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La Navidad también puede pesar: cómo superar las fiestas cuando estás ‘quemado’ en el trabajo

La Navidad puede convertirse en una carga para quienes llegan al final del año exhaustos y cansados de su trabajo

La Navidad también puede pesar: cómo superar las fiestas cuando estás ‘quemado’ en el trabajo

La Navidad es dura para muchas personas | Freepik

La Navidad no siempre es sinónimo de desconexión y felicidad. Aunque la cultura popular insiste en que estas fechas están hechas para celebrar, descansar y compartir, lo cierto es que para muchas personas quemadas por el trabajo pueden convertirse en un período aún más exigente y emocionalmente pesado. El final del año llega acompañado de balances personales, compromisos sociales y un bombardeo constante de expectativas ajenas y propias… Una combinación peligrosa cuando ya se vive con el tanque emocional vacío.

La coach Andrea Franco, experta en bienestar laboral, lleva años analizando cómo afectan estos días a quienes sufren burnout o, lo que es lo mismo, estar quemado en el trabajo.

Y su mensaje es claro: la Navidad puede intensificar el desgaste, no solucionarlo por arte de magia. «Las fiestas no son una pausa mágica: son un espejo. Si llegas cansado, la Navidad amplifica ese agotamiento», asegura la autora del libro De quemada a realizada. Ella misma atravesó un episodio de burnout cuando ejercía como directora de marketing, por lo que conoce de primera mano lo que significa llegar a diciembre sin fuerzas.

Cuando las luces brillan… pero por dentro todo pesa

Franco advierte que las fiestas implican más de todo: más ruido, más exigencias, más interacción social, más sobrecarga económica, más roles que cumplir —hijo, pareja, amigo, compañero—. Es el momento del año donde parece obligatorio estar bien. Pero quien está quemado, explica, se ve obligado a ocultar su cansancio, lo que incrementa el malestar: «Cuando una persona está quemada, cualquier cosa que implique energía extra —interacciones, ruido, exigencia— se vuelve una montaña».

Además, hay factores silenciosos que entran en juego:

  • El contraste entre cómo uno se siente realmente y cómo se espera que esté.
  • La incomodidad de reuniones donde aparecen las preguntas de siempre: «Y el trabajo, ˛qué tal?».
  • La sensación de que hay que cumplir con planes y anfitriones, aunque el cuerpo y la mente pidan descanso urgente.

Todo esto genera un peso emocional que puede empujar al límite a quienes ya venían sosteniéndose con dificultad.

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Diciembre no es un punto final: es un diagnóstico

Franco insiste en que no deberíamos asumir diciembre como un período para «empezar de cero» de forma abrupta ni para fijar metas que superan nuestra energía real. Cuando el burnout está presente, esa autoexigencia solo empeora la desconexión con uno mismo.

El desafío está en mirarse con honestidad y hacerse preguntas como estas: ¿Cuánto estrés llevo acumulado? ¿Qué ha sacrificado mi bienestar? ¿Qué necesito realmente para recuperarme?

«Pequeños actos de descanso, lejos de ser una pérdida de tiempo, son una forma de supervivencia emocional. Reconectar con lo básico —dormir mejor, comer sin prisa, pasatiempos, silencio, pausas— puede ser muchísimo más transformador que un listado de propósitos perfectos», detalla la experta.

Conversaciones que duelen más de lo que ayudan

La presión de estar bien ante los demás puede convertirse en uno de los grandes enemigos. Comentarios que minimizan el malestar como «todos estamos igual», comparaciones con vidas supuestamente perfectas, o consejos vacíos del tipo «desconecta un poco» pueden hacer que la persona se sienta aún peor.

Por eso Franco lo resume así: «Una persona quemada no necesita opiniones; necesita legitimidad y espacio para descansar sin culpa». Validar su experiencia, sin juicio, es el mayor apoyo que puede recibir.

Qué no hacer si llegas quemado a Navidad

La coach Andrea Franco ofrece valiosas claves:

  • Fingir bienestar: la energía impostada desgasta más que la autenticidad.
  • Dar explicaciones de tu situación laboral o emocional cuando no quieres.
  • Idealizar la idea del “nuevo yo” y caer en comparaciones dañinas.
  • Estar disponible para todos y en todo momento: la hiperresponsabilidad es gasolina del burnout.

Lo que sí puede ayudar (sin exigir más de la cuenta)

  • Elegir una meta emocional: ¿quiero sentir calma? ¿alivio? ¿ligereza?
  • Crear un «kit personal de bienestar»: caminar, cocinar, leer, escuchar música suave, volver a un hobby.
  • Establecer límites amables en las interacciones: «Prefiero no hablar de trabajo hoy», «estoy en un momento de introspección o «gracias por preocuparte, pero necesito desconectar».
  • Aceptar el presente sin esperar soluciones inmediatas: la aceptación baja la autoexigencia, uno de los motores del burnout.
Andrea Franco, autora del libro ‘De quemada a realizada’ (Penguin Random House)
Andrea Franco, autora del libro ‘De quemada a realizada’ (Penguin Random House)

Evidentemente, no todas las fiestas tienen que ser felices y perfectas. Hay Navidades tranquilas, silenciosas, incluso introspectivas. Y son igual de valiosas. Entenderlo —y permitirlo— puede ser un acto de amor propio para quien se encuentra quemado. «Porque descansar no es fallar. Descansar es reparar. Y reparar es la única forma auténtica de empezar un nuevo año… con algo más que luces por fuera», sentencia la experta.

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