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¿Duermes mal fuera de casa? No eres el único y tu cerebro tiene parte de culpa

Hay caminos para que tus primeras noches no se conviertan en insomnio

¿Duermes mal fuera de casa? No eres el único y tu cerebro tiene parte de culpa

Un hombre en una cama | ©Freepik.

Es irónico que puedas, en ocasiones, dormir mal fuera de casa cuando, si se mide de manera objetiva, podríamos tener una mejor cama. Es posible que sea en vacaciones o durante un viaje trabajo, pero esa primera noche se convierte en una pesadilla. También puede extenderse más allá de un día y acabar arruinándote el viaje.

Lo cierto es que no estás solo —no que estés ocupando la cama con alguien, aunque influye—, sino que le pasa a más gente de lo que crees. Habitualmente lo sintetizamos como ‘extrañar la cama’, pero puede haber más razones para dormir mal fuera de casa. Incluso, como decimos, en territorios que disten mucho de ser hostiles. El domicilio de un familiar, un hotel de cierta categoría durante las vacaciones, el dormitorio de una segunda residencia… Aunque sean terrenos seguros y de confianza, la primera noche puede ser más complicada de lo que pensamos.

Lo curioso es que, como decimos, no estás solo. De hecho, se conoce a este fenómeno como First Night Effect, acotado en FNE por sus siglas en inglés, y que no es otra cosa que el Efecto de la Primera Noche. Numerosa literatura científica ha comprobado que es un fenómeno reiterativo, apreciando variaciones en los registros polisomnográficos de los pacientes analizados. Esta prueba —la polisomnografía—, más conocida como estudio del sueño, se utiliza para registrar y diagnosticas trastornos del sueño, probando su eficiencia en comprobar por qué realmente dormimos mal fuera de casa.

De hecho, hay también estudios que avalan que el First Night Effect no se limita a una sola noche, sino que se puede extender durante varios días, algo que se puede comprobar en las distintas fases del sueño. Lo malo, seguramente, es que te estás preguntando si hay alguna forma de evitar el peaje de dormir mal fuera de casa, aunque sólo sea una noche.

Dormir mal fuera de casa: una realidad clínica

Un hombre duerme mal fuera de casa en un hotel
El cerebro mantiene un estado de alerta ante el cambio de cama que puede durar más de un día. ©Freepik.

Diversos estudios comprobaron que en la primera noche se producen más episodios de vigilia y menos movimientos oculares en la primera fase del sueño. Además, también constataron que se retrasa el inicio del cuarto ciclo del sueño y que el sueño, en términos generales, es más cambiante. Una demostración a la que se llegó tras analizar el descanso de 43 pacientes, realizando diversos estudios encefalográficos.

Además, como también probó un estudio conjunto de varias universidades belgas, afecta de desigual manera a los que lo sufren. Para ello, categorizaron los sujetos del estudio en diferentes clasificaciones donde había personas insomnes, pero también aquellos que sufrían apnea del sueño o el síndrome de las piernas inquietas. En todos ellos se produjeron variaciones entre la primera y la segunda noche, pero eran más acusadas en las personas que presentaban desórdenes del sueño.

Cómo no dormir mal fuera de casa (o intentarlo)

Luchar contra la biología es imposible. Lo cierto es que dormir mal fuera de casa es una reacción lógica. Tal y como prueba un estudio publicado en la revista Current Biology, parece que nuestro cerebro mantiene un grado de alerta más alto en esa primera noche fuera de casa. Aunque las causas se desconocen, se apunta a que se relaciona con ese entorno nuevo al que hacer frente.

Un hombre mira el móvil en la cama
Distracciones como el teléfono en la cama pueden dificultar el sueño. ©Freepik.

Lo que sucede, resumido de manera muy somera, es que se produce una pequeña perturbación del sueño donde uno de los dos hemisferios cerebrales se mantiene más vigilante. Como es evidente, controlar estos impulsos no es fácil, así que no queda más remedio que recurrir a los clásicos para intentar conciliar el sueño.

De hecho, es bastante posible que dormir mal fuera de casa además se complique por otras circunstancias. El ser humano es un animal de costumbres y la alteración de las rutinas puede pasar factura. Cenar más tarde —o más cantidad de la cuenta—, un exceso de actividad física, niveles de estrés elevados… Todos estos parámetros pueden ser más o menos recurrentes cuando se realizan viajes por cuestiones laborales. También en el caso de un viaje vacacional, por lo que conciliar el sueño fuera de casa no suele ser fácil.

Consejos dentro y fuera de casa

En cualquier caso, hay ciertas herramientas que pueden funcionar cuando las molestias externas aumentan. Exceso de luz, de ruido o una temperatura incorrecta van a provocar igualmente que no durmamos bien. Por eso, conviene saber que dormir bien es más fácil si haces estas cinco cosas antes de ir a la cama, como ya te explicamos en THE OBJECTIVE.

Jet-lag, cambios en la dieta, modificaciones en los horarios… Todas estas alteraciones influyen. No hay demasiados atajos para mejorar la higiene del sueño. Tomar una infusión relajante antes de acostarse, corregir la temperatura de la habitación —debe estar a unos 19 ºC—, mantener las rutinas habituales de tu día a día (como la ducha o leer) y, si fuera necesario, recurrir a escenarios de más calma con antifaces o tapones en los oídos te podrá venir bien.

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