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Marian Rojas: «Si no te gustan las visitas es normal, no te disculpes, necesitas estar en silencio»

Son muchas las personas que no entienden que cuando alguien necesita apartarse no es egoísmo, es autocuidado

Marian Rojas: «Si no te gustan las visitas es normal, no te disculpes, necesitas estar en silencio»

Marian Rojas Estapé | Redes sociales

Marian Rojas Estapé, reconocida psicóloga y divulgadora de bienestar emocional, ha lanzado un mensaje que está resonando con fuerza entre quienes sienten que necesitan preservar su espacio personal: no todos disfrutan de recibir visitas y eso es completamente normal. En un nuevo vídeo publicado en su canal, Rojas aborda un tema poco explorado, pero sumamente común: la incomodidad que algunas personas experimentan cuando alguien irrumpe en su hogar, su refugio íntimo.

Según la especialista, este sentimiento no refleja antipatía ni dificultades sociales, sino una manera particular de gestionar la propia energía. «Para muchos, el hogar es un refugio sagrado, un lugar donde la mente se recarga con silencio y calma», explica, recordando las ideas de Carl Jung sobre introversión y extraversión. Mientras algunas personas se nutren de la interacción constante, otras requieren momentos de soledad para recuperar fuerzas y mantener su equilibrio emocional.

Dejar de disculparse por necesitar silencio

El malestar ante visitas inesperadas, según Rojas, puede funcionar como un mecanismo de autoprotección más que como un rechazo hacia los demás. La psicóloga describe esta sensación como un choque entre la “máscara social” que todos usamos en público y la necesidad de autenticidad en nuestro espacio privado. «No estás siendo egoísta, estás siendo sabia», recalca, señalando que preservar la privacidad del hogar es también un acto de respeto hacia uno mismo. Para quienes atraviesan procesos de autoconocimiento o de sanación emocional, abrir la puerta puede sentirse como una intrusión energética.

Marian Rojas personas narcisistas tienen cuatro rasgos
Marian Rojas | Redes sociales

Rojas insiste en que dejar de disculparse por necesitar silencio es un paso esencial para vivir de manera auténtica. Rechazar visitas o cancelar planes no debería interpretarse como frialdad o desinterés, sino como un acto consciente de autocuidado y reconocimiento de los propios límites. «Tienes derecho a reservar tu espacio y tu tiempo, porque mientras tratas de complacer a otros, corres el riesgo de abandonarte a ti misma», añade. Esta afirmación subraya la importancia de escuchar las necesidades internas antes de ceder ante expectativas externas.

El equilibrio entre soledad y conexión

La psicóloga enfatiza que ese “ermitaño interior” no es un signo de aislamiento patológico, sino un recordatorio del equilibrio necesario entre la soledad y la conexión con los demás. Reconocer cuándo es necesario estar sola y cuándo abrirse a la interacción es fundamental para el bienestar emocional. En este sentido, Rojas sugiere crear rituales de calma, comunicarse con claridad y aprender a decir “no” como prácticas esenciales para mantener una vida saludable y plena.

El mensaje de Rojas resuena especialmente en una sociedad que tiende a asociar la sociabilidad constante con éxito y normalidad. La especialista recuerda que no existe una única manera válida de relacionarse con el mundo: para algunas personas, la soledad consciente y el silencio son tan esenciales como la interacción constante para otras. «Tu forma de estar en el mundo es legítima y merece respeto», concluye, invitando a quienes se sienten culpables por no querer recibir visitas a reconocer esa necesidad como una expresión natural del alma.

Autocuidado y amor propio

La reflexión de Marian Rojas abre un espacio para cuestionar los prejuicios sociales sobre la hospitalidad y la sociabilidad, y para valorar la importancia de los límites personales. Su mensaje no solo legitima la elección de preservar la intimidad del hogar, sino que también ofrece una guía sobre cómo gestionar las relaciones y la energía de manera más consciente, equilibrada y respetuosa, tanto con uno mismo como con los demás. La psicóloga nos recuerda que proteger nuestro espacio no es un acto de rechazo, sino un acto de amor propio, y que aprender a vivir con autenticidad comienza por escuchar y respetar nuestras necesidades más profundas.

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