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Sexo oral: el riesgo real de una práctica de todo menos inofensiva

El sexo oral no está exento de riesgos para contraer algunas enfermedades de transmisión sexuales que pueden ser discretas en su aparición

Sexo oral: el riesgo real de una práctica de todo menos inofensiva

Un hombre y una mujer intercambian un preservativo. | ©Freepik.

Aparentemente más higiénicas y menos comprometidas, las relaciones a base de sexo oral tienen una inmerecida fama de seguras cuando se practican sin protección. Por desgracia, la realidad indica que los riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual siguen estando vigentes aunque sean aparentemente menores que en las penetraciones.

No importa el tipo de relación que mantengan los partenaires (sean heterosexuales u homosexuales), lo cual no significa que no haya comportamientos o conductas que puedan hacer aún más riesgosas estas prácticas. Nombres como sífilis, clamidia, gonorrea, herpes, VPH (el temido virus del papiloma humano) o el aún más complicado VIH son parte de esta retahíla de consecuencias de un sexo sin protección que, como indicamos, también queda descubierto con las prácticas orales.

La complicación es especialmente grave en parejas jóvenes, donde minimizar los riesgos de embarazos no deseados a costa de la práctica del sexo oral podría abrir una veda de menos arriesgada. Insistiendo en ese por desgracia, la realidad es que apuntar a los embarazos no deseados como el mayor riesgo de una relación sexual es una torpeza y un error. Como también lo es pretender que solo los jóvenes se enfrentan a estos retos.

De hecho, es también relativamente frecuente que en parejas maduras y heterosexuales existan ciertos patrones que acaben derivando en enfermedades de transmisión sexual por el sexo oral. Aparcado el fantasma de una baja fertilidad, tanto para hombres como para mujeres, la invitación que el sexo oral supone para pretender estar ante un sexo sin riesgo de embarazo, además de acunado por la madurez, vuelve a suponer un conflicto por el cual no se exime de su aparición.

Lo cierto es que, con datos de 2020 en la mano, el puesto número uno entre enfermedades de transmisión sexual en mujeres se lo lleva la clamidia (alrededor de 20.000 mujeres infectadas), acompañada a bastante distancia de la gonorrea y, por último, de la sífilis. El problema, evidente, es que las tasas de ciertas ETS siguen aumentando paulatinamente. De hecho, la gonorrea está en una fase ascendente desde el año 2001, momento en que se tocó el suelo histórico.

Estas complicaciones, asociadas a cualquier tipo de sexo, suponen también la constatación de una pérdida de miedo o del respeto a las enfermedades de transmisión sexual, no letales en 2022 —si se controlan a tiempo—. Por estos motivos, tener en cuenta la realidad que el sexo oral supone como una práctica más comprometida de lo que parece es más necesario que nunca.

Cuándo aumentan los riesgos del sexo oral

Sin ser en ningún momento patologías o infecciones monopolísticas de un género o de una orientación sexual, sí es cierto que hay prácticas de más riesgo que contribuyen a que el sexo oral pudiera ser una fuente de transmisiones de enfermedades. Aún cuando es una práctica que, por regla general, reporta menos índices de contagio, el hecho fehaciente es que nunca es una ratio cero.

Alegoría de sexo oral seguro con un plátano y un preservativo.
El uso de preservativos es recomendado incluso para este tipo de prácticas.

La realidad, avalan diferentes expertos, apunta a que la mucosa genital, rectal y faríngea puede colonizarse por estos patógenos y que incluso ciertas lesiones orales (como llagas o erupciones) también pueden contribuir a esta transmisión, tanto en el caso de la persona que lo realiza como para la persona que lo recibe. Por este motivo, es habitual que las autoridades médicas recomienden el uso de preservativo y de diques dentales a la hora de realizar estas prácticas y, sobre todo, hacer hincapié en el cribado de las relaciones sexuales y las múltiples parejas.

La complicación añadida es que algunas de estas enfermedades pueden cursar asintomáticas en sus primeros estadios (como suele suceder con la clamidia, especialmente, por ser una de las más comunes). Razón por la que se recomienda que cada tres meses o cada año, en función de la actividad sexual desarrollada, se acuda a centros médicos para su posible detección.

También sucede con el VPH, otro virus muy vinculado a ciertos tipos de cánceres como el de orofaringe, el de boca o el de laringe, que también en sus primeras fases puede pasar especialmente desapercibido y no manifestarse. Motivo por el que también es recomendable conocer la realidad sexual de nuestras parejas y, sobre todo, tener claro que independientemente del tipo de sexo oral realizado los riesgos siguen vigente.

Un hombre y una mujer intercambian un preservativo.
Los riesgos del sexo oral no son exclusivos de un género o de una edad. ©Freepik.

Puede tratarse de una felación o de un cunnilingus, pero ambas opciones suponen riesgos sanitarios que son evitables con el uso de una correcta profilaxis. Para ese caso, el uso de preservativos convencionales o el recorte de un preservativo, colocado sobre la lengua, pueden ser las formas más razonables de evitar infecciones.

Curiosamente, el celo de presentar una higiene íntima correcta podría topar con el insano hecho de una boca llena de patógenos, lo cual también es frecuente. Motivo por el que la salud oral y esa abundancia de aftas, llagas, erupciones o enfermedades como la gingivitis o la periodontitis, donde el sangrado oral es habitual, puedan aumentar los riesgos de contagio.

Un hombre joven se realiza un análisis de sangre.
Algunas enfermedades de transmisión sexual cursan asintomáticas en los primeros estadios, por eso conviene someterse a controles periódicos. ©Freepik.

El drama de estos contagios está en que el contacto de las mucosas de la boca con las secreciones genitales facilita la proliferación de bacterias, igual que sucede con otras patologías asociadas a la salud dental. Además, conviene también recordar que, por su fisonomía, las mujeres están más expuestas a contraer enfermedades venéreas cuando se les practica placer oral.

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