Fascitis plantar: cómo lidiar con el dolor de pies tras las vacaciones
No es patrimonio estival, pero sí aparece con más frecuencia cuando volvemos a la ‘vida real’
Con la vuelta a la normalidad nos damos cuenta de pequeños lastres que hemos generado en las vacaciones. La fascitis plantar, por poner un ejemplo, es uno de ellos. No viene sola si hablamos de patologías que solemos producir en los meses de verano, aunque no es patrimonio estival.
Sin embargo, es una dolencia más que habitual en nuestro país, siendo de las más frecuentes cuando hablamos de salud podal. Aunque no hay datos concretos de su prevalencia, diversos estudios consideran que hasta un 7% de la población la padece. Un mal calzado, ciertos excesos o errores en la pisada están detrás de una patología que no es grave, pero sí incómoda y con visos de cronificarse si no se ataja a tiempo.
No fallan los síntomas a la vuelta de las vacaciones. Molestias en la zona de la fascia plantar y del hueso calcáneo la delatan, algunas de ellas acrecentadas por un determinado tipo de calzado. Es por lo que el verano —o la vuelta a la normalidad setembrina— ven un repunte de la fascitis plantar —que realmente se debería llamar fasciosis plantar—. Tacones, calzado alto y zapatos planos no contribuyen a la salud de la fascia plantar, un tejido fibroso y colaginoso que se une en forma de haces a lo largo de la planta del pie, uniendo el talón desde la base del calcáneo hasta las falanges de los dedos de los pies.
Es decir, un tejido conectivo que, entre otras funciones, da soporte al arco del pie y sirve de amortiguador. Una funcionalidad que, del mismo modo, contribuye a dar estabilidad y cierta propulsión a nuestras pisadas. Por eso, cuando empezamos a notar molestias en el talón, es posible que la fascitis plantar esté detrás de ellas.
Entendiendo la fascitis plantar: más allá de una enfermedad de verano
Es muy habitual que nuestros pies se resientan tras el verano y que la fascitis plantar repunte. No obstante, no es culpa solo de las vacaciones y de los cambios de calzado, aunque ayudan. Detrás de la fascitis, como indican desde MSD Manuals, puede haber causas bastante variadas. De hecho, un estilo de vida sedentario puede contribuir a ello, como también la forma del arco de nuestros pies —indistintamente para el pie cavo y para el pie plano—.
No obstante, también hay factores que tienen que ver con nuestros propios tejidos. En este caso, se suele citar el acortamiento de la musculatura de la pantorrilla, pues la contracción de estos músculos —y sus ligamentos— genera un aumento de tensión en la fascia.
Aquí es donde vemos cómo ciertas tiranteces veraniegas entran en escena. Si contamos de base con una forma física mala, caracterizada por un estilo de vida sedentario, el calzado de verano nos puede hacer un flaco favor. Sandalias, chanclas y otros zapatos planos —de los que ya te advertimos en THE OBJECTIVE—, caracterizados por una menor sujeción, obligan al pie a realizar un esfuerzo físico mayor en cada paso, además de ofrecer una superficie más dura de apoyo. Por tanto, vemos que nuestro cuerpo no está acostumbrado al ejercicio físico, sumado a un calzado inadecuado y reforzado por una musculatura no preparada para estos cambios.
Como es lógico, también se trata de una patología que puede salpicar a personas activas como deportistas o bailarines, debido a esa carga que se hace sobre la fascia. Parte del problema, como vamos a ver a continuación, está en que la fascitis plantar parece ‘desaparecer’ de golpe a lo largo del día. Sin embargo, es una patología persistente si no se ataja a tiempo. Insistimos en que no es grave, pero sí molesta y que, si no se corrige a tiempo, puede llegar a cronificarse.
Las complicaciones de un malestar que viene y va
La incomodidad se genera, especialmente, a primera hora del día con un dolor punzante en la cara interna del talón. Malestar que suele ir desapareciendo a medida que el día avanza. Digamos que la fascia se ‘calienta’ y el dolor se va, pero es un espejismo, ya que generar una sobrecarga que se suele manifestar al final del día. También es frecuente que aumente el dolor en el talón, sobre todo si se intercala con períodos de descanso.
Cómo lidiar con la fascitis plantar
Ya vemos que entre el oasis que genera esta molestia no parece una opción el hecho de limitarnos a reducir la actividad. Evidentemente, ayudará, pero no es la panacea pues es posible que el dolor reaparezca cuando vuelven los mismos hábitos. Por esta circunstancia es frecuente que el especialista calibre la forma de atajarla.
Es puntual el uso de antiinflamatorios. Así como recurrir a la fisioterapia, donde se debe descartar que la aparición de la fascitis se deba a los motivos antes comentados. Un estudio biomecánico de la pisada, comprobar el tipo de calzado o esa musculatura acortada explicarían parte de la fascitis. Con esa información sobre la mesa, los siguientes pasos pueden incluir el desarrollo de órtesis y plantillas. No en vano, en muchos casos se puede solucionar simplemente con almohadillas para el talón o para el arco.
Fuera de ello, el fortalecimiento de la musculatura de las pantorrillas y del pie repercutirá positivamente en la disminución del dolor de la fascitis plantar. En ese sentido, tanto la farmacoterapia como la fisioterapia pueden ayudar. Del mismo modo, se suele recurrir a tratamientos de infiltración con corticosteroides para hacerla desaparecer.