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La moda de las toallitas dentales ha llegado para quedarse: pros y contras frente al cepillado

Analizamos esta herramienta que pretende realizar la misma función que un cepillado común

La moda de las toallitas dentales ha llegado para quedarse: pros y contras frente al cepillado

Un hombre lavándose los dientes | Gtres

Seguro que conoces a alguien que ya usa toallitas dentales en su día a día, o quizá eres tú uno de ellos. Esta herramienta, que pretende realizar la misma función que un cepillado común, se ha puesto muy de moda en los últimos años por su comodidad. Pero ¿realmente sirven de algo? ¿Pueden sustituir al cepillado? Lo vemos en las siguientes líneas.

Toallitas dentales: pros y contras

Las toallitas dentales cada vez son usadas por más personas, quizá, por su comodidad, ya que basta con frotarse con una de ellas por toda la boca (dientes, encías, lengua…) para finalmente enjuagarse con agua.

Y lo cierto es que, a priori, funcionan, ya que ayudan a eliminar las bacterias y el sarro, y además dejan sensación de buen aliento tras su uso.

Toallitas dentales
Toallitas dentales

Sin embargo, también tienen contras. Así lo asegura el odontólogo Iván Malagón, autor del libro Eres un crack: Y, si todavía no lo sabes, éste es tu libro (Alienta), quien advierte del uso de toallitas dentales como sustituto insuficiente. El experto destaca que estas no pueden alcanzar las zonas inaccesibles de los dientes y muelas, como los surcos profundos, donde se requieren microfilamentos para una limpieza efectiva. Por ello, recomienda alternativas como el chicle sin azúcar con xilitol, aunque subraya que ninguna sustituye al cepillado. Además, el experto recalca que el cepillado no solo limpia, sino que también estimula las encías y limpia el surco gingival, aspectos imposibles de lograr con las toallitas.

Malagón concluye, entonces, que las toallitas dentales no son válidas para una limpieza dental efectiva y enfatiza la importancia de una correcta salud bucal, clave para el bienestar general.

Otros errores que quizá cometes con tu higiene dental

Además de utilizar toallitas dentales en vez del cepillado común, es posible que estés cometiendo otros errores en tu higiene diaria. El mencionado odontólogo detalla a los fallos que debemos evitar:

  • Duración escasa: con dos minutos bastan, pero no menos. Todavía muchas personas no le dedican el tiempo necesario, especialmente los niños (a los que hay que habituar) y las consecuencias de una higiene dental insuficiente se pagan en el futuro. Si nos cepillamos durante poco tiempo no se eliminan todos los restos de alimentos y tampoco conseguiremos reducir a las bacterias responsables de las caries, correremos un mayor riesgo de periodontitis, las encías se debilitarán…. Son sólo dos minutos pero a cambio una mejor salud.
  • Demasiada pasta y demasiados cepillados: «La medida exacta de cuanto dentífrico hay que poner en el cepillo es ‘un guisante’, ni más, ni menos», recomienda el doctor. La pasta de dientes, entre sus muchos componentes, lleva unos llamados abrasivos. Se trata de una sustancia sólida que ayuda al arrastre de los restos de alimentos logrando una limpieza eficaz, pero también tiene sus riesgos. Si la pasta tiene demasiados (debemos verificar el índice RDA del dentífrico) se debilita mucho el esmalte, por lo que no hay que echar mucha, la justa. Tampoco hay que pasarse de cepillados, con tres veces al día, una tras cada comida es suficiente y así no dañaremos el esmalte.
  • Olvidarse de la lengua y las encías: son las grandes olvidadas en la higiene oral, pero lo cierto es que es sumamente importante su limpieza para cuidar nuestra salud oral. Al igual que nos cepillamos los dientes también hay que hacerlo con la lengua y las encías, de manera suave, ojo.
  • No cepillarse las caras interiores: en la cara de los dientes que no vemos también se quedan restos de alimentos, y no cepillarlas implica que las bacterias permanecen en esas zonas.
  • Cepillo incorrecto: usar cepillos grandes o de cerdas muy duras es contraproducente, más que limpiar, dañas tus dientes. Es preferible utilizar cepillos pequeños que alcancen todos los recovecos y con cerdas suaves para que no se dañe el esmalte. Un cepillo de cerdas duras sólo lo recomienda el especialista para determinados problemas.
  • Mojar el cepillo: la forma correcta de lavarse los dientes es con el cepillo seco antes de pasarlo a la boca, ya que si se moja, se diluye la pasta de dientes y los efectos del cepillado son menores.
  • No limpiar el cepillo tras su uso: este es un fallo muy común, tras el cepillado se deja el cepillo de vuelta en el frasco de los cepillos sin haberlo lavado. Es necesario lavarlo ya que si no, las bacterias o restos de alimentos que hemos eliminado de nuestra boca seguirán en las cerdas la próxima vez que nos cepillemos. Además, no hay que guardarlo húmedo con su capuchón, eso es un caldo de cultivo para las bacterias, es más recomendable dejarlo sin tapar.
  • Cambiar poco el cepillo: el cepillo sufre desgaste, y por ello hay que cambiarlo cada 3 meses o antes si notamos que está muy desgastado.
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