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Víctor Amat: «La vida es aprender a hacer las cosas aún con miedo»

El psicólogo publica ‘Autoestima punk’, donde desgrana el negocio en torno al mensaje de «si quieres, puedes»

Víctor Amat: «La vida es aprender a hacer las cosas aún con miedo»

El psicólogo Víctor Amat, autor de 'Autoestima punk'.

Como un auténtico caballo de Troya, así entró en las estanterías de los libros de autoayuda Psicología punk, la ópera prima del psicólogo Víctor Amat (Barcelona, 1963) donde destripaba parte del mantra sobre un mundo buenista y edulcorado de la psicología. Ahora, de nuevo editado por Vergara (Penguin Random House), desentraña con Autoestima punk una cara de una realidad paralela en la que meritocracia, insatisfacción y rentabilidad se citan.

No hace prisioneros a la hora de denunciar lo que considera que se ha hecho mal en el sector. Tampoco hará amigos, pero sí expone con detalle los ejemplos de casos clínicos que han acudido a su consulta y en la realidad de cómo patologizar la autoestima es una bomba de relojería para, realmente, quererse bien.

Más allá de lo psicológico, Amat además salpica su currículum con una realidad poco frecuente en un gabinete de psicología: la de haber sido campeón de Europa de kickboxing y boxeador profesional. Una experiencia de fajador que, desde luego, contribuye a comprender que la vida puede ser un intercambio de golpes donde no vale con presentarse con una sonrisa para llevarse el siguiente derechazo. Contra esa dinámica edulcorada de la autoestima, teñida de culpabilidad si no se alcanza el éxito, lanza sus guantes en una obra que al mismo tiempo lanza jabs contra lo político y uppercuts al capitalismo que mercantiliza la salud mental y a lo que se enfrenta con Autoestima punk.

PREGUNTA. Quien comprase Psicología punk, ¿qué va a encontrar de nuevo en Autoestima punk?

RESPUESTA. En el anterior libro se hace un recorrido por diferentes temas que preocupan en general a las personas. Sobre relaciones, sobre amor, sobre amistad, sobre familia… Ahora pongo el foco en toda esta industria de la autoestima y en cómo estamos convirtiendo la autoestima en algo que puede subir, bajar y medirse y que, a partir de ahí, genera un negocio brutal a partir de la que gente quiera ser feliz.

P. Lo cual entra también en un perfil sociopolítico y socioeconómico innegable.

R. Mis libros destilan un manifiesto político hacia una sociedad capitalista que está encantada de crearte problemas para que pagues por soluciones. Con la autoestima pasa exactamente igual cuando te venden que hay una recompensa en la que todo depende de ti y todo está a tu alcance si eres un buen chico. Eso genera un negocio donde hay un producto a vender que no deja de ser un círculo vicioso. Si vendieran que la vida es asumir que hay altos y bajos y que nadie es perfecto y no lo va a ser, no daría dinero.

Autoestima punk
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P. Como es habitual en cualquier tipo de obra en la que hay psicología de por medio, los padres también ‘cobran’ en Autoestima punk.

R. En el fondo les meto un palo, pero también les doy un reconocimiento de su trabajo porque gran parte de la insatisfacción que sentimos de niños y luego de adultos es querer agradar a los padres. Algo que tiene sentido, pero también tiene sentido y razón que sepamos que nuestros padres o nuestra relación con ellos no era idílica no nos arregla la vida.

P. Parte del mensaje del libro se centra en cómo adaptar esas mochilas emocionales para convertirlas en algo útil.

R. Es parte del gran secreto, sobre todo si compartes la vida con alguien. Se trata de adaptar lo que tienes y lo que te ha pasado para que sea relevante y de cómo convertir mis limitaciones y mis dificultades en algo que pueda resultar útil y, como explico en el libro, valorable para otras personas.

P. Sin embargo, choca con una realidad que parece más patente en nuestros días en las que creemos que, aunque seamos unos cretinos, se nos debe querer igual porque lo justificamos con un ‘es que yo soy así’.

R. Creo que hay un nivel de cretinismo en ciertas personas que no vamos a poder superar. Hay gente que es gilipollas de serie y ahí la madurez está en el otro, que es el que se va a ir si te comportas así. Si no estás dispuesto a cambiar y te mantienes en ese perfil, la madurez del otro está en dejar de interesarse por ti. El mundo tiene una bolsa de cretinos encantados de conocerse, pero lo importante es que tú aprendas a decirle al otro que eso no te interesa.

El mundo tiene una bolsa de cretinos encantados de conocerse, pero lo importante es que tú aprendas a decirle al otro que eso no te interesa.

P. ¿Crees que ahora, sobre todo con la sobrexposición a las redes sociales y a un mantra de autenticidad, hay más cretinos que antes?

R. Creo que es una bolsa pequeña de la población, diría que la gente normal y que no es gilipollas es mucho más numerosa y es precisamente a esas personas a las que hay que empoderar. Puede que antes se viera menos a este tipo de cretinos, pero por eso también le doy un palo a los estoicos en el libro porque se adscriben a un cierto grupo de cretinos que entrarían en la categoría de machirulos que, en realidad, lo que sucede es que no son empáticos.

P. En Autoestima punk hay mensajes que es difícil hacer que calen en la sociedad actual donde nos hemos creído que querer es poder y que, por poner un ejemplo, por mucho que ahora lo intentemos no seríamos capaces de correr como Usain Bolt.

R. El modelo de madurez que planteo en ambos libros va en ese sentido, sobre lo que significa potencialidad, posibilidad y capacidad y cómo se confunden [A ello le dedica un extenso capítulo en Autoestima punk]. Hacernos adultos también significa darse cuenta de que va a ser muy raro que, si nunca lo has hecho, acabes corriendo como Usain Bolt. Asumo que la propuesta del libro no es ganadora porque estamos familiarizados con un mundo donde el discurso es que, si te lo propones, puedes conseguir lo que quieras.

P. Que es una de las grandes críticas al sistema.

R. Claro, porque las cosas tienen un precio y un coste que, para conseguirlas, tienes que pagar. En tiempo, en dinero, en renunciar a otras oportunidades… Ser consciente de todo eso es lo que forma parte de una buena autoestima y de convertirnos en adultos, que es parte de lo que se desentraña en Autoestima punk.

P. Esa edad adulta que luego, además, se traslada a cómo gestionar la crianza y cómo ser un buen padre. Se supone que, con todo lo que hemos aprendido de cómo fueron nuestros padres y abuelos, ahora seremos más padres conscientes.

R. Padre consciente es un oxímoron. La paternidad es una actitud y, como dice un amigo, la crianza tiene que ver con dormir tranquilo y eso pasa por hacer lo que uno cree que tiene que hacer. Eso nos va a generar un rango entre cosas insanas y cosas exigentes, pero creo que al final todo se resume a intentar educar a nuestros hijos para que sean los mejores hijos posibles.

Al trabajo uno va a trabajar, pero cuando trabajas para otros y entras en esa rueda de felicidad y trabajo generas un efecto contrario.

P. Esta comercialización del bienestar que enraíza en las dinámicas empresariales puede, de hecho, ser especialmente contraproducente. Justo antes de esta charla he visto un máster de Chief Happiness Officer, lo cual parece que es incluso una enseñanza reglada y me ha parecido grotesco.

R. Esto es muy divertido porque es una paradoja de la que fui testigo en primer plano. Yo trabajaba en un ayuntamiento donde había una responsable que se esforzaba muchísimo donde todo el mundo fuera muy feliz, pero lo cierto es que nunca he visto un grupo tan infeliz como ese. Intentaba compensar de tal manera que siempre generaba insatisfacción en unos u otros. De hecho, en Psicología punk hablo de este tipo de roles y en el empeño que hay de pretender que vayamos al trabajo a ser mejores como personas. Eso es un error porque al trabajo uno va a trabajar, pero cuando trabajas para otros y entras en esa rueda de felicidad y trabajo generas un efecto contrario. Distinto es el caso del que se pone a emprender y sufre, pero para un trabajo propio.

P. Lo cual choca con ese mensaje cada vez más creciente del bienestar laboral y de cómo esa tendencia happy flower en el entorno de trabajo se ha ido extendiendo.

R. Filósofos como Slavoj Žižek explican que hemos desarrollado una sociedad de la explotación en la que hemos convertido al trabajador en un autolíder, en alguien que se lidera a sí mismo a nivel sistémico para que estemos encantados de explotarnos para otros. Eso se ha modelado con palabras como actitud o proactividad, que son términos perversos para que te dejes la piel en beneficios de otros, que también cito en Autoestima punk.

P. ¿Crees que sin las hostias que da tu experiencia en los deportes de contacto tratarías la psicología de manera diferente?

R. Creo que sí influye, también por el barrio donde me crié, que era un barrio humilde de Barcelona que te hacía estar en guardia, pero el deporte me ha enseñado que en la vida alguna hostia te puede caer y que lo importante es que te coja con recursos para esquivarla o para afrontarla.

P. Sin caer en el miedo.

R. Claro, porque el miedo te paraliza. La vida es aprender a hacer las cosas aún teniendo miedo y sabiendo que el nivel de miedo es adecuado y decidir qué cantidad de miedo es necesario. Es una emoción. Lo contrario es lo anormal y pretender que subir a un ring vayas sin miedo. El miedo te hace humano y la cuestión es saber si tenemos ese nivel de miedo adecuado para afrontar algo.

La vida es aprender a hacer las cosas aún teniendo miedo y sabiendo que el nivel de miedo es adecuado y decidir qué cantidad de miedo es necesario.

P. ¿Se puede cifrar?

R. El problema no es la cuantificación que tú mismo hagas del miedo, sino crear una campana de Gauss donde alguien desde fuera sea el que te de diga cuánto es. Hemos creado un mundo donde todo son estadística y datos y eso, cuando hablamos de emociones, que son incuantificables, hace que las medias no sirvan para nada. No puedes estandarizar el miedo, pero tampoco el amor ni otras emociones.

Victor Amat, autor de Autoestima punk, editado por Vergara.
Victor Amat, autor de ‘Autoestima punk’, editado por Vergara.

P. En esta dinámica de autoestima buenista y de ser responsables de nuestro destino que ha ido calando, qué papel juega también la cada vez más creciente exposición pública de la salud mental y convertirla ir a terapia, por ejemplo, en algo trendy.

R. Hemos llegado a un momento en el que la salud mental se ha convertido en algo a exhibir y creo que no debería ser ni tanto ni tan calvo. No se debe ocultar, pero tampoco banalizar un sufrimiento por medio de la exhibición pública. En mis delirios conspiranoicos creo que hay muchos intereses de la industria y de la farmacoterapia de dar visibilidad a un problema para el que tenemos un remedio barato como es la medicación porque eso es mucho más fácil que pretender cambiar el modo de vida.

Hay muchos intereses […] de dar visibilidad a un problema para el que tenemos un remedio barato como es la medicación porque eso es mucho más fácil que pretender cambiar el modo de vida.

P. Además, puede llegar el caso de que esta sobreexposición genere pacientes que vayan buscando terapeutas que se acomoden a lo que quieren oír.

R. Un buen profesional de la psicología debería poder confrontar a un paciente sin que este se dé cuenta de que le está confrontando. Sin embargo, si vas a intercambiar golpes en el ring del paciente, puede hacer muchas cosas para esquivarlo.

P. Hablando de no esquivar. ¿Hay en mente una tercera entrega de punkismo?

R. Cuando conocí a mi editor le dije que podríamos hacer una trilogía, pero él, que es un tipo majísimo y muy prudente, me explicó que las trilogías son más propias de ficción y que en no ficción es algo raro. Pero cuando Psicología punk funcionó tan bien, había muchas cosas todavía por contar y parte de ellas están en Autoestima punk. Lo que sí es cierto es que, cuando me preguntaron que dónde quería incluir el libro, tenía claro que debía estar entre los libros de autoayuda, casi como un antídoto o siendo ese troyano de la autoestima happy flower.

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