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Cómo hacer que tus paseos sean más completos como ejercicio físico

«Yo camino mucho» no es una garantía al 100% para mantenernos en plena forma, por mucho que recorramos

Cómo hacer que tus paseos sean más completos como ejercicio físico

Una mujer joven estirando. | ©Freepik.

Sales de casa, te calzas tus zapatillas y te lanzas a caminar con energía. Sabes que es un hábito saludable y nadie va a decirte lo contrario: caminar es un excelente ejercicio. Mejoras la circulación, activas el metabolismo y desconectas del día a día. Y sin embargo, aunque nadie lo diga en voz alta, caminar puede quedarse corto si lo que buscas es un trabajo físico más completo. No es que sea un mal ejercicio, es que no lo es todo.

Si te mantienes activo caminando cada día, es muy probable que notes mejoras: tal vez no tengas problemas de peso, tu capacidad respiratoria haya mejorado o simplemente te sientas más ágil. Sin embargo, esa sensación de bienestar no debe confundirse con una forma física completa. Estar en movimiento es un primer paso, pero no garantiza que estés fortaleciendo tu musculatura, ni que estés cuidando de todo tu cuerpo por igual. Lo que no trabajas, se pierde. Y con los años, eso se nota.

Por eso, aunque caminar sea recomendable y beneficioso, conviene tener claro que es solo una parte del conjunto. El ejercicio completo implica algo más: fortalecer el tren superior, cuidar la postura, desarrollar la resistencia y trabajar también los músculos que no entran en juego al caminar. No se trata de dejar de andar, ni mucho menos. Se trata de aprovechar ese paseo para sacarle más partido al cuerpo. Caminar es solo punto de partida.

Los beneficios que caminar tiene para tu salud

Caminar es una de las actividades físicas más accesibles y sostenibles que existen. No necesita equipamiento especial ni condiciones ideales. Solo ganas de moverse y algo de tiempo. Realizar caminatas regulares tiene efectos muy positivos sobre el sistema cardiovascular, mejorando la circulación y regulando la presión arterial. Además, contribuye a mantener un peso saludable y a reducir el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 o ciertos tipos de cáncer. Dejémoslo claro: caminar nunca va a hacer mal, pero puede servir de más.

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No hace falta alcanzar una cifra mágica de pasos diarios para beneficiarse de caminar. Aunque muchos se fijen en los famosos 10.000 pasos, los estudios muestran que mejoras notables en la salud pueden lograrse incluso con volúmenes más modestos, siempre que exista constancia. Un paseo de treinta minutos al día, a paso ligero, puede marcar la diferencia. Y si se convierte en hábito, sus efectos se multiplican.

Los beneficios de caminar no se limitan al plano físico. También inciden directamente en nuestro bienestar mental. Caminar reduce los niveles de estrés, mejora la calidad del sueño y ayuda a combatir la ansiedad y la depresión leve. El movimiento genera endorfinas y mejora el estado de ánimo. Además, al hacerlo al aire libre, nuestro cerebro se beneficia de la exposición a la luz natural y de la desconexión que supone salir del entorno habitual. En resumen: caminar nos equilibra por dentro y por fuera.

Caminar necesita más: cómo complementar tu ejercicio físico

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En cualquier circunstancia se pueden añadir elementos de fuerza, incluso con el propio cuerpo, entre la caminata. ©Freepik.

Para que una caminata se convierta en un ejercicio físico más completo, basta con introducir algunos elementos que activen otras zonas del cuerpo. Por ejemplo, si incorporas pequeños movimientos del tren superior, como balancear los brazos con intención o llevar pesas ligeras o mancuernas, estarás activando hombros, brazos y parte del pecho. También puedes utilizar bandas elásticas o incluso llevar pequeños lastres en muñecas para aumentar el esfuerzo sin comprometer la seguridad.

Otra opción efectiva es el power walking, una modalidad de caminata más intensa, donde el paso es rápido y se cuida especialmente la postura y el movimiento coordinado de brazos y piernas. De ella, de hecho te hemos hablado previamente en THE OBJECTIVE. Esta práctica incrementa la exigencia cardiovascular y activa músculos que, en una caminata tradicional, no se utilizan con la misma intensidad. Además, mejora el equilibrio y fortalece la zona media del cuerpo. Por supuesto, también es recomendable elevar el ritmo de nuestra caminata de manera puntual, para que el ejercicio cardiovascular sea más intenso.

Por último, puedes aprovechar los momentos del paseo para introducir ejercicios puntuales que estimulen el tren inferior. Detenerte un momento para hacer unas sentadillas sin peso, o elevar los talones y mantenerte sobre las puntas, fortalece glúteos, muslos y gemelos. Incluso subir escaleras o aprovechar una cuesta puede convertirse en un pequeño reto muscular. Así, sin necesidad de un gimnasio ni rutinas complejas, tu paseo se transforma en una sesión de ejercicio más rica y funcional.

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