Seis frutas poco recomendadas para cenar (por diferentes y variados motivos)
Por la mañana oro, por la tarde plata y por la noche…
Las frutas, casi en cualquier momento del día, son una bendición. Alimentos de alta densidad nutricional donde los haya, su aporte vitamínico es crucial para nuestro organismo. Junto a ello, grandes cantidades de agua que las hacen bajas en calorías. Imposible no rendirse a sus encantos, independientemente del momento del año que hablemos.
Primavera, verano, otoño, invierno… Cualquier época es un buen momento para descubrir las frutas de temporada. Sin embargo, hay determinados momentos del día que hacen a ciertas frutas poco recomendables o, cuanto menos, no tan recomendables. Por eso, es evidente que analizando su perfil nutricional hay determinadas frutas poco recomendadas para cenar.
No nos referimos a directamente realizar una cena a base de frutas, lo cual tampoco es una buena idea de manera cotidiana. Tampoco, como es evidente, estamos criminalizando a determinadas frutas ni haciendo hincapié en que pudieran ser perjudiciales, pues en términos generales no lo son.
No obstante, sí hay que advertir que determinadas frutas serían poco recomendadas para cenar si, por ejemplo, tenemos algunas patologías previas. También si solemos tener problemas para conciliar el sueño, motivo por el que desechar cierto consumo de frutas a última hora del día. Del mismo modo, tampoco recomendaríamos su ingesta en esa suerte de recena antes de acostarnos, pues puede ser un momento especialmente complicado. No sólo por el hecho de llevarnos parte de la digestión a la cama, sino por lo que incluimos en esa digestión.
Qué frutas son poco recomendadas para comer antes de dormir
Hay varias razones por las que determinadas frutas no son recomendadas para cenar. Insistimos que este matiz va a depender de también nuestra propia fisiología o de que padezcamos otras patologías que determinadas frutas podrían agravar. No obstante, conviene recordar que deberíamos ingerir al menos cinco raciones de frutas y verduras al día.
Aparte de eso, hay luego otros mitos en torno al consumo de frutas que conviene erradicar. Uno de los más absurdos es el que apunta a que consumirlas durante o después de las comidas reduce su valor nutricional. Tampoco hay ningún indicio que apunte a que consumir frutas sea necesariamente más beneficioso por la mañana o que deba hacerse con el estómago vacío. Como es lógico, que hoy apuntemos a determinadas frutas poco recomendadas para cenar no significa que demos vía libre a otros alimentos mucho menos recomendables. Tampoco que nos aferremos a este clavo ardiendo para no consumir fruta, pues bastará con hacerlo en otros momentos del día.
En cualquier caso, dentro de las particularidades de cuándo consumir fruta, es conveniente comprender que hay algunas frutas que, cuanto menos, son menos recomendadas para cenar. Algunas no lo son por su composición; otras por su digestibilidad y otras, simplemente, por sus características. Circunstancias que, de un modo u otro, pueden complicar el sueño y el descanso.
En general, lo que debemos evitar son frutas que, de una forma u otra, se adscriban a estas características: demasiado azúcar, demasiada agua, ácidas y difíciles de digerir. En cuanto a las puntualizaciones, tengamos en cuenta que se trata de ejemplos generalistas y que apuntan a consumir fruta antes de acostarse. Es decir, dicho de manera muy sencilla, hay determinadas frutas que nos pueden acabar dando la noche.
Naranja
Mencionamos la naranja, pero es aplicable a todos los cítricos y, en general, a frutas demasiado ácidas como determinadas frutas del bosque, aunque también puede ser el caso de la granada. Consumir naranja —o mandarina, o pomelo— antes de acostarnos puede provocar que la acidez natural de la fruta nos repercuta. Especialmente si tenemos otras patologías gastrointestinales como el reflujo gastroesofágico o la acidez estomacal, por lo que los cítricos y las frutas ácidas nos pueden jugar una mala pasada, ya que su consumo encuentra asociación al desarrollo del reflujo gastroesofágico, como indica este estudio.
Plátano
Una de las principales bazas nutricionales del plátano es su carga de potasio y de magnesio. Aparte, incluye una cantidad no desdeñable de energía y, también una dosis pequeña de melatonina —como sucede con otras frutas tropicales—, una hormona precursora del sueño y que se produce a través del triptófano. No obstante, esta elevación de la melatonina puede ser demasiado acusada y generar sueños vívidos y pesadillas si ya de por sí tenemos índices de melatonina o tomamos suplementos.
Pera
La pera es una fruta estupenda, cargada de agua y de vitaminas, pero también es una fruta con una cantidad de fibra muy elevada. Tanto soluble como insoluble, razón por la que es posible que las personas que tengan digestiones lentas o pesadas la sufran. También las personas que tengan síndrome de colon irritable, pues las peras tienen una cantidad de fructosa muy elevada, lo cual puede suponer un aumento de la hinchazón abdominal o de la generación de gases durante la noche, que supondrán una incomodidad a la hora de dormir. Algo que, por cierto, también sucedería con las manzanas, tal y como aseguran desde la Universidad John Hopkins.
Uvas
En el caso de las uvas coexisten varios patrones que desaconsejan su consumo nocturno. Por un lado, como también pasa con las peras, la cantidad de fructosa que contienen podría empeorar los síntomas del síndrome de colón irritable. Por el otro, como veremos también más adelante, el contenido en azúcar —insistimos en el matiz de azúcar natural— implica una cantidad de energía que puede mantenernos activos durante la noche.
Melón y sandía
El mito del melón nos persigue en los refranes populares. El clásico ‘por la mañana oro, por la tarde plata y por la noche mata’ evidentemente no supone ningún riesgo vital a la hora de hablar del melón. Nadie se va a morir por consumirlo por la noche, y menos en una noche de verano, pero sí es cierto que tiene determinadas contraindicaciones. En este caso, su cantidad de agua —lo mismo que pasa con la sandía—. Aunque todas las frutas tienen una cantidad elevada de agua, sandía y melón están a la cabeza, motivo por el que su ingesta nocturna puede suponer tener ganas de ir al servicio e interrumpir nuestro sueño.
Higos
También son reyes de las frutas verano y, como podemos interpretar, una mala idea a la hora de consumir fruta por las noches. En este caso no se trata de la cantidad de agua, pues no son especialmente ricos en ella. Tampoco se trata de una fruta ácida, pero sí tienen un problema ‘serio’: su dulzor. A nadie se le escapa, evidentemente, pero sí muy rica en carbohidratos. Unos 100 gramos de higos —unas cinco unidades pequeñas— suponen unos 14 gramos de azúcar. Natural y proveniente de la fruta, sí, pero azúcar que va a llenar nuestros depósitos de energía por la noche y mantenernos activos, debido a esa respuesta postprandial, como afirma este estudio.