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Cuando tu sueldo es una losa: también existe la ansiedad por estar sobrepagado

Esta realidad, aparentemente poco frecuente, es más común en ciertos entornos laborales muy competitivos

Cuando tu sueldo es una losa: también existe la ansiedad por estar sobrepagado

Una mujer en la oficina. | ©Freepik.

Hay muchas razones por las que puedes sentir ansiedad en el trabajo. Quizá te exiges demasiado, no te llevas bien con tu equipo o simplemente te sientes atrapado en un empleo que ya no encaja contigo. También puede deberse a un entorno altamente competitivo, una sobrecarga constante o la falta de reconocimiento. Cada una de estas causas tiene su peso y su complejidad, y todas ellas impactan directamente en el bienestar psicológico.

Sin embargo, hay un tipo de ansiedad laboral que resulta, cuanto menos, paradójica. No nace del cansancio extremo ni del miedo al despido. Se manifiesta cuando, a pesar de tener un buen salario, una parte de ti empieza a dudar de si realmente mereces ese sueldo. Es una inquietud silenciosa, difícil de compartir y, muchas veces, incomprendida por el entorno.

Quizá te ha pasado. Te han promocionado más rápido de lo que esperabas, te han ofrecido un salario que no habías imaginado, o trabajas en un sector en auge donde las cifras parecen infladas. Y ahí empieza el runrún: ¿de verdad estoy aportando tanto como cobro? ¿Cuánto tardarán en darse cuenta de que no valgo lo que me pagan? Esa ansiedad, que parece contradictoria, tiene nombre oficioso y una realidad que afecta cada vez a más profesionales: la ansiedad por estar sobrepagado.

Algo de lo que habla Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, en una de las publicaciones de la universidad. A ello se refiere como «una experiencia psicológica que puede manifestarse en el síndrome de la impostora, que no tiene diagnóstico oficial pero sí una clínica relevante». Del mismo modo, indicaba que «también se registra en trastornos de ansiedad generalizada».

La ansiedad por estar sobrepagado existe

Aunque no figura como una categoría clínica en los manuales de psicología, la ansiedad por estar sobrepagado es una experiencia emocional real. A menudo se solapa con el conocido síndrome del impostor, del que ya te hemos hablado en THE OBJECTIVE, ese estado mental en el que crees que tus logros no son merecidos y temes ser descubierto como un fraude.

Los expertos lo vinculan especialmente con entornos altamente competitivos, donde los salarios son elevados y la progresión laboral puede ser vertiginosa. Es el caso de sectores como la tecnología, la consultoría o las grandes firmas de servicios, en los que la retribución suele superar la media del mercado. A esto se suma la cultura de las startups, donde los sueldos pueden inflarse para atraer talento, creando una disonancia entre lo que se cobra y lo que se percibe como valor aportado.

Este fenómeno afecta sobre todo a profesionales cualificados que han llegado rápido a puestos clave. Muchas veces no les ha dado tiempo a interiorizar sus logros y sienten que no están preparados para el cargo o el salario que ocupan. La inseguridad profesional, la autoexigencia desmedida y la tendencia a la comparación constante son factores que alimentan esta ansiedad. En muchos casos, también influye la educación recibida, ciertas creencias religiosas o un idealismo ético que les lleva a pensar que deben “merecer” todo lo que obtienen.

¿Cuál es el perfil psicológico en estos supuestos?

Desde el punto de vista psicológico, el perfil más vulnerable a esta sensación suele ser el de personas que dudan de su propio valor. Su autoestima profesional es frágil y tienen dificultades para identificar su propuesta de valor dentro de la empresa. No son capaces de ver con claridad lo que aportan ni de poner en valor su trayectoria. Viven con la sensación de que su suerte ha sido injustificada o que están engañando a su entorno.

Este malestar puede pasar desapercibido desde fuera, porque muchas veces va acompañado de un buen rendimiento y una actitud profesional impecable. Sin embargo, por dentro se gesta una tensión constante, una necesidad de demostrar cada día que uno vale lo que cuesta. Esta presión interna desgasta, mina la confianza y puede derivar, si no se gestiona adecuadamente, en trastornos de ansiedad más profundos o incluso en un burnout laboral.

¿Cómo remediarlo?

Para combatir esta ansiedad, tanto las empresas como los propios profesionales suelen poner en marcha distintas estrategias. Desde el área de Recursos Humanos, uno de los primeros pasos es fomentar la transparencia retributiva. No basta con justificar el salario con cifras: es importante conectar ese sueldo con el valor real que se aporta. Explicar los criterios de retribución y abrir espacios de diálogo sobre expectativas, propósito y desarrollo profesional ayuda a reducir esa sensación de fraude. En ese sentido, desde la publicación de la Universitat Oberta de Catalunya insisten en la realidad de establecer mentorías dentro de los espacios laborales.

Desde el enfoque psicológico, se trabaja mucho en la reconstrucción del autoconcepto. No se trata solo de reconectar con el sentido del trabajo, sino de afianzar la autoestima y la identidad profesional. Es fundamental desarrollar una marca personal basada en talentos reales y objetivos, reconocer los logros propios y aprender a poner en valor lo que uno hace, sin que el salario se convierta en una carga emocional.

Del síntoma a las razones: por qué podemos sentirnos sobrepagados

Los síntomas más comunes de esta ansiedad incluyen el miedo constante a ser descubierto, el sentimiento de culpa, la incomodidad con los elogios o la percepción de ser un impostor. A menudo se acompaña de baja autoestima, tendencia al aislamiento y una autocrítica persistente. Si no se detecta a tiempo, puede derivar en consecuencias más graves como ansiedad generalizada, burnout o incluso depresión.

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Este tipo de problemas suelen darse más frecuentemente en mujeres, aunque no es una realidad exclusiva de un género. ©Freepik.

Curiosamente, esta ansiedad tiene también un componente positivo: es un reflejo de conciencia ética. Demuestra que existe un conflicto entre el deseo de ser honesto y la percepción subjetiva de merecimiento. Pero cuando esta disonancia emocional no se gestiona bien, puede llevar a la desconexión del propósito laboral o incluso a una renuncia voluntaria. También puede generar tensiones dentro del equipo si se perciben desequilibrios salariales injustificados.

Hablar de este tipo de ansiedad, visibilizarla y abordarla desde una perspectiva integral –psicológica, ética y organizativa– es el primer paso para desactivarla. Porque sentirse bien pagado no debería ser motivo de malestar, sino un reconocimiento coherente del valor que uno aporta.

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