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Apnea del sueño: qué es, cómo se identifica y cuándo es potencialmente peligrosa

Una colección de ronquidos puede ser la primera pista de una patología mucho más temible de lo que parece

Apnea del sueño: qué es, cómo se identifica y cuándo es potencialmente peligrosa

Una mujer durmiendo. | ©Freepik

La apnea del sueño es un trastorno grave que afecta la respiración de las personas mientras duermen. Este problema se caracteriza por pausas repetidas en la respiración o por episodios de respiración superficial. Durante estas pausas, que pueden durar desde unos pocos segundos hasta minutos, el sueño se interrumpe constantemente. Estos intervalos pueden llevar a una calidad de sueño pobre y a una serie de problemas de salud. La apnea del sueño no solo afecta la calidad del descanso, sino que también puede tener consecuencias graves para la salud cardiovascular y metabólica. Algo que atestigua numerosa literatura médica.

Este trastorno del sueño es más común de lo que se podría pensar. Además, afecta a personas de todas las edades, aunque es más frecuente en adultos mayores y en personas con sobrepeso. La apnea del sueño puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, ya que muchas personas no son conscientes de que su respiración se interrumpe mientras duermen. A menudo, son los compañeros de cama quienes notan los síntomas por primera vez. Especialmente con ronquidos fuertes, jadeos o incluso la sensación de que la persona deja de respirar.

La apnea del sueño no solo afecta a la calidad del sueño, sino que también tiene un impacto significativo en la salud general. Si no se trata, puede aumentar el riesgo de hipertensión, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, diabetes tipo 2 y otras complicaciones graves. Además, la falta de un sueño reparador puede llevar a la somnolencia diurna, lo que aumenta el riesgo de accidentes laborales y de tráfico. Por eso, es crucial identificar y tratar la apnea del sueño lo antes posible.

Apnea del sueño: cuántos tipos diferentes hay

Existen varios tipos de apnea del sueño. Las principales son la apnea obstructiva del sueño (AOS), la apnea central del sueño (ACS) y la apnea mixta o compleja. La apnea obstructiva del sueño es la forma más común y ocurre cuando los músculos de la garganta se relajan excesivamente durante el sueño, bloqueando las vías respiratorias. Esto provoca que la persona haga esfuerzos para respirar, lo que interrumpe el sueño repetidamente.

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La apnea más común es la apnea obstructiva del sueño. ©Freepik.

La apnea central del sueño es menos común. En este supuesto se produce cuando el cerebro no envía las señales adecuadas a los músculos que controlan la respiración. En este tipo de apnea, la falta de señales desde el cerebro hace que la persona deje de respirar momentáneamente, sin que haya un bloqueo físico en las vías respiratorias. Las causas pueden incluir enfermedades neuromusculares, insuficiencia cardíaca y ciertos medicamentos que afectan el sistema nervioso central.

La apnea mixta o compleja es una combinación de los dos tipos anteriores. Inicialmente, puede parecer una apnea obstructiva del sueño, pero durante el tratamiento, se pueden observar episodios de apnea central. Algo que explican desde MSD Manuals. Este tipo de apnea es más complicado de tratar, ya que involucra tanto factores obstructivos como centrales.

Cómo identificar la apnea del sueño

Identificar la apnea del sueño puede ser complicado, ya que muchos de los síntomas ocurren mientras la persona está dormida. Los ronquidos fuertes y frecuentes son un indicio común, aunque no todas las personas que roncan tienen apnea del sueño. Los jadeos, asfixia o pausas en la respiración observados por otra persona son señales claras de que puede estar presente este trastorno.

La somnolencia diurna excesiva es otro síntoma clave de la apnea del sueño. Las personas con este trastorno a menudo se sienten extremadamente cansadas durante el día, a pesar de haber pasado suficientes horas en la cama. Esta somnolencia puede afectar el rendimiento en el trabajo, en la escuela y aumentar el riesgo de accidentes. También es común que las personas con apnea del sueño experimenten dificultades para concentrarse, irritabilidad y cambios de humor.

Para confirmar un diagnóstico de apnea del sueño, los médicos a menudo recomiendan una polisomnografía, que es un estudio del sueño que se realiza durante la noche en un laboratorio del sueño. Este estudio monitoriza varios parámetros fisiológicos, como la actividad cerebral, los movimientos oculares, la actividad muscular, el ritmo cardíaco y la respiración, lo que permite a los especialistas identificar los episodios de apnea y determinar su gravedad.

Qué factores pueden provocar su aparición

Varios factores pueden aumentar el riesgo de desarrollar apnea del sueño. El exceso de peso es uno de los factores de riesgo más significativos. El tejido graso adicional alrededor de las vías respiratorias puede obstruir la respiración, especialmente cuando los músculos de la garganta están relajados durante el sueño. La obesidad se asocia con una mayor prevalencia de apnea obstructiva del sueño. De hecho, se estima que el aumento de peso está detrás de los números cada vez mayores de esta patología, que presenta una prevalencia de alrededor del 3% de la población.

La edad también juega un papel importante en la aparición de la apnea del sueño. A medida que las personas envejecen, la musculatura de la garganta tiende a debilitarse, lo que aumenta la probabilidad de que las vías respiratorias se colapsen durante el sueño. Además, los hombres son más propensos a desarrollar apnea del sueño que las mujeres, aunque el riesgo para las mujeres aumenta después de la menopausia, de lo que ya te hablamos en THE OBJECTIVE.

Otros factores que pueden contribuir al desarrollo de la apnea del sueño incluyen la congestión nasal crónica, el uso de alcohol y sedantes que relajan los músculos de la garganta, el tabaquismo y la anatomía de las vías respiratorias superiores, como una lengua grande, amígdalas agrandadas o una mandíbula pequeña. La genética también puede influir, ya que la apnea del sueño puede ser más común en algunas familias.

Cómo se trata la apnea del sueño

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El sobrepeso y la edad empeoran los pronósticos de la apnea del sueño. ©Freepik.

Una de las formas más comunes de tratar la apnea obstructiva del sueño es mediante el uso de un dispositivo de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP). Este dispositivo utiliza una máscara que se coloca sobre la nariz o la boca y proporciona un flujo constante de aire a presión que mantiene abiertas las vías respiratorias. El CPAP es eficaz en la mayoría de los casos y puede mejorar significativamente la calidad del sueño y reducir los síntomas diurnos.

En casos leves de apnea obstructiva del sueño, los cambios en el estilo de vida pueden ser suficientes para reducir los síntomas. Perder peso, dejar de fumar y evitar el alcohol y los sedantes antes de acostarse son medidas que pueden ayudar a disminuir la frecuencia y la gravedad de los episodios de apnea. Además, dormir de lado en lugar de boca arriba puede prevenir el colapso de las vías respiratorias.

Para la apnea central del sueño, el tratamiento puede incluir el uso de dispositivos similares al CPAP, como el dispositivo de presión positiva de dos niveles (BiPAP), que ajusta la presión del aire durante la inhalación y la exhalación. En algunos casos, el tratamiento de la afección subyacente, como la insuficiencia cardíaca o el uso de ciertos medicamentos, puede mejorar los síntomas de la apnea central del sueño. Los medicamentos que estimulan la respiración también pueden ser útiles en algunos pacientes.

Férulas y cirugía para casos extremos

Además de los tratamientos médicos, la terapia de posicionamiento, que implica el uso de dispositivos para mantener una postura lateral durante el sueño, y el uso de férulas orales que reposicionan la mandíbula y la lengua, también pueden ser útiles en ciertos casos de apnea obstructiva del sueño.

La cirugía puede ser una opción para aquellos pacientes que no responden a otras formas de tratamiento o que tienen anomalías anatómicas que contribuyen a la obstrucción de las vías respiratorias. Los procedimientos quirúrgicos pueden incluir la eliminación de las amígdalas o adenoides agrandadas, la corrección de una desviación del tabique nasal o la reducción del tejido en la parte posterior de la garganta. En casos graves, se puede considerar la cirugía para avanzar la mandíbula (cirugía maxilofacial) para aumentar el espacio de las vías respiratorias.

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