Si necesitas terminar sí o sí una tarea para empezar otra tienes este problema
Estudios recientes han puesto de manifiesto que esta forma de trabajar puede tener consecuencias psicológicas
Tener una lista de tareas a seguir puede parecer una forma organizada y eficiente de gestionar el tiempo, especialmente cuando cada tarea se completa para poder pasar a la siguiente.
Sin embargo, estudios recientes han puesto de manifiesto que esta forma de trabajar puede tener consecuencias psicológicas adversas.
Psychology Today, en su investigación sobre esta práctica, ha examinado cómo el llamado sesgo de finalización afecta a los estudiantes y otras personas.
Los resultados arrojan luz sobre el potencial impacto negativo que puede tener esta conducta, especialmente en términos de adicción y evitación de tareas importantes.
¿Qué es el sesgo de finalización?
El sesgo de finalización se refiere a la tendencia psicológica que empuja a una persona a necesitar terminar una tarea para sentir satisfacción y poder pasar a la siguiente.
Esta conducta se intensifica cuando las tareas están hiladas de tal forma que es imprescindible completar una antes de abordar la siguiente.
Para muchos, esta secuencia puede ser un patrón adictivo difícil de romper, llevando a una obsesión por tachar elementos de la lista sin detenerse a evaluar la importancia o utilidad real de cada tarea.
Esta patología se caracteriza por el impulso de continuar hasta completar cada tarea, incluso si estas actividades son triviales o poco relevantes.
Según el estudio, la razón detrás de esta compulsión es la dopamina, una hormona vinculada con el placer y la recompensa.
Cuando se completa una tarea, el cerebro libera dopamina, generando una sensación de felicidad y satisfacción momentánea, lo que refuerza la conducta de buscar más tareas que ofrecerán esa recompensa inmediata.
¿Qué problema puede generar esto?
Aunque la dopamina es una hormona beneficiosa para la motivación y el bienestar, su influencia en la mente puede derivar en una forma de adicción.
El problema surge cuando la búsqueda de este placer químico lleva a evitar tareas más difíciles, a la procrastinación de objetivos importantes y a la realización de tareas sin valor. Los riesgos principales de este sesgo incluyen:
- Evitar tareas complejas o relevantes: la necesidad de una recompensa rápida puede llevar a las personas a centrar su atención en tareas fáciles y de rápida conclusión, dejando de lado las que realmente importan. De este modo, se fomenta una especie de procrastinación en la que se priorizan tareas superficiales, postergando las que tienen un mayor impacto.
- Concentrarse en tareas triviales: aquellos que padecen el sesgo de finalización pueden dedicar tiempo a completar tareas irrelevantes solo para obtener la satisfacción de tacharlas de su lista. Esto no solo resta tiempo para actividades más significativas, sino que genera una falsa percepción de productividad.
- Asumir riesgos innecesarios: en algunos casos, la obsesión por terminar una tarea puede llevar a que la persona pierda la racionalidad sobre los riesgos asociados. La urgencia de alcanzar el objetivo puede hacer que los individuos se expongan a situaciones peligrosas o desestimen los efectos negativos de apresurarse.
Tal y como señala uno de los participantes del estudio, “mi objetivo es intentar llegar hasta el final solo para sentir que he terminado”. Esta mentalidad puede resultar útil en algunas situaciones, pero a largo plazo, puede derivar en una conducta rígida y poco saludable.
¿Es posible controlar esta obsesión y sacarle provecho?
Aunque el sesgo de finalización puede ser perjudicial, no es imposible controlarlo y transformarlo en un recurso positivo.
La clave está en gestionar adecuadamente las listas de tareas y evitar que el deseo de finalizar una actividad se convierta en una obsesión.
- Priorizar tareas importantes: en lugar de avanzar de forma automática a la siguiente tarea, es útil hacer una pausa y evaluar cuál es más relevante o urgente. Una lista de tareas organizada por prioridades permite que el esfuerzo se enfoque en los objetivos de mayor impacto, sin caer en la trampa de priorizar tareas insignificantes.
- Establecer metas realistas y flexibles: la rigidez de la lista cerrada puede ser contraproducente. En su lugar, mantener una lista con cierto margen para reordenar actividades según cambien las prioridades ayuda a reducir el riesgo de estancamiento en tareas inútiles.
- Disfrutar del proceso, no solo de la meta: en lugar de buscar la gratificación inmediata de concluir una tarea, centrarse en disfrutar de cada paso permite experimentar una satisfacción continua, reduciendo la necesidad de una recompensa rápida y favoreciendo la motivación a largo plazo.
- Practicar la autocompasión y el descanso: reconocer que no es necesario completar todas las tareas para sentirse satisfecho con el día es fundamental. Aprender a aceptar pausas y el descanso es esencial para reducir el estrés y evitar el agotamiento.
La moderación como clave para el éxito
Como sucede con muchas tendencias y conductas, la moderación es clave. Y es que según los expertos, el sesgo de finalización puede ser una herramienta para mejorar la productividad cuando se gestiona adecuadamente.
Como señala la psicóloga de productividad Julia Keller, “utilizar la satisfacción de finalizar tareas como un impulso para avanzar en proyectos importantes es un recurso valioso, siempre y cuando se mantenga una perspectiva clara sobre la relevancia de cada actividad”.