¿Cuáles son las dos épocas de mayor felicidad? La ciencia nos lo dice
Un estudio de la Universidad de Michigan indica que los adolescentes, a medida que pasan los años, son más infelices
La felicidad es un concepto que ha intrigado a la humanidad durante siglos, y aunque muchos la consideran un estado subjetivo, la ciencia ha logrado identificar patrones en cómo se experimenta a lo largo de la vida.
Estudios recientes han analizado la relación entre la felicidad y la edad, revelando que existen dos épocas en las que las personas tienden a ser más felices.
Contrario a lo que se podría pensar, estas etapas no están relacionadas con el éxito profesional o la acumulación de bienes materiales, sino con procesos internos y cambios en la forma de percibir la vida. ¿Cuáles son estas épocas de mayor felicidad?
¿Qué es la felicidad?
La felicidad ha sido objeto de estudio tanto para psicólogos como para filósofos. Desde la psicología, se entiende no como algo que se deba perseguir incansablemente, sino como un estado ligado a emociones positivas.
Los filósofos, por su parte, la consideran el fin último del ser humano, más relacionado con la forma de vivir que con un objetivo concreto a alcanzar.
Hugo Sánchez, académico de la Facultad de Psicología (FP) de la Universidad Nacional Autónoma de México, plantea que la felicidad está vinculada a los eventos y situaciones que satisfacen nuestras necesidades.
Según él, no es algo que se posea permanentemente, sino una construcción personal que se debe disfrutar cuando se manifiesta.
Este enfoque sugiere que la felicidad es más una actitud hacia la vida y una capacidad de adaptación que una meta fija.
¿En qué épocas somos más y menos felices?
Por otro lado, los economistas David Blanchflower y Andrew Oswald han explorado la relación entre la felicidad y la edad.
Su investigación revela que, durante la mediana edad, aproximadamente entre los 40 y 50 años, las personas experimentan un periodo de mayor infelicidad, conocido como la crisis de mediana edad.
Según sus hallazgos, este periodo alcanza su punto máximo de infelicidad alrededor de los 47 años en los países desarrollados y a los 42 años en los países en desarrollo.
Esta etapa de la vida se caracteriza por miedos e inquietudes que parecen disminuir después de pasar este umbral.
La investigación de Oswald concluye que las dos etapas más felices de la vida son la infancia y el periodo posterior a la mediana edad, es decir, después de los 50 años.
Con la madurez, los cerebros se vuelven más resistentes al estrés y más receptivos a las experiencias positivas. Esto permite a las personas disfrutar más de las pequeñas cosas y mantener una actitud más positiva ante la vida.
¿Qué dicen otros estudios?
Sin embargo, la felicidad es un fenómeno complejo que varía según la etapa de la vida. Un estudio de la Universidad de Michigan indica que los adolescentes son cada vez más infelices, especialmente a partir de 2012.
Esto sugiere que los factores que influyen en la felicidad cambian con el tiempo y que diferentes grupos de edad enfrentan desafíos únicos en su búsqueda de bienestar emocional.
¿Por qué buscamos la felicidad?
Buscamos la felicidad porque es un estado intrínsecamente deseado por la naturaleza humana. Desde un punto de vista evolutivo, las emociones positivas como la felicidad nos impulsan a realizar acciones que favorecen nuestra supervivencia y bienestar.
La felicidad está asociada con la satisfacción de nuestras necesidades básicas, la formación de vínculos sociales y la búsqueda de experiencias gratificantes, lo que nos motiva a continuar esforzándonos por vivir de manera plena.
Además, desde una perspectiva psicológica, la búsqueda de la felicidad se relaciona con el deseo de encontrar sentido y propósito en la vida. Nos impulsa a establecer metas, superar desafíos y crecer como individuos.
Culturalmente, también estamos influenciados por la idea de que la felicidad es un indicador de una vida exitosa. Las sociedades suelen valorar la felicidad y el bienestar, lo que nos lleva a perseguir este estado como una forma de cumplir con las expectativas sociales y personales.
Así, la búsqueda de la felicidad se convierte en un viaje constante que define nuestras decisiones, relaciones y aspiraciones.