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La enfermedad de la vulva que afecta hasta a un 13% de las mujeres: cómo detectar los síntomas

Es una enfermedad que afecta al órgano genital femenino, comprometiendo la calidad de vida de quienes la padecen

La enfermedad de la vulva que afecta hasta a un 13% de las mujeres: cómo detectar los síntomas

Una mujer en la consulta | Gtres

La vulva es quizá la más desconocida, y por ello sus enfermedades también están poco estudiadas. Pero antes de pasar la tema que nos ocipa, conviene saber una información básica al respecto.

La vulva es la parte externa de los genitales femeninos y que incluye la abertura de la vagina (a veces llamada vestíbulo), los labios mayores (labios externos), los labios menores (labios internos) y el clítoris, entre otras partes:

  • Monte de Venus
  • Labios mayores y menores
  • Vestíbulo de la vagina
  • Clítoris
  • Bulbos del vestíbulo

Esta información que te vamos a brindar es buena por muchos motivos. Primero, porque las mujeres no son asiduas a observarse la vulva con normalidad. De hecho, muchas féminas nunca lo han hecho. Por eso los expertos aconsejan que se coja un espejo y se mire bien qué hay ahí debajo.

Partes de la vulva
Partes de la vulva

La otra razón importante: la sexualidad. Tanto para ellas como para ellos, es crucial saber de qué se compone la vulva, ya sea para el propio placer o para el ajeno. Y la tercera: es importante saber identificar cada zona para poder detectar posibles anomalías que surjan con el paso del tiempo e informar así lo más pronto posible a un médico especialista. Hoy nos vamos a detener justo en este punto, para hablar de la vulvodinia.

Vulvodinia, la enfermedad de la vulva que afecta hasta a un 13% de las mujeres

Se trata de una enfermedad dolorosa que afecta al órgano genital femenino, comprometiendo seriamente la calidad de vida de quienes la padecen. En nuestro país, según la Sociedad Española del Dolor (SED) el perfil medio de paciente con dolor crónico es mujer de unos 55 años, en edad laboral y con cargas familiares, que sufre dolor de elevada intensidad con un enorme impacto personal, familiar y social.

En España, el dolor vulvar persistente con más de tres meses de duración, tiene una prevalencia del 6,6%, llegando hasta un 13% en algún momento de la vida de la población femenina. De hecho, a pesar de ser un trastorno extendido, la vulvodinia sigue siendo a menudo incomprendida e infravalorada.

Cómo aprender a identificar esta enfermedad

La vulvodinia es una afección dolorosa crónica que afecta a los genitales externos femeninos y forma parte de los trastornos de dolor sexual. «Ardor, picor, irritación, sequedad, hinchazón, desepitelización y dispareunia, es decir, dolor durante las relaciones sexuales, son algunos de los principales síntomas con los que puede manifestarse esta afección», aseguran los expertos de Buencoco.

A menudo todo comienza con pequeñas molestias íntimas, que se asemejan a las causadas por infecciones o inflamaciones generales, como la cándida, la cistitis y el vaginismo.

Pero, con el tiempo, estos primeros síntomas pueden empeorar y hacerse crónicos, haciendo cada vez más difícil, a veces incluso imposible, realizar incluso las actividades cotidianas más sencillas, como sentarse, caminar, cruzar las piernas, ponerse pantalones, montar en bicicleta, hacer deporte y mantener relaciones sexuales. «Además de afectar a los hábitos y la vida cotidiana, esta afección puede tener un gran impacto en la psique, las emociones, la autoestima, las relaciones y la vida sexual de quienes la padecen», añaden.

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La vulvodinia se caracteriza por la presencia de alodinia, es decir, dolor generado por un estímulo que, en condiciones normales, sería inofensivo e incapaz de provocar ningún tipo de sensación dolorosa.

Esta percepción de malestar o dolor puede ser espontánea o provocada. En el primer caso, el ardor y la molestia están presentes de forma permanente, mientras que en el segundo surgen tras un estímulo: durante las relaciones sexuales, pero también con la aplicación de cremas o con el mero contacto con la ropa interior.

Puede presentarse de forma generalizada, implicando a toda la vulva, o de forma localizada, cuando el dolor afecta a una parte concreta. «Por ejemplo, se puede hablar de vestibulodinia cuando se ve afectado el vestíbulo vulvar, mientras que la clitoralgia se produce si el dolor se concentra en la región del clítoris. También existen variantes mixtas de la vulvodinia, caracterizadas por la coexistencia de varios síntomas».

Esta patología se presenta principalmente en la edad fértil, pero también puede aparecer en otros periodos de la vida de la mujer, desde la pubertad hasta la menopausia.

Al igual que los síntomas, el curso y la duración de la vulvodinia también pueden ser variables: puede durar meses o años, pero también desaparecer espontáneamente y reaparecer de forma aleatoria o, como en el caso de la vulvodinia episódica, reaparecer tras un acontecimiento traumático.

No, el dolor en la vulva no siempre es vulvodinia

Es importante aclarar que el dolor vulvar no siempre es indicativo de vulvodinia. A menudo, puede deberse a otras afecciones, como:

  • traumatismos,
  • infecciones o
  • problemas dermatológicos, neurológicos, oncológicos u hormonales.

Sin embargo, si las molestias y el dolor persisten durante un periodo de más de tres a seis meses sin que se identifique una causa específica, entonces podría tratarse de vulvodinia.

En la mayoría de los casos, «esta afección afecta significativamente a la calidad de vida de las mujeres que la padecen, influyendo profundamente en su vida cotidiana, sus hábitos y sus relaciones interpersonales, con implicaciones particulares en la esfera sexual, que a menudo se ve considerablemente afectada por esta afección. En sus manifestaciones más agudas, la vulvodinia puede llegar a ser incapacitante, impidiendo la realización de acciones cotidianas sencillas e implicando la renuncia al trabajo, la vida social y la sexualidad».

Cuál puede ser el origen de la vulvodinia

La vulvodinia es una afección compleja con un origen multifactorial que aún no se comprende del todo en cuanto a su evolución fisiopatológica. Esto significa que a menudo no puede atribuirse a una única causa, sino que es más bien el resultado de la interacción de varios factores. Estos pueden actuar en sinergia, especialmente cuando el trastorno persiste en el tiempo y no se trata adecuadamente.

De hecho, las mujeres que padecen vulvodinia muestran alteraciones en la respuesta inflamatoria y en la actividad muscular vulvo-perineal.

Hasta la fecha, no se ha identificado una causa única, pero hay varios factores que pueden contribuir a la aparición de la vulvodinia, como:

  • la hipercontractilidad de la musculatura vulvar y perianal,
  • la hiperactividad de los mastocitos,
  • la sobreestimulación de las terminaciones nerviosas implicadas en la percepción del dolor,
  • las infecciones vaginales y vesicales crónicas o recurrentes, y
  • las lesiones del nervio pudendo por parto o traumatismo.

La importancia de recibir un diagnóstico precoz y preciso

Aunque se trata de una afección que dista mucho de ser rara, la comunidad científica internacional solo ha empezado a acercarse a ella en los últimos veinte años. En 2003, la vulvodinia fue catalogada como patología, pero no fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud hasta el año 2020.

Todavía hoy, a pesar de que esta patología está teniendo más eco mediático y una mayor atención por parte de las instituciones, siguen siendo muchas las que reciben un diagnóstico de vulvodinia tardío o no lo reciben en absoluto y que, como consecuencia, no tienen acceso a un tratamiento adecuado.

El diagnóstico suele verse dificultado por varios factores, entre ellos el escaso conocimiento de esta patología, también por parte de los profesionales sanitarios, pero también por la dificultad que experimentan muchas mujeres para abordar un tema tan íntimo y delicado con su médico. «Todo ello contribuye a que la vulvodinia siga siendo hoy en día una afección infravalorada e insuficientemente investigada, y a que con frecuencia llegue a conocimiento de especialistas adecuadamente formados mucho más tarde de su aparición», aseguran los expertos.

El diagnóstico de la vulvodinia se basa en un proceso de exclusión de otras patologías vulvares. La afección se considera probable cuando los síntomas han persistido durante al menos tres meses, no hay lesiones evidentes que puedan asociarse a otros trastornos o infecciones, y el mero contacto de la zona genital induce un dolor agudo.

El diagnóstico se realiza mediante el SWAB TEST o «prueba del bastoncillo de algodón». Se utiliza un bastoncillo de algodón para aplicar una ligera presión en toda la zona del vestíbulo y la vulva. La prueba es positiva cuando, en lugar de una reacción normal, la paciente experimenta ardor intenso, dolor y alteración de la sensibilidad. Una vez realizado el diagnóstico, es fundamental que el médico o ginecólogo tenga un conocimiento adecuado de esta patología e interprete con precisión los síntomas de la paciente, para poder orientarla hacia el tratamiento más adecuado.

Hoy en día, gracias a esta metodología diagnóstica, por fin es posible identificar la vulvodinia y ofrecer una terapia específica a las pacientes. Y tras el diagnóstico, resulta más fácil identificar la terapia correcta, que, sin embargo, no es unívoca y depende de las diversas causas concomitantes que hayan provocado la aparición de la patología. De hecho, al igual que no existe un único origen para la vulvodinia, tampoco existe una única terapia válida para todas.

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