un atracón si aparcamos el deporte a las primeras de cambio. Comprende el entrenamiento como una carrera de fondo en la que marcarte objetivos a corto, medio y largo plazo. Deben ser asumibles, pero motivantes y, al mismo tiempo, deben ser fácilmente medibles. Por este motivo, comprobar cómo vamos mejorando es la manera de buscar refugio en esta constancia que nos identifique el progreso.
La cuestión es que, hagas lo que hagas, puedas mantenerlo en el tiempo y realmente veas mejoras. Intentar llegar a ciertos atajos al hora de volver a entrenar —independientemente de por qué lo hagamos— es un error. Por estos motivos, parte de los ejemplos que siempre apuntan a la constancia son herramientas imprescindibles para que el ejercicio físico no se convierta en enemigo.