Mal olor de pies: cuándo deja de ser normal y por qué razones aparece
Aunque pensemos que todo es cuestión de una mala higiene no tiene por qué ser así
Son muchas las personas que conviven con el mal olor de pies. Una realidad que tiene dos protagonistas fundamentales: el sudor y la descomposición de la piel. Eso no quiere decir que sean las únicas causas, pero sí los actores principales de una película que no suele tener final feliz.
Molesto, tanto para el que lo sufre como para quienes le rodean, el mal olor de pies no tiene por qué ser sólo una causa de deficiente higiene. Es cierto que influye en gran medida, pero incluso en personas con una buena higiene puede haber factores que condicionen esta incómoda situación.
No obstante, esto tampoco quiere decir que se haya de normalizar el mal olor de pies. Lo conveniente es poner remedio y, sobre todo, conocer cuáles son los orígenes que pueden estar detrás de esta realidad. De hecho, hay componentes de lo más variopintos, algunos incluso que pueden tener que ver con el estrés o con determinadas patologías, que agraven la situación.
Por qué se produce el mal olor de pies
En el cuerpo humano hay entre dos y cuatro millones de glándulas sudoríparas. Sin embargo, unas 250.000 se concentran en los pies, lo cual provoca que sea la parte del cuerpo por la que más sudemos. A ello hay que sumar otra realidad: la ley de la gravedad. Durante el ejercicio físico, además de secretar más sudor de la cuenta, también posibilitamos que los pies acaben recogiendo parte del resto del sudor de otras partes del cuerpo.
Considerado un método de refrigeración natural, esta sudoración genera mal olor a medida que entra en contacto con otras sustancias. Especialmente con las bacterias que tenemos en la piel, que en su descomposición generan diferentes sustancias como amonio —una mezcla de hidrógeno y nitrógeno— y ácidos grasos. En conjunto, generan lo que denominamos ese mal olor de pies, acontecido por las bacterias que están en nuestra piel descomponen ese sudor.
Los orígenes del mal olor de pies
Como decimos, las causas por las que pueden oler los pies son muchas y variadas. De hecho, hay determinados fenómenos que afectan a su aparición con más o menos vehemencia. Los cambios hormonales, tanto en la adolescencia como en la juventud, implican un aumento del olor corporal. También hay alimentos que pueden incrementar el sudor, por lo que podrían aumentar el olor de pies. No obstante, otros factores como el ejercicio físico también son relevantes, tal y como menciona este estudio.
De la misma manera, el estrés —que suele venir aparejado a un aumento de la sudoración— también podría desembocar en un peor olor de pies. Esto se debe a que el organismo permite una reacción hormonal en la que se produce una mayor activación de las glándulas sudoríparas que citábamos antes.
Por supuesto, determinados fenómenos que tengan que ver con hongos —como el pie de atleta— o las bacterias —como la Brevibacterium linens— estarían detrás del mal olor de pies. Por eso también conviene siempre mantenerlos secos, sustituyendo los calcetines cuando sea necesario. Especialmente en los espacios interdigitales, que acumulan más suciedad y residuos. A todo ello además se debe incluir la presencia de otros trastornos como la hiperhidrosis o sudoración excesiva, que también afectaría.
Cómo combatir el mal olor de pies
No vamos a descubrir la pólvora con las claves para enfrentarse a esta incómoda situación. Lo evidente es que tengamos pies limpios, frescos y sanos. Por eso, si el olor de pies nos martiriza, lo conveniente es lavar los pies a diario con agua y jabón, además de utilizar calzados que permitan la transpiración y que los cambiemos a diario. De esta manera, impediremos que el olor y las sustancias secretadas permanezcan en los tejidos. También conviene que utilicemos calcetines —como ya te contamos en THE OBJECTIVE— de materiales transpirables y naturales como algodón o lana.
¿Qué incluye una buena higiene de pies? Pues un jabón antiséptico con ingredientes antimicrobianos y antifúngicos. Mejor que sea líquido y que luego nos esmeremos en el secado. Aparte, se pueden utilizar desodorantes que también tienen virtudes fungicidas. No limitan la sudoración —esto es importante mencionarlo—, pero al menos eliminan las bacterias. Por último, se pueden usar también antitranspirantes que van a limitar el ambiente húmedo que se genera a través de la sudoración de pies.
A pesar de todas estas medidas, puede que los pies sigan oliendo mal. En este caso, lo más recomendables volver al podólogo para poner remedio a la situación. Puede que parte del problema sea la aparición no erradicada de bacterias u hongos que no se eliminen con los lavados. Por eso, puede que el podólogo prescriba algún tratamiento antimicótico o antibacteriano para su corrección.