Pilar Cernuda: «Pedro Sánchez se está cargando la Constitución y la convivencia»
Esta periodista lleva medio siglo al pie del cañón, buscando información y contextualizándola
Vive el periodismo con la misma pasión de sus inicios y le preocupa que se esté contaminando por las redes sociales. También vivió, con intensidad, la transición de la dictadura a la democracia. «Una aventura alucinante —dice Pilar Cernuda— a la que contribuyó gente de posiciones ideológicas, sociales, culturales y vitales absolutamente distintas. Todo el mundo nos miraba con asombro y admiración».
Ahora, desde la distancia, añora aquella clase política que anteponía el interés general a las ambiciones personales. En algún momento de la entrevista concedida a THE OBJECTIVE expresa su deseo de que a Pedro Sánchez le hagan presidente del Consejo de Europa, para quitárnoslo del medio, antes de que sea tarde. No le gusta nada lo que está pasando en España y crítica —con la libertad que ha defendido siempre— la deriva que ha tomado nuestro país por culpa de «un presidente nefasto».
Testigo presencial de nuestra historia reciente, a Cernuda le duele que a las nuevas generaciones apenas les interese conocer nuestro pasado. Como le duele también la situación en la que se encuentra el rey Juan Carlos, después de haber jugado un papel fundamental en la Transición, o el daño que, según ella, están haciendo las redes sociales al periodismo.
Entrañable, trabajadora infatigable y excelente compañera, la periodista y escritora gallega repasa en Fuera de Micrófono algunos episodios de sus cincuentas años entregada a la información y al análisis de la actualidad en revistas (Cambio 16, Paris Match), periódicos (Abc), agencias (Colpisa y Fax Press), radios (Cope, Radio Nacional, Onda Cero) y televisiones (TVE, Telecinco, Telemadrid, Antena 3). No hay tiempo suficiente para hablar de todos, pero sí de aquellos que tenemos más cerca.
A Pilar Cernuda, por ejemplo, no le gustan los ultras de ningún tipo, presume de vivir al margen de las redes sociales, se imagina ahora al maestro y amigo Manu Leguineche —con el que trabajó en Colpisa— haciendo el equipaje para huir del caos, y no soporta las tertulias en las que se escenifican dos bandos enfrenados. Cuando Pilar era directora de Fax Press, y recibía en verano a los becarios, algunos le confesaban que habían decidido ser periodistas «para estar en una tertulia». Sonríe. Eran excepciones.
Menos mal. Ahora le reconforta saber que de allí también salieron profesionales brillantes, comprometidos con un periodismo responsable. Colaboradora de Onda Cero, Antena 3, THE OBJECTIVE y de algunos periódicos regionales, madruga y se curra la información como cuando estaba empezando.
PREGUNTA.- Son muchos años en el oficio, pero sigues al pie del cañón.
RESPUESTA.- A las seis de la mañana estoy leyendo los periódicos y escuchando la radio. Trabajo, aunque no de forma ininterrumpida, doce o catorce horas diarias. Escribo en varios medios, colaboro en radios y televisiones, más los libros.
P.- En tus comienzos viviste muy de cerca el cambio de la dictadura a la democracia. ¿Por qué se critica tanto esa etapa de la Transición entre los jóvenes?
R.- A gran parte de la generación actual, de los cincuenta para abajo, le importa muy poco la historia de España. Los jóvenes están enganchados a las redes sociales, las consideran fuentes de información y no quieren asumir que la mitad de las cosas que ven en ellas son absolutamente falsas. La mitad de los personajes que escriben ahí no existen. Mi nombre y mi fotografía aparece en tres cuentas y yo nunca he estado en una red social. La manipulación ideológica es brutal. Acabo de terminar ahora un libro en el que cuento mi vida profesional y la aventura apasionante que fue la Transición. Cómo la gente contribuyó a que saliera adelante desde posiciones ideológicas, sociales, culturales y vitales absolutamente distintas. Fue una aventura alucinante. Todo el mundo nos miraba con asombro y admiración.
«Lo que está pasando con la España de Sánchez es una vergüenza»
P.- Quizá no se ha explicado bien cómo se hizo el cambio de régimen.
R.- Tenemos la mala suerte de haber tenido dos presidentes nefastos en ese sentido: José Luis Rodríguez Zapatero, que empezó ya en esa deriva, y Pedro Sánchez, que la está rematando. Lo que está pasando con la España de Sánchez es una vergüenza. Para España y para Europa, donde están asombrados. Nuestra imagen en Europa es muy mala. Yo hablo con la gente que está allí y la decepción es inconmensurable. Yo espero que a Sánchez lo manden al Consejo de Europa y nos lo quitemos de en medio. Sería una salida honorable para él, aunque no la merece. ¡Ojalá ocurra eso! Sánchez está convirtiendo a España en un país caótico, deplorable desde el punto de vista económico y laboral. Aunque algunas de las cifras económicas funcionen, la gente está peor. Mucha gente valiosa se tiene que ir fuera de nuestro país. Y, además, se está cargando la Constitución y la convivencia. Hemos tenido presidentes nefastos, pero, sobre todo, este último.
P.- ¿Qué se puede hacer para revertir esta situación?
R.- Con Sánchez, nada. Lo conozco muy bien; desde que no era nadie. Tuve en sus inicios mucho trato con él, es una persona encantadora, muy seductor, que abduce a la gente. Conozco también a personas que están en el Gobierno y que se han convertido en marcianos. Gente que ha aceptado cosas que van en contra de sus principios, sumándose a los principios y conveniencias del presidente. Con un personaje así, no hay nada que hacer. Se ha rodeado de incondicionales a los que ha abducido ideológica y personalmente. No voy a dar nombres, pero todos conocemos a personas que están en su entorno y que eran perfectamente respetables. Nunca ha habido manifestaciones de la derecha tan masivas como las de los últimos meses. Nunca. Pero no sirven para nada.
P.- ¿Te imaginas a Sánchez saliendo en televisión, como hizo Adolfo Suárez, diciendo: «Presento mi dimisión por el bien de España»?
R.- No. Por eso creo que la única manera de quitárnoslo de encima es que le hagan presidente del Consejo de Europa y que le aguanten allí en Bruselas. Porque nos está llevando al desastre. Y porque la desazón, la preocupación y la desesperanza invaden en estos momentos a muchísimos españoles.
«Los Borbones son muy dados a la infidelidad conyugal»
P.- Durante muchos años seguiste la actividad de la Casa Real y has escrito varios libros sobre Don Juan Carlos. ¿Te imaginabas que acabaría como está acabando?
R.- No. Don Juan Carlos pasará a la historia como el mejor rey que ha habido en España, sin ninguna duda. La Transición fue un invento suyo, que preparó con Torcuato Fernández-Miranda bastante antes de ser Rey y de que se muriera Franco. Desde que se aprobó la Ley de Sucesión y se le designó sucesor de Franco, a título de Rey. Contactó con partidos y personalidades políticas que estaban en el exilio o la clandestinidad. La Transición la hizo él. Con ese trabajo previo, consiguió que dirigentes políticos se sumaran a ella con enorme generosidad y sentido de Estado. Ahora falta patriotismo y sentido de Estado. Aquí hay patrioterismo, en algunos casos. Nos olvidamos que las primeras elecciones generales fueron un año y medio después de la muerte de Franco y que a ellas se presentó el Partido Comunista. El empeño del rey Juan Carlos fue: «O todos, o esto no sale adelante». Tengo una admiración por él inconmensurable. He tenido mucho trato con él. He estado en sus viajes al exterior y he seguido a diario sus peripecias personales, políticas e institucionales dentro de España. Hasta hace ocho años, que empezaron a verse cosas que no me gustaban.
P.- ¿Por qué crees que ha dilapidado esa imagen, ese patrimonio?
R.- Hay dos aspectos. Los Borbones son muy dados a la infidelidad conyugal. Lo hemos visto a lo largo de la historia. Espero que con el rey Don Felipe no ocurra lo mismo. En segundo lugar, siempre he visto en el rey Juan Carlos preocupación por el futuro económico. Hay que recordar que su padre estuvo en el exilio y no tenían un duro. A mí me contó un día el rey Juan Carlos que en Estoril (Portugal) sólo se comía bien el día que iban a comer a la casa de al lado. A Don Juan le mantenían unos pocos amigos monárquicos. Eso él lo vivió. Y, desde hace mucho tiempo, está preocupado por el futuro de sus hijas. Ha cometido muchos errores. Yo no sé si hay delitos o no, pero, si los ha habido, han prescrito. Su actuación ha hecho mucho daño a su figura, a su persona, a su trayectoria y a la institución. Eso él lo sabe. Y, luego, hemos tenido aquí un gobierno que ha aprovechado esa mala actuación del rey Juan Carlos para cercarle absolutamente. Lo que se había pactado entre el rey padre y el rey hijo no incluía para nada que se le retirara la asignación económica. Tenemos un rey desterrado por el Gobierno y su hijo no puede hacer nada porque la Constitución Española se lo impide. Yo no quiero ni pensar la reacción de millones de españoles, si el rey Juan Carlos no pudiera volver a España por su propio pie. Mucho cuidado con eso. Aparentemente, está fuerte como un roble, pero con los problemas que tiene la gente de su edad.
P.- ¿Qué aportan a la política española partidos como Podemos y Vox?
R.- A mí no me gustan los ultras. No me gusta nada Vox. He trabajado mucho tiempo en Intereconomía, que es el origen de Vox, y me fui porque no me gustaban muchas de las cosas que veía allí. Me fui. No me echaron.
P.- Fuiste directora de la agencia de noticias Fax Press.
R.- Tenía un estupendo trabajo, y me gustaba. Pero vi cosas allí que no me gustaron. Me fui antes de la crisis del grupo Intereconomía. Vox es un partido al que no respeto. Además, la gente a la que sí respetaba se ha ido, probablemente, porque vieron parte de lo que yo vi allí dentro. Podemos es un partido de extrema izquierda que no hace trampas. Aquí el que hace trampas todos sabemos quién es. A mí me preocupa más ese conglomerado de partidos que es Sumar. Yo soy gallega y no conozco personalmente a Yolanda Díaz, pero sé lo que ha hecho en Galicia. Hemos visto cómo ha intentado buscar un candidato para las elecciones autonómicas y todos le dijeron que no. Luego hemos visto partidos gallegos, más o menos de izquierdas, por los que pasó Yolanda Díaz, y de los que se marchó porque los traicionó a todos. No quieren saber nada de ella, precisamente, porque son víctimas de traiciones sucesivas. Conozco esta España, pero no reconozco en ella a la España de políticos que yo he conocido toda mi vida.
«El periodismo actual está contaminado por las redes sociales»
P.- Hiciste a mediados de los 90 un programa de entrevistas, junto a Julia Navarro, en TVE, que se llamó Centros de poder. ¿Qué recuerdas de aquello?
R.- Entrevistábamos a los presidentes de todas las instituciones del Estado. Las entrevistas se hacían en sus despachos. El entrevistado nos enseñaba las dependencias del edificio y nos explicaba el funcionamiento de la institución. Se emitieron en La 2 de TVE y funcionaron muy bien.
P.- ¿Qué parecido tiene el Partido Socialista de Felipe y de Guerra con el actual?
R.- Nada. Lo ha dicho hace unos días muy clarito Alfonso Guerra. Dijo: «Yo soy del PSOE, pero este no es el PSOE». Tiene toda la razón. En absoluto es el PSOE. Yo he conocido muy bien el PSOE desde que estaba en la clandestinidad. He conocido a todos sus dirigentes y había gente de una categoría excepcional. Una de las cosas que hice para la edición española de la revista Paris Match fue una serie de entrevistas a españoles que tenían cargos importantes en organismos internacionales. Me salieron cinco, empezando por Javier Solana (presidente de la OTAN), Juan Antonio Samaranch (COI), Carlos Westendorp (encargado de la reconstrucción de la antigua Yugoslavia) o Federico Mayor Zaragoza (presidente de la UNESCO). ¿A quién tenemos ahora?
P.- A Josep Borrell
R.- Pero no es el jefe, aunque lleva la política exterior y de seguridad de la Comisión Europea. Por cierto, yo creo que lo entrevistamos en Paris Match porque entonces era presidente del Parlamento Europeo.
P.- Vamos a hablar de periodismo. ¿Se ha visto también contaminado por la situación en la que nos encontramos?
R.- Es un reflejo de la sociedad. Lo de las tertulias tiene gracia. Cuando dirigía la agencia Fax Press, recibía a los becarios que venían a las prácticas de verano. Entonces, les preguntaba que para qué querían ser periodistas y me decían: «para estar en una tertulia». Otro me dijo que para ser famoso. Se te cae el alma a los pies. También había gente excelente. Algunos de los becarios que empezaron con nosotros, primero en Colpisa y luego en Fax Press, tienen hoy cargos importantes. La gente actual está contaminada por las redes sociales.
«Si Manu Leguineche viviera, estaría preocupado y triste»
P.- En las tertulias es fácil predecir lo que dirá cada uno de los tertulianos sobre un tema determinado.
R.- Pero la culpa de eso es, muchas veces, de quienes seleccionan al grupo de personas que participan en ellas. Dicen: voy a meter a uno que es más del PP y a otro que es más del PSOE. Yo me fui de una tertulia porque, cuando llegué el primer día, vi que nos ponían a unos en un lado y a otros en otro. Cuando terminó, dije: «No vuelvo más; ¿por qué me pones aquí con gente que se sabe que es muy del PP, si yo podría estar en un lado o en el otro?». Unos días después me dijeron que tenía razón y que los iban a mezclar. En la generación actual hay gente excepcional, pero son pocos. En esta casa, por ejemplo, hay gente magnífica que hace información y análisis y que tiene un carrerón por delante. Otros quieren ser como alguien. No se dan cuenta de que las redes sociales son el mejor medio de comunicación, después del teléfono, pero el peor utilizado.
P.- Como compañera que fuiste de Manu Leguineche, ¿qué opinión crees que tendría del periodismo actual y de la situación del país?
R.- Manu era un maestro, pero tenía un genio… Tenía que hacerse lo que él quería. Era un apasionado del mus. A las seis de la tarde decía que nos íbamos al bar a jugar al mus y teníamos que irnos. O te decía: «Vete zumbando a no sé dónde, y ni se le ocurría preguntarte si te viene bien o si tienes con quién dejar a tu hija». Él hacía exactamente igual. Siempre tenía en su casa una bolsa hecha – nunca maleta -, dólares y el pasaporte. Entonces, pasara lo que pasara, se cogía el coche, se iba al aeropuerto y se cogía el primer avión que saliera. Manu fue el último periodista español que entró en Portugal cuando la Revolución de los Claveles, antes de que se cerrara la frontera. Era un periodista de raza, pero luego tenía muy poca opinión política. Le interesaba mucho la política internacional, pero la de España poco. Era un hombre con el corazón de izquierdas y muy vasco. Sin embargo, yo nunca le oí una mala opinión pública sobre un personaje político de nuestro país. Te dabas cuenta de que le caía uno mejor que otro, pero nunca hizo un comentario venenoso sobre nadie. Respetaba al Rey, que un día le llamó para que jugara al mus con él, y me imagino que si viviera ahora estaría preocupado y triste.
P.- Has trabajado en radios públicas y privadas, en televisiones comerciales y no comerciales. ¿Dónde te has sentido más libre?
R.- En todas. Pero, nunca he trabajado en la cadena Ser ni en El País. He trabajado mucho tiempo en la Cope, en Radio Nacional y en Onda Cero. He trabajado con todos los grandes, menos con Iñaki Gabilondo, porque nunca ha estado en la Cope. Con Luis del Olmo, Carlos Herrera, Alsina. Con Luis Mariñas en Los desayunos de TVE, y en los informativos de Telecinco. Ahora colaboro en la televisión de Castilla y León y en TVG.
P.- ¿La radio se adapta bien a los cambios y disfruta de mayor credibilidad que otros medios?
R.- La radio se adapta muy bien a los tiempos. Los buenos profesionales saben cómo imponerse en cada situación. Yo compartí tertulia en el programa Más de Uno, de Alsina, con Rubén Amón y David Gistau. Y se metían los tres muchísimo conmigo porque defendía que podía hacerse periodismo perfectamente, sin estar en las redes sociales. Pues bien, me llama David Gistau un día para decirme que se había dado de baja en Twitter. «Tenías toda la razón, Pilar. No sólo porque todo es disparatado, sino porque me he dado cuenta del tiempo que pierdo mirando lo que opinan o dicen sobre mí, cuando puedo estar con mis niños o leyendo». Le dije: «Pues, bienvenido al club». Después me enteré que Carlos Alsina también se había dado de baja en Twitter. Estoy convencida de que el periodismo de verdad —prensa, radio y televisión— va a prevalecer, pase lo que pase. Y las redes sociales, de alguna manera, van a tener que reconducirse o desaparecerán porque se les irá la gente.
«Feijóo es un político muy centrado y un tipo del que te puedes fiar»
P.- Hablemos de tu tierra, Galicia. ¿Qué opinas de Alberto Núñez Feijóo? ¿Qué va a pasar en las elecciones gallegas?
R.- No me atrevo a hacer un pronóstico. Todos pensábamos que las últimas elecciones generales las ganaría con mayoría suficiente Feijóo y no fue así. La estrategia del PP, desde que se convocaron hasta el 23-J, fue equivocada. Las cosas que te funcionan a nivel regional no tienen por qué funcionarte en el resto de España. Feijóo es un político muy centrado y un tipo del que te puedes fiar. Es un gran gestor, como lo ha demostrado en Galicia, y sobresale cuando ves la clase política actual.
P.- ¿Qué número de columnas de opinión y entrevistas has podido hacer en medio siglo de profesión?
R.- Una columna diaria o más, durante cincuenta años. Ahora hago dos, una de política nacional y otra de política internacional. Leo todos los días prensa extranjera y viajo mucho. Lo que más me gusta es la información. Además, para hacer un buen análisis tienes que tener muy buena información. Sigo buscando la información hasta debajo de las piedras.