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Qué es la midorexia o por qué el miedo a envejecer está cada día más presente

En una sociedad que vanagloria la juventud, no aceptar el paso del tiempo puede ser peor de lo que parece

Qué es la midorexia o por qué el miedo a envejecer está cada día más presente

Un hombre maduro practicando deporte. | ©Freepik.

El ser humano convive con un abanico casi infinito de miedos y fobias. Algunas tienen su origen en experiencias traumáticas o situaciones extremas vividas en el pasado, lo que facilita su comprensión desde una perspectiva emocional o psicológica. Sin embargo, existen otras cuya raíz no es tan clara, pero que afectan con la misma intensidad.

Uno de estos temores, más silencioso y socialmente extendido de lo que solemos reconocer, tiene que ver con la forma en que asumimos el paso del tiempo. Envejecer, que debería ser una etapa más del ciclo vital, se ha convertido en algo que muchas personas temen. Incluso cuando aseguran no preocuparse por ello. La contradicción entre lo que se siente y lo que se afirma con palabras refleja una tensión cada vez más común.

En buena parte, este miedo se alimenta de los estándares culturales actuales. La glorificación de la juventud hasta casi convertirla en una obligación estética, emocional y laboral influye de manera decisiva. La vejez, por el contrario, ha perdido buena parte del respeto simbólico que tenía en otras épocas, donde se valoraba la experiencia acumulada como signo de sabiduría. Hoy, la arruga no es bella: es una amenaza a combatir. Algo de lo que hemos hablado en THE OBJECTIVE, por ejemplo, al hablar de síndromes como el de Peter Pan.

Midorexia: por qué tienes miedo a envejecer

La midorexia es un término que ha ganado fuerza en los últimos años para describir el miedo irracional o desproporcionado a envejecer. Etimológicamente, combina mid (de mediana edad) con orexia (apetito o deseo), haciendo referencia al impulso de mantener una imagen joven más allá de lo razonable. No se trata solo de querer sentirse bien con uno mismo, sino de una necesidad casi obsesiva de parecer joven, como forma de negar el paso del tiempo. En este sentido, el término gerascofobia también definiría esta realidad.

Las personas que suelen experimentar midorexia tienen habitualmente entre 40 y 60 años, una franja vital donde se produce un punto de inflexión en la percepción de uno mismo. Aunque puede afectar a cualquier género, las mujeres tienden a sufrirla con mayor intensidad, debido a la presión estética que históricamente han soportado. No obstante, cada vez más hombres se ven atrapados en esta ansiedad por mantenerse eternamente jóvenes, especialmente en contextos sociales o profesionales competitivos. Una realidad fuertemente vinculada a una tendencia edadista en la sociedad actual.

La midorexia va más allá de teñirse el pelo o usar cremas antiedad. Implica un rechazo profundo al envejecimiento, que puede traducirse en decisiones drásticas: operaciones estéticas recurrentes, cambios bruscos en la forma de vestir o incluso intentos forzados de adaptarse a intereses juveniles. Este comportamiento a menudo viene acompañado por una fuerte sensación de invisibilidad social, sobre todo cuando la edad comienza a percibirse como un obstáculo para ser visto, deseado o tenido en cuenta.

Edadismo, invisibilidad y negar la evidencia del envejecimiento

Además del impacto psicológico, este temor también puede derivar en una preocupación exagerada por la salud o, por el contrario, en una negación total de los signos físicos del envejecimiento. Ambas respuestas tienen su raíz en la misma angustia: no querer asumir que el cuerpo cambia y que esos cambios son naturales. En algunos casos, la midorexia actúa como catalizador de trastornos de ansiedad o depresión.

El miedo a envejecer no es solo una cuestión de imagen. A menudo está vinculado a un temor profundo a la pérdida: de atractivo, de vitalidad, de oportunidades. Incluso puede despertar el miedo a enfermar o volverse dependiente, proyectando en la vejez una serie de sombras que no siempre se corresponden con la realidad. Incluso llegando a plantearse si es algo indeseable.

Cómo enfrentarte a la midorexia

Enfrentar la midorexia no comienza con una crema nueva ni con una cita para el bótox. El primer paso es reconocer que existe un conflicto interno real y que el rechazo al envejecimiento puede estar condicionando nuestras decisiones y emociones. Muchas personas que la padecen no lo saben, o lo niegan, disfrazando su ansiedad de vitalidad o espíritu joven.

La midorexia se presenta con más frecuencia en personas con rasgos narcisistas o con una imagen de sí mismas muy vinculada al reconocimiento externo. No obstante, eso no significa que quienes la sufren lo hagan de forma superficial. Al contrario: muchas veces es una defensa frente a un entorno que penaliza el paso del tiempo. La clave está en aceptar que el problema no es la edad, sino la carga emocional y social que le atribuimos.

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La necesidad de mantenerse siempre joven afecta de igual manera a hombres que a mujeres. ©Freepik.

Terapias como la cognitivo-conductual pueden ayudar a desmontar las creencias negativas asociadas al envejecimiento. También es útil el acompañamiento psicológico para trabajar la autoestima y desarrollar una imagen de uno mismo que no dependa exclusivamente del físico o de la aprobación ajena. Aprender a redefinir la propia valía en términos de experiencia, capacidad o madurez puede ser un antídoto muy eficaz.

Además de la terapia, es importante rodearse de referentes positivos: personas que vivan su edad con naturalidad, que sirvan de inspiración para ver la vejez como una etapa rica y plena. También conviene reducir el consumo de contenidos que refuercen estereotipos de juventud idealizada, especialmente en redes sociales. Cultivar aficiones, cuidar el cuerpo desde el bienestar y no desde la negación, y fomentar relaciones intergeneracionales son otras formas de contrarrestar el miedo.

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