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Enrique Rojas, a sus 76 años: «El salutismo incrementa la ansiedad en la era digital»

La única forma de parar esta enfermedad del siglo XXI es aprendiendo a usar estas herramientas con control

Enrique Rojas, a sus 76 años: «El salutismo incrementa la ansiedad en la era digital»

Enrique Rojas | Redes sociales

En un mundo donde la tecnología y las redes sociales están más presentes que nunca, la ansiedad se ha convertido en una epidemia silenciosa que afecta a millones de personas. Enrique Rojas, reconocido catedrático en Psiquiatría con más de 50 años de experiencia, señala que esta ansiedad actual no surge de la nada, sino que se alimenta constantemente de la exposición a las redes sociales, los relojes inteligentes y la presión social por alcanzar estándares de vida y salud casi imposibles. Y es que caminar diez mil pasos al día, tener que beber ocho vasos de agua o analizar cada etiqueta a la hora de ir a hacer la compra son solo algunas de las exigencias de una lista interminable de hábitos que muchos sienten como obligatorios para lograr la “vida saludable ideal”. Lo contrario ya no es simplemente “malo”, sino un riesgo para el bienestar. A esta búsqueda casi utópica de la perfección el doctor Rojas la llama salutismo, un problema que, en lugar de ser inofensivo, causa culpa, ansiedad y problemas de salud reales, como explicó en una entrevista reciente para la revista ELLE.

El auge del salutismo

Rojas, uno de los expertos participantes en la VI Jornada de Neurociencia y Educación de la Fundación Querer, advierte que en el mundo occidental se ha popularizado una preocupación enfermiza por comer “sano” y mantener constantes biológicas perfectas. «Una cosa es tener una dieta equilibrada y otra caer en una obsesión patológica, como la ortorexia», señala. Este término hace referencia a un trastorno psicológico que, aunque menos conocido que la anorexia o la bulimia, implica una obsesión enfermiza por la calidad y pureza de los alimentos, que acaba afectando la salud mental.

El psiquiatra explica que el salutismo puede derivar en hipocondría, con una vigilancia constante e irracional de cada síntoma corporal, y una mirada exageradamente crítica hacia la comida y el cuerpo. El resultado es un abanico de trastornos psicológicos de la alimentación que va desde la anorexia y bulimia, hasta la ortorexia y la vigorexia, esta última caracterizada por una obsesión compulsiva por el ejercicio y la imagen corporal, que puede traducirse en una percepción distorsionada del propio cuerpo, conocida como dismorfia.

El límite está en la obsesión

La diferencia entre cuidarse y caer en el salutismo es, según Rojas, como la distancia entre ser ordenado y ser maniático del orden: en el primer caso, la actitud está al servicio del individuo, en el segundo, es uno quien queda esclavo de esa obsesión. El doctor insiste en que el cuidado de la salud física y mental debe mantenerse dentro de un equilibrio flexible y no convertirse en un estilo de vida rígido y enfermizo.

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Cómo aprender a estar solos y ser felices según Enrique Rojas

Las redes sociales juegan un papel fundamental en este fenómeno. Plataformas como TikTok, Instagram y Facebook, donde predominan imágenes de cuerpos perfectos, rostros felices y vidas ideales, generan una presión invisible pero potente. El algoritmo atrapa a los usuarios en un ciclo constante de comparación y exigencia, fomentando así el salutismo y sus consecuencias psicológicas. Rojas lo denomina “la fuente y el origen” de muchas de estas ansiedades relacionadas con el cuerpo y la salud.

¿Existe realmente una presión social?

Respecto a la presión social, el psiquiatra relativiza, señalando que más que una presión generalizada, existen ciertos ambientes donde el culto al cuerpo y la salud perfecta es más insistente. En su entorno personal, asegura, existe un cuidado saludable y flexible, sin caer en obsesiones patológicas. Rojas ofrece una mirada crítica y necesaria sobre una moda que parece saludable, pero puede convertirse en una trampa para la mente, alertando que la salud no debe ser una fuente de ansiedad, sino un camino hacia el bienestar auténtico, sin prisas ni exigencias imposibles.

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