Horario de invierno o de verano: así afecta a tu salud, según los expertos
Son muchos los que aún no se deciden sobre este tipo de horarios, pero, ¿qué dicen los expertos sobre cómo afectan a nuestra salud?

Horario invierno o verano | Canva pro
La ministra de Sanidad, Mónica García, ha dejado clara su postura: el horario de invierno es el que más conviene a la salud de los españoles. No es solo una opinión política; numerosos expertos en sueño y cronobiología coinciden en que respetar el ritmo natural del día y de la noche favorece el bienestar general, mientras que el cambio al horario de verano puede alterar nuestro organismo de manera significativa.
Cómo afecta el cambio de hora a nuestros ritmos circadianos
El debate sobre si conviene mantener el horario de invierno o el de verano no es nuevo, pero ha cobrado relevancia en los últimos años a medida que los especialistas alertan de los efectos que el cambio de hora puede tener sobre el sueño, el estado de ánimo y el metabolismo. Para el psicólogo Buenaventura del Charco, el cambio horario altera los ritmos circadianos, nuestro reloj interno que regula cuándo dormimos, comemos o producimos hormonas. «Al ‘adelantar’ la hora, como ocurre al pasar al horario de verano, se pierde una hora de sueño para muchas personas», explica. Esto se traduce en cansancio, dificultad para concentrarse, irritabilidad y sensación de desorientación.
El problema no se limita a la falta de sueño solo. Cuando se atrasa la hora, como sucede al volver al horario de invierno, aumenta la luz por la mañana, lo que tiene beneficios, pero las tardes se oscurecen antes, lo que puede afectar el estado de ánimo en personas susceptibles. «La falta de luz diurna contribuye al Trastorno Afectivo Estacional y, en individuos con factores de riesgo, incluso puede provocar pseudodepresión», añade Del Charco. Además, la alteración de rutinas y horarios puede generar sensación de extrañeza o frustración, e incluso pequeños fallos o despistes que aumentan la autocrítica. Aunque para la mayoría de la población el impacto es transitorio, para quienes ya presentan vulnerabilidad emocional o problemas de salud, el cambio horario puede ser otra piedra más en una mochila que ya pesa.

El reloj biológico y la importancia de la luz natural
Por su parte, la médico Sara Marín coincide en que nuestro cuerpo nota el cambio de hora de manera inmediata. «Cada vez que cambiamos la hora cuesta más arrancar por las mañanas. Nos levantamos con sueño, nos cuesta concentrarnos y sentimos que vamos a lo loco», comenta. Marín explica que esto tiene su origen en el ritmo circadiano, una especie de orquesta interna regulada por la luz solar que marca cuándo activarnos y cuándo descansar. La exposición a la luz activa el metabolismo, eleva la temperatura corporal y aumenta el cortisol, mientras que la oscuridad desencadena la producción de melatonina, hormona que permite al cuerpo recuperarse y equilibrar sus funciones.
Cuando se fuerza al cuerpo a vivir “una hora adelantado”, como ocurre con el horario de verano, se rompe este equilibrio. Dormimos peor, rendimos menos y el metabolismo se resiente. Estudios recientes muestran que desajustes en el ritmo circadiano, dormir poco o acostarse muy tarde pueden derivar en aumento de peso, resistencia a la insulina, desequilibrios hormonales, ansiedad, irritabilidad y fatiga general, además de un menor rendimiento físico y mental.
¿Cuál es el horario más saludable?
La conclusión de los expertos es clara: el horario de invierno es el más saludable, ya que respeta la luz natural y favorece un sueño reparador y un metabolismo equilibrado. «El horario de verano es como tener un jet lag permanente», advierte Marín. Sin embargo, el motivo original del cambio de hora no fue la salud, sino la economía: aprovechar mejor la luz del día y reducir el consumo energético. Hoy, ese ahorro ha perdido relevancia, mientras que los efectos sobre nuestra salud son evidentes.
Mantener la sincronía con nuestro reloj interno
El consenso científico apunta a que vivir desincronizados, madrugando cuando aún es de noche o cenando con sol, tiene consecuencias sobre el sueño, el estado de ánimo y la energía interna. Por eso, organismos como la Sociedad Española del Sueño y la Academia Americana de Medicina del Sueño recomiendan mantener todo el año el horario de invierno, el que mejor respeta nuestro reloj biológico. La próxima vez que alguien diga “solo es una hora”, conviene recordar que para nuestro cuerpo esa hora puede marcar la diferencia entre empezar el día descansados o hacerlo agotados. La ciencia señala un camino claro: escuchar al reloj interno y optar por el horario que más se asemeja al ciclo natural de la luz y la oscuridad, el horario de invierno. Porque al final, el ahorro más valioso no es el de la factura eléctrica, sino el de nuestra energía y bienestar.