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Padres tóxicos; cuando el chantaje sobrepasa la línea, cómo identificarlos y defenderte

El amor o diferentes formas de demostrarlo no está reñido con comportamientos que puedan ser negativos

Padres tóxicos; cuando el chantaje sobrepasa la línea, cómo identificarlos y defenderte

Un padre discutiendo con su hijo. | Freepik.

En nuestras relaciones cotidianas, es habitual encontrarse con dinámicas que, aunque no siempre nos demos cuenta al principio, pueden ser emocionalmente dañinas. Las relaciones tóxicas pueden estar presentes en diferentes áreas de la vida: una pareja que limita nuestra libertad, un amigo que utiliza la manipulación para obtener lo que desea o, en casos más delicados, padres tóxicos que, a pesar de profesarnos cariño, cruzan la línea de lo saludable.

La idea de que el amor familiar debería ser siempre positivo y constructivo es una expectativa social muy extendida, pero también puede ser engañosa. Existen padres que, a pesar de su afecto, desarrollan patrones de comportamiento dañinos hacia sus hijos, basados en el control, la culpa o el chantaje emocional.

Reconocer que un ser querido, especialmente un padre o una madre, puede ser tóxico no es tarea fácil. Vivimos en una cultura que valora la familia y nos enseña que los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Sin embargo, la realidad es más compleja y el cariño o amor de un padre tóxico puede estar teñido de demandas que afectan nuestra autonomía y bienestar emocional.

Para quienes tienen padres tóxicos, la idea de que alguien que tanto significa para ellos puede estar ejerciendo una influencia dañina es dolorosa. Este tipo de relación se manifiesta de diversas maneras y no siempre resulta fácil de identificar. Muchas personas prefieren ignorar el problema o justificar ciertas actitudes por miedo a enfrentarse a la decepción que supone aceptar esta realidad. No obstante, entender y aceptar esta situación es crucial para preservar la salud emocional y establecer límites que eviten el desgaste y el sufrimiento. Algo sobre lo que la psicóloga Laura Rojas-Marcos ha ahondado en trabajos como La familia: De relaciones tóxicas a relaciones sanas.

Cómo identificar a unos padres tóxicos

El término «padres tóxicos» no es clínico. No obstante, refleja un conjunto de comportamientos característicos que pueden afectar el desarrollo y la autoestima de los hijos. Se utiliza para describir a aquellos progenitores que, de forma intencionada o inconsciente, generan un desorden y un entorno de dependencia emocional, culpabilidad y manipulación, impactando negativamente en el bienestar de sus hijos. Estos patrones no necesariamente se presentan desde la infancia. En muchos casos se intensifican a medida que los hijos ganan independencia o empiezan a tomar decisiones propias que difieren de los deseos de sus padres.

Una de las características principales de los padres tóxicos es la manipulación emocional. Utilizan el chantaje emocional o la victimización para lograr que sus hijos actúen conforme a sus deseos. Por ejemplo, pueden hacer sentir a sus hijos culpables por no cumplir con sus expectativas. También a menudo se les reprocha su independencia, sugiriendo que su desapego es una forma de traición. Otro rasgo frecuente es la necesidad de control, que se traduce en comportamientos sobreprotectores o intrusivos, dificultando la autonomía de los hijos, incluso en su vida adulta. Fenómenos que la psicología puede trabajar, como hemos explicado en THE OBJECTIVE.

El perfil de padres tóxicos puede variar. No obstante, tiende a presentarse más en personas con dificultades para manejar sus propias emociones o que temen al cambio y la soledad. Asimismo, esta actitud puede intensificarse en momentos en los que los hijos empiezan a marcar su propio camino. Algo que sucede sobre todo en la adolescencia o al iniciar una relación de pareja. Este tipo de padres no necesariamente tienen intenciones maliciosas; muchos de ellos no son conscientes del daño que causan, creyendo que sus acciones representan amor y cuidado. Sin embargo, esa sobreprotección y control pueden tener un impacto negativo en la autoestima y la salud emocional de los hijos. Algo que explica la doctora Susan Forward en uno de sus trabajo más reconocidos: Padres que odian.

Cómo protegerte de unos padres tóxicos: herramientas para no creerte un mal hijo

Defenderse de la toxicidad parental no convierte a nadie en un mal hijo. A veces, establecer límites es una forma saludable de preservar la relación sin caer en el resentimiento o el desgaste emocional. Los padres tóxicos suelen utilizar estrategias como el chantaje emocional, el silenciamiento o la crítica constante para mantener un sentido de control sobre sus hijos. Es importante reconocer que estas estrategias pueden surgir de la inseguridad o el miedo, y no siempre son intencionadas. Sin embargo, el hecho de que no sean malintencionadas no significa que deban tolerarse sin más. Algo que explica el autor Jeff Connolly, autor de un trabajo muy reciente sobre el tema, aún no traducido, titulado It’s Them, Not You: How to Break Free from Toxic Parents and Reclaim Your Story.

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Estas situaciones de toxicidad parental no entienden ni de género ni de edad. ©Freepik.

Una de las herramientas más útiles para enfrentar este tipo de situación es el establecimiento de límites claros y firmes. Esto puede ser difícil al principio, ya que los padres tóxicos suelen reaccionar negativamente al percibir que pierden control sobre sus hijos. Sin embargo, es fundamental recordar que estos límites no son una muestra de desprecio o falta de cariño, sino una necesidad para proteger la salud emocional. Otra estrategia útil es aprender a identificar el chantaje emocional y no ceder a él.

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Por último, buscar apoyo externo, ya sea en amigos, pareja o profesionales de la salud mental, puede ser de gran ayuda. Hablar con alguien objetivo que pueda ofrecer perspectiva puede reforzar la seguridad y la autoestima necesarias para enfrentar una relación parental tóxica. También para comprobar que puede generar episodios de ansiedad y de estrés. Aceptar que nuestros padres pueden tener actitudes dañinas y decidir protegernos de ellas es un acto de responsabilidad hacia uno mismo.

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