Obesidad metabólicamente sana: qué es, cómo se identifica y por qué hay que tenerla vigilada
No presentar determinadas alteraciones a corto plazo no significa que a futuro no pudieran aparecer

Un hombre haciendo deporte. | ©Freepik.
Durante las últimas décadas, la obesidad se ha consolidado como uno de los grandes desafíos de salud pública a nivel global. Esta tendencia se observa tanto en países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo, con cifras que no dejan de aumentar. La expansión de patrones alimentarios ricos en azúcares y grasas, junto al incremento del sedentarismo, han favorecido un entorno en el que mantener un peso saludable se ha vuelto cada vez más difícil. El estilo de vida moderno, marcado por la inmediatez, el trabajo sedentario y el consumo excesivo de productos ultraprocesados, es uno de los principales motores de esta epidemia silenciosa.
Tradicionalmente, la obesidad se ha vinculado con una serie de problemas de salud que abarcan desde enfermedades cardiovasculares hasta trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2. Además, se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer, apnea del sueño, enfermedades articulares y alteraciones hormonales. Todo ello configura un escenario en el que el exceso de peso se considera, casi automáticamente, un factor de riesgo elevado para la salud. Sin embargo, existe un concepto que matiza esta relación directa entre obesidad y enfermedad: la llamada obesidad metabólicamente sana.
Este fenómeno ha abierto nuevas líneas de investigación y también de reflexión clínica. Los especialistas plantean la posibilidad de que no todas las personas con un índice de masa corporal elevado presenten necesariamente un perfil de riesgo alto. ¿Qué ocurre entonces con quienes, a pesar de su obesidad, no presentan alteraciones significativas en sus análisis clínicos? ¿Es posible convivir con un exceso de peso sin sufrir consecuencias metabólicas inmediatas? La respuesta parece ser sí, pero con importantes matices que conviene conocer.
¿Qué es la obesidad metabólicamente sana?
Aunque todavía no existe un consenso definitivo sobre qué define exactamente a la obesidad metabólicamente sana, sí se han establecido algunos criterios que ayudan a identificar este perfil. En términos generales, se considera que una persona con obesidad se encuentra metabólicamente sana cuando presenta dos o menos alteraciones de entre las habitualmente asociadas al síndrome metabólico. Esto implica que, a pesar del exceso de grasa corporal, el individuo mantiene parámetros dentro de rangos considerados normales en determinados aspectos clave.

Los marcadores que se utilizan para evaluar si una persona con obesidad entra en esta categoría suelen incluir la presión arterial, los niveles de triglicéridos o el colesterol HDL (conocido como colesterol bueno). También los niveles de glucosa en sangre en ayunas y la sensibilidad a la insulina. Si estos valores se encuentran dentro de los límites saludables, se podría hablar de obesidad metabólicamente sana. Además, también se suelen valorar otros indicadores como la circunferencia abdominal o la presencia de inflamación sistémica de bajo grado.
Este enfoque permite diferenciar entre distintas formas de obesidad y evitar generalizaciones que podrían llevar a un diagnóstico impreciso. Una persona con obesidad metabólicamente sana podría, por ejemplo, tener una alimentación relativamente equilibrada, realizar actividad física regularmente y mantener buenos hábitos de descanso. Estos factores pueden ejercer un efecto protector frente a las alteraciones metabólicas más comunes, aunque la presencia de exceso de grasa corporal siga estando presente.
La letra pequeña de la obesidad metabólicamente sana
Sin embargo, que una persona con obesidad no presente alteraciones metabólicas en un momento dado no significa que esté completamente a salvo de riesgos para la salud. Varios estudios han señalado que este estado de aparente normalidad puede ser transitorio. Por eso, insisten que una parte importante de quienes se encuentran dentro de esta categoría acaban desarrollando complicaciones metabólicas. Las causas de esta evolución son múltiples y aún no del todo comprendidas, pero se sabe que factores como la alimentación, el estrés crónico, el envejecimiento y la calidad del sueño influyen de forma decisiva.
La obesidad metabólicamente sana puede considerarse, por tanto, una condición inestable. De hecho, una revisión publicada en The Journal of Clinical Investigation sugiere que más de la mitad de las personas obesas consideradas metabólicamente sanas acaban desarrollando alteraciones en un plazo de diez años. Esto pone de manifiesto que se trata más bien de una ventana de oportunidad para intervenir a tiempo que de una garantía de salud duradera. El riesgo cardiovascular, aunque aparentemente reducido en comparación con otras formas de obesidad, sigue siendo superior al de personas con normopeso y sin alteraciones metabólicas.
Otro aspecto relevante es la variabilidad individual. Dos personas con el mismo índice de masa corporal pueden presentar perfiles metabólicos muy distintos debido a diferencias genéticas, hormonales y de estilo de vida. Además, factores como la distribución de la grasa —especialmente si es visceral, es decir, acumulada en la zona abdominal— tienen un impacto importante en la salud metabólica, incluso cuando otros valores parecen estar dentro de la normalidad. Así, el concepto de obesidad metabólicamente sana obliga a mirar más allá del peso y a considerar una visión más amplia del bienestar.