THE OBJECTIVE
Fuera de micrófono

Félix Madero: «Hay periodistas con credibilidad, pero cohabitan en una selva»

Con la jubilación recién estrenada, Félix Madero explica lo que piensa de la radio y de los políticos

Aquel chaval de La puebla de almoradiel (Toledo) al que un día le regalaron un transistor con funda de cuero, marca Sharp, vio cumplido su gran sueño cuando habló por primera vez en la radio. El día inolvidable en que saludó a los oyentes a través de un micrófono. Después, ha pasado por todas las grandes cadenas de radio y, como recuerda en Fuera de micrófono, intercala en su trayectoria nombramientos y destituciones, con un balance que considera más que satisfactorio.

Félix Madero fue director de Radio Nacional de España en Castilla-La Mancha muy joven, en los años 80, hasta que a José Bono y a sus colaboradores les pareció exagerada la presencia de Izquierda Unida en antena. El entonces presidente de esa Comunidad le dijo un día a Félix que aquella emisora parecía Radio Pirenaica. Perdida la confianza, le ofrecieron irse a Tenerife, pero eligió quedarse en la calle, a la espera de nuevas oportunidades.

Esos fueron los comienzos de este periodista toledano que, años después, sería director de Informativos de Onda Cero, responsable de la agencia de noticias Servimedia, editor de noticias y presentador en CNN+ o director del informativo de la noche – recuperando el mítico título De Costa a Costa – en Punto Radio. En total, 40 años de periodista en activo, 30 de ellos en la radio.

Sin embargo, la experiencia –además de la observación del final de trayecto de algunos estimados compañeros de micrófono- le hizo reflexionar sobre las ventajas de una retirada a tiempo. ¿Resultado de esa reflexión? El pasado verano, con 64 años, decidió abandonar Onda Madrid –donde dirigía el informativo El Enfoque– para disfrutar de otras muchas actividades alternativas.

Desde la barrera, aunque con colaboraciones puntuales en radio y prensa escrita, Félix contempla con preocupación la deriva que ha tomado la profesión periodística –cuando no se contrastan las noticias o se intenta colar la opinión como si fuera información–, mientras aplaude a compañeros que luchan por un periodismo de calidad y por la recuperación de la credibilidad en medio de la «selva, en un bosque donde se mezclan muchas cosas». Reconoce que vivimos momentos complicados, pero confía en que podamos recuperar todo el tiempo perdido. 

PREGUNTA.- Han sido muchos años delante de un micrófono, ¿qué se siente cuando lo dejas?

RESPUESTA.- Después de más 40 años de oficio, básicamente radio, todavía mando una pildorita, un comentario sobre la actualidad de dos minutos, al programa de Javier Mardomingo (Onda Madrid).

Félix Madero. | Foto: Carmen Suárez

«La ONCE nos dio una libertad para informar y opinar en Onda Cero que yo no he visto luego en otras cadenas»

P.- Para matar el gusanillo…

R.- El gusanillo no se mata porque no es lo mismo darle a un iPhone que hablar delante de un micrófono, por ejemplo, como este. La radio hay que sentirla. Es como el teletrabajo. Yo lo respeto muchísimo, pero el trabajo es en una oficina y en una mesa. La radio se hace en un estudio y no delante de un iPhone. ¿Qué se siente? Pues yo no siento grandes cosas. Cuando decidí jubilarme, sabía lo que estaba haciendo. Creía que era lo mejor que podía hacer, después de tanto tiempo delante de un micrófono. Además, cumplía así con una de las grandes promesas que me hice en su momento, cuando vi a algunos compañeros muy estimados y estimables que no han sabido jubilarse. Que no han sabido irse. Dije: «No quiero ser ese compañero, al que he querido mucho, pero al que ahora le diría, si fuera su hijo, que lo dejara». Es mejor decir adiós cuando uno está bien. Y cuando, además, hay una vida alternativa a la radio.

P.- Radio Nacional, Ser, Cope, Onda Cero, Punto Radio, Onda Madrid… Y no sé si me dejo alguna. ¿En cuál de ellas te has sentido más a gusto y más libre?

R.- Bueno, no has dicho una que fue al comienzo, la Cadena Rato, que estaba asociada a la Ser. Mis comienzos, con veinte años, fueron en la Cadena Rato, cadena que luego se vendió a la ONCE, para crear Onda Cero. ¿Dónde me he sentido mejor? Pues, yo creo que en Onda Cero. Pero en la Onda Cero dirigida por los ciegos. Yo fui director de Informativos (mediados de los 90) y la ONCE nos dio una libertad para informar y opinar que yo no he visto luego en otras cadenas. Aunque no me puedo quejar. En otras cadenas he sentido algunas presiones, porque, en la medida que en que tu responsabilidad va subiendo, las presiones son más notables y más notorias. Cuando uno es un peoncillo, recibe órdenes, pero siendo director de informativos, o de una agencia de noticias, notas la presión del poder. He trabajado a gusto también en Onda Madrid, que es un medio público. Pero, con la ilusión, con la alegría y con las ganas de ir a trabajar todos los días a Onda Cero, en ninguna otra.

P.- Entiendo que fue dolorosa tu salida de Onda Cero, tras la adquisición de la cadena por parte de Telefónica.

R.- No, por parte del Partido Popular. A mí, como me han dado por la derecha y por la izquierda, y como me cesó el PSOE siendo director de Radio Nacional en Castilla-La Mancha, y me cesó el PP cuando era director de Informativos de Onda Cero, lo puedo decir claramente: aquello fue una operación obsesiva del PP, que entendía que no había contrapesos definidos entre el Grupo Prisa y la nada. Prisa tenía la Ser, El País, Canal + y en el otro lado, en el centro derecha, no había nada. Se inventaron Vía Digital, que duró lo que duró, como todas las cosas artificiales. Los más talluditos que nos escuchen se acordarán de Vía Digital. Por un lado, a Antonio Asensio le quitan Antena3 TV, El Mundo aparece como el gran periódico asociado a ese proyecto y faltaba la radio. Entonces, van a comprar Onda Cero, cuya propiedad es la más débil, la ONCE. La ONCE es una empresa importantísima en este país, que está intervenida, entre comillas, por parte del Gobierno, a través del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. A la ONCE, por decirlo rápidamente, le dijeron: «Tienes que vender la cadena de radio». «No queremos venderla porque es muy importante para nosotros mantenerla». Además, ya estaba en beneficios en ese momento. Es importante porque la radio es el medio por excelencia para un ciego.

«Julia Otero me dijo: ‘Van a por ti, Félix’»

P.- Sin embargo, también entró la ONCE en Telecinco…

R.- Bueno, entró Miguel Durán a presidirla. Telecinco fue una inversión, más que una devoción. Entonces, en el caso de Onda Cero, les dieron a elegir: o vendes la radio a Telefónica o las reformas que están pendientes para el cupón, etc., etc., serán más complicadas. Y si a la ONCE le das a elegir entre la reforma del Cupón – que haya más sorteos – y la radio, pues al final te dicen: quédate con la cadena de radio. Esa fue la historia. En ese momento, cuando se vende Onda Cero, me asegura el nuevo presidente, Javier Gimeno, que me quedo haciendo el informativo del mediodía. Me dice: «No te preocupes; no vas a ser director de Informativos, porque tenemos a otro, Javier Algarra, pero tú vas a hacer el del mediodía». No fue así. Me llamaron y me cesaron. Días antes, habían cesado a Julia Otero, y fue Julia quien me dijo: «Van a por ti, Félix». No me lo creía porque había tenido una conversación entre caballeros, pensaba. Aquello me hizo crecer, porque la salida abrupta de Onda Cero me permitió conocer el mundo de la televisión. Me llamó mi buen Antonio San José y me fui con él a CNN+ y allí estuve dos años superfeliz.

Félix Madero, en sus comienzos en Radiocadena, Toledo. | Foto cedida por el entrevistado

P.- También fuiste durante unos años director de la agencia Servimedia. ¿Qué recuerdos tienes de esta etapa?

R.- Yo estaba entonces en CNN+ y un día me llamó Julián Barriga, director general de Servimedia, para dar una conferencia a una serie de personas de la ONCE. En aquel momento, él estaba pergeñando su salida y estaba buscando al sustituto. Un día me llamó y me dijo: «Oye, Félix, me gustaría proponerte la dirección de Servimedia, y la ONCE vería con buenos ojos tu retorno a la casa». Allí fui director general y conocí un mundo maravilloso. Además, en esa época yo daba clases de Redacción Periodística, en la Universidad Francisco de Vitoria, y pude incorporar a gente joven a la agencia. El primer contrato que le hicieron a Pablo Iglesias, el periodista que ahora dirige la agencia, se lo hice yo. El primer contrato que se le hizo a Juan Fernández Miranda, uno de los directivos de ABC, también se lo hice yo, porque, como Pablo Iglesias, era alumno mío en la Francisco de Vitoria. Servimedia me enseñó nuevas pautas informativas y a ordenar un poco mi cabeza, porque la cabeza de un periodista de radio es un poco dispersa, en la medida en que te pasa la mayor parte del tiempo improvisando. Muchas veces estás sin un papel delante, no hay ninguna red.

P.- ¿El periodismo que se está haciendo ahora en la radio es ahora más opinativo que informativo, mezclando muchas veces ambas cosas?

R.- El pecado de mezclar opinión e información en la radio no es de ahora. Es un pecado del que debemos confesarnos ahora, pero que viene de tiempo atrás. Es verdad que, en la medida en que la sociedad y la política nos polarizan a todos un poco, y la crispación emerge, todavía se produce más esa mezcla, que es muy indeseable. Es también consecuencia de la situación económica y financiera que viven los medios de comunicación. Lo realmente difícil en una radio y en un periódico es hacer una noticia. Yo tenía un profesor en la Facultad que decía que noticia es algo que alguien, en algún lugar del mundo, quiere que esconder. El resto, decía, es propaganda o publicidad. Si tomamos al pie de la letra esta definición, no escribiríamos casi nada o muy poquito. Yo siempre he tenido en la cabeza esta definición para no perderme. Para obtener noticias hace falta tiempo y dinero. Dar una opinión, con todo el respeto del mundo, la puede dar cualquiera. Me parece un verdadero desastre que los periodistas nos prestemos a la farsa de darle al oyente en la radio información, cuando realmente es opinión.

«Hemos descubierto que puede hacerse periodismo deportivo y humor al mismo tiempo»

P.- Casi todas las radios ofrecen a las mismas horas idénticos contenidos.

R.- En la radio se arriesga muy poco. Hay muy poco riesgo. Como ya estoy jubilado y no espero ningún tipo de prebendas, te diré que la figura del director de programas ha desaparecido. Ahora hay funcionarios en las emisoras de radio. No existe en la radio un director de programas que tenga imaginación y capacidad creativa. Esto es lo que hay. A la radio la hemos pervertido, en la medida en que prácticamente el 90% es tertulia e información. Más tertulia que información. La radio creativa se ha perdido. Pongas lo que pongas, todo es una tertulia en la radio.  En mi opinión, el último gran radiofonista que queda es Carlos Alsina, en la medida en que es un periodista de raza, claramente político, pero tiene tiempo, capacidad y arte para hacer programas diferentes. El resto es tertulia, más tertulia, y deportes. Y hemos descubierto además que se puede hacer periodismo deportivo y humor al mismo tiempo. Pues vale. No se apuesta. Lo que hace la Cope se parece a lo que hace la Ser y en la radio pública, que no depende de la publicidad, se experimenta muy poco.

P.- ¿Qué sensación tuviste la primera vez que hablaste delante de un micrófono de radio?

R.- Cuando me puse por primera vez delante de un micrófono era el final de un gran sueño. De adolescente tuve claro que quería ser periodista de radio. Nunca pensé en la televisión ni en los periódicos. A mí me regalaron en mi primera comunión un aparato de radio de marca Sharp, que venía dentro de una funda de cuero. En ese transistor escuchaba yo un programa de Carlos Tena, en Radio Nacional de España, que se llamaba Para vosotros jóvenes. Era un programa fabuloso. Yo creo que ahí empecé. Cuando yo aprobé la selectividad y me iba a matricular en la Facultad de Ciencias de la Información, mi madre me dijo: «Vete a ver a tu tío Venancio (registrador de la propiedad) y le dices lo que vas a hacer». Cuando le conté que iba a hacer Ciencias de la Información, mi tío Venancio, me dijo, con esa vena tan seria que tienen los registradores: «¿Eso que es?». «Eso es periodismo», le contesté. Su respuesta fue: «No, no; tú haz Derecho, que ya escribirás en los periódicos». Fue tal la presión de la familia que tuve que hacer después por libre Ciencias Políticas y Sociología. La primera vez que me puse delante de un micrófono me sentí muy feliz, muy feliz.

P.- ¿Es verdad que José Bono te echó de director de RNE en Castilla-La Mancha? 

R.- Si tengo que ser justo, también tengo que decir que, siendo yo director de Informativos de la Ser en Castilla-La Mancha, fueron Pepe Bono y Juan Pedro Hernández Moltó quienes dijeron que había que modernizar la radio pública, porque en aquellos años –1984/85– Radiocadena era, prácticamente, la radio del Movimiento y Radio Nacional, un repetidor de Madrid. Como tal, no había radio pública en la región. Yo soy consciente de que también hubo un impulso para mi nombramiento desde allí. Ellos fueron a elegir lo que creían que era lo mejor. Yo no tenía ningún tipo de afinidad, ni no afinidad, con el Partido Socialista. Era un periodista que hacía su trabajo, y punto. Cinco años después de ser director de RNE, hay una pérdida de confianza política. Eso es evidente.

«Pepe Bono me dijo que nos parecíamos a Radio Pirenaica»

P.- ¿Intentabas trabajar con libertad?

R.- Yo intentaba aplicar a la radio el Estatuto de la Radio y la Televisión pública, que te obliga a un respeto por las minorías. Hubo un político que me dijo: «Tu radio parece Radio Pirenaica».

P.- ¿Qué político te lo dijo?

R.- Me lo dijo Bono. Para quienes no sepan que era Radio Pirenaica, recordar que fue  una radio que hacía en Francia el Partido Comunista y que se podía escuchar en España. En ella hablaba Santiago Carrillo, La Pasionaria, Ignacio Gallego… Y le dije a Bono: «¿Por qué dices esto?». No gustaba que en la radio pública de Castilla-La Mancha (RNE y Radiocadena) estuviera tan presente la gente de Izquierda Unida. Algunos socialistas tienen siempre como un pepito grillo a alguien que ha estado en el Partido Comunista. No les gustaba que les dijeran, por lo menos en aquellos tiempos, lo que tenían que hacer. Querían que yo aplicara a Radio Nacional la proporcionalidad política que había en las Cortes de Castilla-La Mancha. Decían: «¿Cuántos diputados tiene Izquierda Unida?». Ninguno. «Pues, si no han conseguido ningún escaño, no los quiero escuchar en RNE». Eso y alguna otra cosa provocó que de la noche a la mañana me dijeran que dejaba de ser director y que me ofrecían otro puesto en Tenerife. Preferí irme al paro y, después de unos meses bastante dolorosos, conseguí meter la cabeza en la Cope.

P.- ¿Me podrías dar tu opinión sobre algunos profesionales con los que has trabajado o colaborado? Para empezar, Fermín Bocos.

R.- A Fermín Bocos le conocí en la Cope, pero siempre le he dicho que lo conocía de antes, aunque no físicamente, porque lo escuchaba mucho. El informativo de las ocho de la tarde que hacía desde Barcelona para toda la Cadena Ser tenía una sintonía maravillosa, y lo escuchaba porque aquello era periodismo en estado puro, con la gran voz y la dicción que tiene Bocos. Yo creo que es una especie de Sócrates en la Academia de la Radio. Es un hombre que sabe muchísimo; un monstruo de la radio informativa.

P.- Manuel Antonio Rico.

R.- La primera vez que yo entré en cadena, desde Toledo, fue en Hora 25. Me dio paso y me temblaron no solamente las piernas, también las orejas. Todo. Manuel Antonio Rico imponía mucho. Estrenarte en Hora 25 era como otra Academia en la que estaba también Sócrates enseñando radio. Rico es la reflexión, el ritmo, la pausa, la educación y el olfato periodístico.

P.- Iñaki Gabilondo.

R.- Otro grande, que hizo de la radio informativa lo que ya nunca ha vuelto a ser. Iñaki, además, enseñó –cada uno tiene sus tendencias, naturalmente– y fue muy pulcro a la hora de decir: «Oiga, la información es información y la opinión es la opinión». Creo que es uno de los grandes que más escuela ha dejado. A pesar de que trabajar con Iñaki Gabilondo no ha sido fácil porque su nivel de exigencia era altísimo. Tan alto como su capacidad para perder los nervios, muchas veces. Pero todo el mundo le ha perdonado eso a Iñaki porque fue mucho lo que enseñó.

«Javier González Ferrari tiene el mérito de haber hecho la primera tertulia de radio»

P.- Javier González Ferrari.

R.- A Javier le conocí en Radio Madrid y hay que darle el mérito que tiene haber conducido y presentado la primera tertulia de radio. Se llamaba La Trastienda y sólo duraba quince minutos. Los tertulianos tenían que llevar una noticia. Allí no valía solo la opinión. Todos los periodistas, entre otros Pilar Urbano y José Luis Gutiérrez, llegaban con una noticia. Luego, Javier tiene para mí la virtud de ser, de alguna manera, la palanca que me eleva en Madrid. Porque, cuando llego a la Cope, enseguida me colocan en el informativo de Javier, Un día en España, y luego La Linterna, que era la opinión, la tertulia. Después, me fui con él de subdirector al informativo matinal Al día, en Onda Cero. Y ahí comenzó otra época dorada mía.

P.- Luis del Olmo, con el que coincidiste también en Punto Radio.

R.- Me llamó cuando se fue a Punto Radio para que hiciera la revista de prensa en Protagonistas. Cobraba más por la revista de prensa que de director de Servimedia y era una forma de volver a la radio. Luego, Luis planteó a la dirección de la cadena que yo hiciera un programa informativo y con tertulia por la noche. También me sugirió recuperar el nombre De costa a costa.

P.- ¿Lo tenía registrado?

R.- Creía que lo había registrado Radio Nacional y llamó a Pedro Piqueras, entonces director de RNE, para confirmarlo. Tampoco lo sabía Piqueras, así que se fue él personalmente al registro de marcas y se encontró con que no habían renovado el nombre de la marca y automáticamente Luis del Olmo lo registró a su nombre. Luis del Olmo no fue un gran comunicador en lo que es la crónica de actualidad, el periodismo. Él era otra cosa.

«Punto Radio nunca fue una cadena, aunque empezaba a parecerlo»

P.- ¿Por qué fracasó Punto Radio en su intento de consolidarse como otra gran cadena de radio?

R.- Creo que fallaron varias cosas. La primera, que había una estructura que no ayudaba a la consolidación de la cadena. Las emisoras eran de las cabeceras periodísticas del Grupo Vocento. Hacer una cadena, cuando cada periódico tenía su radio, era muy complicado. La radio de Santander era del Diario Montañés, la de Granada del Ideal… Había directores por todos los sitios. El director de esos periódicos también mandaba en la radio. Cosas muy extrañas. Cuando llamábamos de Madrid, teníamos que pedir miles de permisos. Aquello no fue nunca una cadena de radio, aunque empezaba a parecerlo. Luego, la empresa como tal nunca tuvo claro qué era una radio, hasta que llegó José Manuel Vargas, como consejero delegado del Grupo. Se tomó más en serio Punto Radio, pero se lo cargaron también. El subdirector de mi programa era Rafa Latorre, que ahora dirige y presenta La Brújula de Onda Cero. 

P.- Que, por cierto, lo está haciendo bastante bien…

R.- Muy bien. Era un grandísimo subdirector. También estaba José Miguel Azpíroz en el equipo. Tenía, además, el asesoramiento perfecto de uno de los grandes del periodismo, que ha sido Manuel Martín Ferrand. Colaboraba conmigo. Rafa Latorre hace un comentario con Carlos Alsina que se llama El gallo Latorre y a mí me hacía un comentario Manuel Martín Ferrand que se llamaba En menos que canta un gallo. Aprendemos de los mejores. La cadena Punto Radio estaba ya a punto de consolidarse, pero hay un follón enorme en el consejo de administración de Vocento, donde nunca se han entendido las familias. Hay familias ahí que prefieren que el que está enfrente no gane, aunque se pierda dinero. Así no se puede gobernar una empresa. Es imposible. Terminaron con José Manuel Vargas, que era la única persona que tenía en la cabeza el grupo. Le sustituye Luis Enríquez y me dicen que no cuentan conmigo y ponen en mi lugar a Melchor Miralles. Dos años más… y se apagó.  

P.- ¿Crees que la credibilidad perdida por los medios de comunicación se recuperará en el futuro?

R.- No quiero ser el abuelo cebolleta, pero creo que esa credibilidad no sólo se va a recuperar, sino que creo que hay periodistas que la mantienen en estos momentos. Lo que pasa es que esos periodistas que tienen credibilidad, y que tú y yo conocemos, cohabitan en una selva, en un bosque, donde se mezclan muchas cosas. Desde las redes sociales a los periodistas fake, que los hay, naturalmente. Hay periodistas con la misma contundencia, credibilidad, sabiduría y articulación intelectual que había hace 40 o 50 años en este país. Yo no me siento muy pesimista, pero sí es verdad que cada vez es todo más complicado y nuestro oficio vive momentos de dificultad y de reconocimiento, no solo profesional, sino salarial.

«Reconozco con dificultad al PSOE, pero tampoco veo alternativa en el PP»

P.- ¿Eres menos optimista sobre la política española?

R.- Si tenemos que tirar de memoria, y yo viví la Transición siendo periodista, la clase política ha ido deviniendo en algo más pequeñito, en algo peor. Falta articulación intelectual en los políticos, pero eso ya viene ocurriendo desde hace algún tiempo. Vivimos un tiempo muy complicado, de mucha crispación. ¿Tú crees que es normal que sea noticia en un país como el nuestro, con categoría casi de exclusiva, que el presidente del Gobierno se vea con el líder de la oposición? Eso es una anormalidad democrática absoluta. Como es una anormalidad que el presidente del Gobierno se entienda con partidos minoritarios que apenas son capaces de juntar el 8% del voto estatal. Todo es una barbaridad. Y, claro, esa barbaridad o esa anomalía se proyecta habitualmente en los medios, especialmente en las tertulias. Siento una cierta disconformidad con lo que estoy viviendo, y no solamente con el Partido Socialista al que reconozco con cierta dificultad. Pero tampoco veo alternativa en el otro lado. No son buenos tiempos, Javier, la verdad.

P.- ¿Cuántos años llevas ejerciendo el periodismo?

R.- En activo 41 años, pero en la radio 30. Ahora las facultades tienen estudios de radio, cosa que no ocurría cuando tú y yo estudiábamos. Las facultades enseñan radio, pero como se aprende de radio es escuchando a los mejores. Yo escuché siempre con mucho interés a Luis del Olmo, a Iñaki Gabilondo y a Fermín Bocos. La mezcla de ese triángulo quería ser yo: Bocos, Del Olmo y Gabilondo. Es muy complicado conseguirlo, pero a veces creo que me he parecido.

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