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Síndrome del árbol de Navidad: qué es esta patología que afecta a tus pulmones

Cuanto más tiempo tengas el arbolito en casa, más tientas a la suerte y a tus bronquios

Síndrome del árbol de Navidad: qué es esta patología que afecta a tus pulmones

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La Navidad es una época magnífica del año para pasar tiempo en familia, tener unos días de vacaciones o reconectar con nuestros hobbies. Por desgracia, también, un tiempo espléndido para ponerse malo. No hablamos ya sólo de los clásicos resfriados o gripes que suelen azotar el invierno. También de otras realidades tan extravagantes como el síndrome del árbol de Navidad.

No es que sea una razón para invocar al Grinch. Tampoco para prescindir de un adorno tan habitual como carismático que, poco a poco, ha ido desplazando a los típicos y cristianos Nacimientos. Sin embargo, hay una situación que a veces pasa desapercibida cuando hablamos de decoración navideña. Curiosamente, aunque no es nueva, sí ha saltado a la palestra desde hace unos años.

El síndrome del árbol de Navidad, como es evidente, no es una patología médica ad hoc. Tampoco tiene nada que ver con los elementos plenamente decorativos. Es decir, el síndrome en cuestión no obedece a que colguemos más o menos bolitas. Tampoco cambiemos el color de éstas o que decidamos coronar —o no— el árbol con una estrella.

Sin embargo, el síndrome del árbol de Navidad puede ser algo más desagradable de lo que pensamos. Y, a pesar de no estar calificado como tal, puede ser una fuente de problemas de salud en determinados hogares. Sobre todo, si tenemos en cuenta que afecta indistintamente al uso de árboles naturales como los árboles artificiales.

Qué es el síndrome del árbol de Navidad

Una persona coloca una bola en un árbol de Navidad
Sea natural o artificial, el síndrome del árbol de Navidad puede aparecer por igual. ©Freepik.

Un estudio publicado en 2011 por varios investigadores de la Universidad de Syracuse, en Estados Unidos, apuntaban al árbol de Navidad como un enemigo de la salud respiratoria. A raíz de ahí se acuñó el término de síndrome del árbol de Navidad y a la relación que podía tener con ciertas alergias.

La investigación comprobó que en los árboles de Navidad se podían albergar hasta 50 tipos diferentes de mohos, los cuales pueden desencadenar una reacción alérgica en las personas que están cerca. Evidentemente, este tipo de mohos pueden ser más beligerantes con personas que padezcan determinadas alergias. Entre los casos más lógicos, los que tienen que ver con los ácaros del polvo. También a los que pueden estar expuestos a determinados pólenes de árboles como el pino, las coníferas (el abeto es un buen ejemplo) o el ciprés.

Según sus recopilaciones de datos, los niveles de esporas de moho en el aire se multiplicaban por seis cuando se introducía una conífera viva en los hogares. Del mismo modo, explicaban que esta multiplicación —de 800 esporas por metro cúbico a 5.000— se producía tras mantener el árbol de Navidad 14 días en la casa. Esporas de las que ya te hablamos en THE OBJECTIVE y que amenazan con ser uno de los grandes alérgenos del futuro.

Qué sucede con los árboles artificiales

Por este motivo, los investigadores aludían a la necesidad de hacer test de alergia para comprobar la sensibilidad al moho de los pacientes. Así como proceder a la identificación de los tipos de mohos que podía haber en las coníferas. Sin embargo, si estuvieras pensando que los árboles ‘falsos’ se libran, tenemos malas noticias. Aunque, lógicamente, no tengan ningún tipo de polen o de partícula orgánica que pueda desatar alergias, tampoco se eximen del síndrome del árbol de Navidad.

Por motivos económicos, de espacio y ecológicos, los árboles artificiales han ganado un gran protagonismo en Navidad. Son más fáciles de desechar, son más baratos y, además, no tienen una impronta medioambiental —teórica— tan severa. Sin embargo, si lo que te estás preguntando, alérgico de ti, es si estos árboles se libran del síndrome del árbol de Navidad, tenemos malas noticias.

Un hombre con síndrome del árbol de Navidad
El síndrome del árbol de Navidad puede empeorar ciertas patologías respiratorias como rinitis o asma en determinados alérgicos. ©Freepik.

Aunque, como insistimos, no tengan ningún componente natural, también pueden desencadenar ciertas reacciones alérgicas. El problema, como también es evidente, está en que no deja de ser una decoración que puede servir como hospedaje para distintos bichitos como los ácaros del polvo. En ciertas zonas de España la sensibilización a los ácaros afecta hasta a un 30% de la población. Cifra que aumenta en el caso de los asmáticos hasta un 90%.

Un enemigo diminuto y silencioso que encuentra en el ramaje difícil de limpiar de los árboles de Navidad artificiales una casa perfecta. Si a ello le sumamos que en Navidad las oportunidades de ventilar son pocas (debido al frío exterior) y que hacemos un uso masivo de los aparatos de climatización, tenemos el cóctel perfecto para que los ácaros se multipliquen.

Más enemigos invisibles: aerosoles y decoración

Si además tenemos mascotas en casa —como perros o gatos— y mantenemos el árbol de Navidad durante varias semanas, seguiremos tentando a la suerte para que el síndrome del árbol de Navidad haga de las suyas. Realidad que, por cierto, también podría verse complicada si añadimos los clásicos aerosoles de nieve artificial por encima de las ramas. Un problema que puede agravarse con el tipo de decoración.

Pensemos cómo y cuándo conservamos los adornos de Navidad cada temporada. Cajas que van al trastero o a un almacén, a veces mal tapadas, y donde la humedad o el polvo pueden estar a la orden del día. De nuevo, mismos elementos que debemos evitar en caso de ciertas alergias. Y, de nuevo, un polvo que, cuando traigamos al año siguiente esas cajas, va a volver a aparecer en casa.

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