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Por qué cada vez hay más gente soltera en España (¿ya no aguantamos nada?)

España registra un máximo histórico de 14 millones solteros. Una abultada cifra que nos obliga a reflexionar

Por qué cada vez hay más gente soltera en España (¿ya no aguantamos nada?)

Una pareja en la cama

Hay días para todo, e igual que los enamorados tienen el suyo, los solteros celebran su fecha tan señalada el 11 de noviembre. Una jornada que podría ser triste para algunos, que anhelan el amor y una relación estable, pero que es motivo de alegría para muchos otros, que consideran la soledad elegida como una forma de vida ideal para ellos.

Sea como fuere, lo cierto es que cada vez hay más solteros, sobre todo en España, donde se ha alcanzado el máximo histórico de 14 millones de personas (un 52% son hombres y un 48% mujeres), según datos del INE. Unas cifras que crecen año tras año y que nos obligan a reflexionar sobre qué está pasando en nuestra sociedad.

Para ahondar en el tema, en THE OBJECTIVE hemos consultado con Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España, para hablar sobre cómo ha cambiado en los últimos años la forma de relacionarnos y de cómo la soltería ha ido evolucionando.

¿Por qué cada vez hay más solteros? 

Como hemos visto, todos los datos apuntan a que cada vez hay más solteros en España y en general en los países occidentales. En nuestro país, en concreto, se ha duplicado el número de personas registradas como solteras en los últimos 20 años, según el INE.

¿Y por qué sucede esto? ¿Es una soltería elegida? ¿O es que no aguantamos a nadie? Según Bizzotto, «estamos en un proceso de deconstrucción de los antiguos ideales monógamos que nos imponían que la única forma de vivir era en pareja y con hijos».

«Durante mucho tiempo hemos creído que casarse, procrear y tener una hipoteca con tu marido o esposa era el destino obligado de todas las vidas. En la actualidad, estas ideas ya no son tan imperantes y entendemos que muchos estilos de vida son válidos: desde el casarse y tener hijos, pasando por las parejas LAT (Living-Apart-Together), las relaciones abiertas, hasta la soltería elegida. De hecho, casarse ya ni siquiera significa ser pareja y cada vez menos personas se casan o lo hacen más tarde: en los 90’ la gente se casaba, de media, a los 28 años, mientras que en la actualidad la edad de primer matrimonio está a partir de los 36 años, según Idescat», señala.

El amor ya no tiene por qué durar toda la vida, no somos seres incompletos que necesitan de otro para ser felices y preferimos estar solas o solos que mal acompañados

Por otro lado, la experta pone en foco también en que la idea del amor romántico y las medias naranjas ya no es tan fuerte como antaño: «El amor ya no tiene por qué durar toda la vida, no somos seres incompletos que necesitan de otro para ser feliz y preferimos estar solas o solos que mal acompañados. Hemos aprendido a poner las relaciones de pareja en una balanza y sólo estamos juntos mientras ‘valga la pena’».

Asimismo, «cada vez se tiene una idea más clara de lo que es una relación sana: aquella en la que hay una comunicación asertiva, en la que todas las partes ejercen responsabilidad afectiva, en la que hay cuidados e inclusive priorizando una sexualidad placentera. En general, tenemos una idea muy clara de que es mejor estar solo que mal acompañado», insiste Bizzotto.

¿Ya no aguantamos nada?

La soltería no es un tema generacional. De hecho, durante los últimos 20 años, hemos visto que las personas solteras de entre 30 y 50 años se han duplicado, según Idescat. Además, en el tramo de edad de 50 a 70 años los solteros se han duplicado y triplicado en algunos casos.

¿Y por qué? ¿Ya no aguantamos nada? ¿Preferimos vivir una vida adulta en soledad yendo a nuestro rollo? Pues parece que sí: «Te acostumbras a la vida de soltero, a entrar y salir, a hacer lo que quieres, y cuanto mayor eres, peor. Al haber tenido experiencias de pareja anteriores, te vuelves más exigente en lo que quieres y en lo que no, tienes mayor libertad económica, social o vital, y es más complicado que alguien encaje», cuenta una soltera a GQ.

«Creemos que una pareja nos va a absorber mucho tiempo o impedir hacer cosas, cuando el planteamiento tendría que ser ‘incluyo a alguien para complementarme», añade.

A esto se suma que la mayoría de personas no está dispuesta a renunciar a nada ni a sacrificarse o a discutir cuando las cosas se tuercen. Quizá es consecuencia de la vida moderna, de la incursión de la mujer en el mundo laboral, de la bajada del índice de maternidad y paternidad o de que la sociedad está, simplemente, evolucionando hacia otro paradigma más individualista.

Una pareja adulta duerme tranquilamente
Una pareja adulta duerme tranquilamente. Freepik.

¿Tiene ventajas la soltería?

Se han hecho estudios que demuestran las ventajas de la soltería. Algunos psicólogos apuntan beneficios como: mayor independencia y libertad para tomar decisiones, mayor capacidad de autodescubrimiento y crecimiento personal, más facilidad para trabajar las redes afectivas como la familia o las amistades (básicamente por disponer de más tiempo libre)… Inclusive la sexualidad puede ser más diversa, ya que estar sin pareja no implica tener pocas experiencias sexuales ni que el sexo no sea satisfactorio.

Sin embargo, también hay muchos estudios que demuestran las desventajas de estar soltero en el ámbito de la felicidad e incluso en la salud.

«A mi juicio, las posibles ventajas o desventajas de un modelo u otro (soltería Vs. tener pareja) van a depender de si es una cuestión de elección temporal, modo de vida o simplemente una obligación», detalla Bizzoto.

divorcio

«Especialmente debemos diferenciar entre la soltería elegida y obligada. Esta última, según apuntan algunas investigaciones, afecta en mayor medida a los hombres. De hecho, en muchos países como es el caso de España hay mayor proporción de hombres solteros. Las razones pueden ser múltiples y hay muchas teorías sobre ello: desde que la penalización de la soltería afecta más a las mujeres y por tanto les cuesta más tomar la decisión de estar solas, hasta que a los hombres heterosexuales les cuesta ligar y adaptarse a las nuevas formas de seducción. Esta última hipótesis podría tener sentido: antiguamente se ligaba desde la cortesía, el piropo o incluso los regalos. Estos esquemas han cambiado para muchas mujeres y las expectativas del ligar son diferentes, pero muchos han sido educados en marcos relacionales ya obsoletos», concluye.

Veremos hacia qué tipo de sociedad nos lleva todo esto.

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