THE OBJECTIVE
Fuera de micrófono

Curri Valenzuela: «La única que puede acabar con Sánchez es Ayuso»

Un día leyó en una revista que el mundo es un circo, donde el periodista tiene reservado asiento en la primera fila

Se apartó del periodismo activo –después de ejercerlo durante cincuenta años– en la primavera de 2018. Concretamente, el día en que Mariano Rajoy perdió la moción de censura y accedió a la presidencia del Gobierno Pedro Sánchez. «Hasta aquí he llegado. Ahora, que lo cuente otro», comenta Curri Valenzuela, a pesar de haber escrito ocho años antes un libro titulado Yo no me quiero jubilar.

Nacida en Málaga en 1945, sigue la actualidad con interés, aunque ya no la cuente, y su trayectoria profesional está salpicada de historias que ilustran el pasado más reciente. En esta entrevista concedida a Fuera de Micrófono cuenta cómo se coló en el Despacho Oval y habló con Bill Clinton; recuerda una entrevista con la que fuera primera ministra de la India, Indira Gandhi, o los 30 años de cárcel que le pedía el Tribunal de Orden Público por denunciar en los años 70, desde el semanario Cambio16, las torturas sufridas por una mujer en un cuartel de la Guardia Civil. Se salvó por la amnistía de Suárez.

Curri Valenzuela echa de menos en el periodismo actual algo más de valentía para contar lo que pasa, sin miedo a las represalias. Para esta mujer, el periodista tiene la obligación de resistir las presiones de unos y otros. Dice que Pedro Sánchez es el peor presidente de la democracia, con mucha diferencia, y lamenta la ausencia de patriotismo, que «la gente no se emocione con el himno y la bandera, como ocurre en los países de nuestro entorno».

Tampoco le gustan las redes sociales, altavoz de quienes la atacaron con saña cuando dirigía y presentaba el programa Alto y claro, en Telemadrid. Los sindicatos de la televisión autonómica la vigilaban de cerca. Hasta el punto de hacer viral una imagen de Curri lanzando al suelo un portátil que tenía sobre la mesa del estudio. «No es cierto», dice. «Se me cayó, pero los sindicatos me hacían estas cosas cuando gobernaba Esperanza Aguirre».

«Es inaudito que el presidente del Gobierno mienta como un bellaco»

Si perder el buen humor; feliz de haber contemplado desde la primera fila, como si estuviera en un circo, los grandes acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX e inicios del siglo XXI, la periodista confiesa haber visto de todo, con una excepción: «Un gobierno como este no lo había visto nunca».

PREGUNTA.- ¿Cómo ves los toros desde la barrera?

RESPUESTA.- No estoy en la barrera. Cuando eres periodista, y yo he sido periodista en ejercicio cincuenta años, nunca ves nada desde la barrera. Me levanto por la mañana y veo todos los periódicos, me entero de lo que pasa y saco mis propias conclusiones. Lo que pasa es que ahora no se las tengo que contar a nadie. Es mucho más descansado.

P.- ¿Qué reflexión haces sobre lo que estás viendo?

R.- Lo que está pasando ahora es inédito. No tiene precedentes. Yo he visto de todo. Empecé a trabajar cuando gobernaba Franco. Entré de redactora en la agencia EFE con 22 años, y lo primero que hice fue contar cómo Franco inauguraba el pantano de Buendía. Así que fíjate todo lo que he visto. Pero un gobierno como este no lo había visto nunca. Ni aquí ni fuera de España, y he sido corresponsal en el extranjero durante 15 años. Nunca. Es inaudito que el presidente del Gobierno mienta como un bellaco. De repente, dice que se va a ir o que los demás no somos demócratas y él sí. A mí me asombra. No sé cómo no he perdido la capacidad de asombro con Sánchez. Todos los días me asombra por algo nuevo.

P.- Después de EFE, trabajaste en el semanario Cambio16, cuyos ejemplares eran secuestrados y censurados cada dos por tres. ¿Qué recuerdos tienes de aquello?

R. Nos amenazaban los fachas. Juan José Rosón, ministro del Interior, nos mandaba Geos para que estuvieran por el pasillo con metralletas, protegiéndonos. Pepe Oneto (director de Cambio16) decía: «Llama al Ministerio y asegúrate que son de fiar». En la puerta del baño había un Geo con metralleta. Nos acompañaban a los redactores al ascensor y hasta el garaje. Pero, yo creo que nunca tuvimos miedo. A mí me procesó el Tribunal de Orden Público y me pedían 30 años de cárcel, pero no se celebró el juicio. Me salvó la amnistía de Adolfo Suárez; la auténtica amnistía.

Curri Valenzuela. | Foto: Carmen Suárez

P.- ¿El motivo de ese procesamiento?

R.- Había escrito un reportaje, con fotos, de una chica a la que había torturado la Guardia Civil. A veces, no firmábamos estas cosas, pero yo me puse muy chula y firmé aquella información. Tenía pruebas. Había hablado con la chica, tenía las fotografías. En aquella época los periodistas no teníamos miedo. Ahora, hay muchos periodistas que tienen miedo a contar las cosas.

«Sánchez es el peor presidente: está haciendo bueno a Zapatero»

P.- Has conocido a los presidentes de la democracia. ¿Cuál es el peor de todos?

R.- El peor de todos es éste, y después Zapatero. Porque Zapatero fue quien empezó con la política de división en la sociedad, haciendo grupos. Tú eres mi enemigo, yo estoy aquí, etc. Pero Sánchez es el peor con mucha diferencia. Es amigo de Zapatero y se lleva muy bien con él. Zapatero polarizó la vida política y, económicamente, fue un desastre. Sánchez está haciendo bueno a Zapatero.

P.- ¿Y el mejor, en tu opinión?

R.- Creo que hay empate entre Felipe González y José María Aznar. Aznar fue un buen presidente, sobre todo en las cuestiones económicas. El mayor incremento de renta y de bienestar en España lo hemos registrado en la época de Aznar. También en aceptación internacional. Aznar fue buen presidente, sobre todo en su primera legislatura. Felipe González también. Nos metió en Europa y le dio a España renombre internacional. Era dialogante, tolerante, aunque no con la prensa. A mí me han echado por presiones políticas de muchos medios. «Que ha pedido el Gobierno que ya no escribas, que no sé qué…». Te pondré un ejemplo. Yo estaba en la tertulia de Radio Nacional y, al día siguiente de ganar las elecciones Zapatero, me despidieron. La gente ya no se acuerda, pero en la huelga general de los años 80, convocada por Nicolás Redondo contra Felipe González, con el PSOE en el poder, en la tertulia matinal de Radio Nacional yo era el contrapeso. Y ese día (14 de diciembre 1988) llegué y me dijeron que estaba prohibido contar que había huelga. Estaba Madrid ardiendo, pero no se dijo nada en el boletín de las nueve. Vino un historiador experto en Carlos III, porque era no sé qué centenario, y sólo podíamos hablar de esa efeméride. Empezamos a las nueve de la mañana y a las nueve y media le dije al historiador viejecito que había allí: «Háblenos usted del Motín de Esquilache». Nos contó el Motín de Esquilache y seguidamente le pregunte: «¿Cuál es el paralelo entre el Motín de Esquilache y los madrileños que hoy están protestando contra los abusos del Gobierno?». Eso fue un viernes y, cuando volví el lunes, a la entrada de Prado del Rey, me dijeron que aparcara fuera y me sacaron el finiquito a la puerta.

P.- ¿Quién era el director de informativos de Rne?

R.- Pepe Cavero. Me han echado de varios sitios. Cuando Joaquín Almunia fue candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, me dijo un día: «Te juro que, si soy presidente del Gobierno, no te echaremos de ninguna tertulia». He tenido presiones de todos los colores y de todas las maneras.

P.- ¿Te has sentido discriminada a la hora de acceder a puestos de responsabilidad por el hecho de ser mujer?

R.- No me dejaba. A veces, las mujeres pensamos que no vamos a poder, y eso no es así. Quería ser periodista desde pequeña. Leí en una revista que tenía mi padre que el mundo es un circo y el periodista tiene siempre en ese circo asiento en la primera fila. Y yo pensé que quería tener asiento en la primera fila para ver cómo era el mundo y poder contarlo. ¿Sabes cuándo me di cuenta de que lo había conseguido? En un viaje que hizo Aznar a EEUU para verse con Bill Clinton. Hay sitios en los que no puede entrar la prensa escrita, pero sí los fotógrafos y los cámaras. Entonces, yo me cuelgo al cuello una cámara de fotos y entro. En el Despacho Oval, donde estaba Clinton con Aznar, entré con el foco que me dejó un cámara de TV3. Todavía recuerdo la cara de Aznar cuando me vio. Estábamos separados por una barrera, pero Clinton se levantó y vino a hablar con nosotros. Entonces, me enrollé a hablar con Clinton y me contó que su madre le había dicho que era muy bonita la puesta de sol desde la Alhambra y que pensaba venir a España. Estuve hablando con él un ratito. Al salir de allí, dije: «Lo he conseguido, ya tengo asiento de primera fila».

P.- Fuiste consejera de RTVE, a propuesta del PP, en los años 90. ¿Por qué seguimos sin un modelo de televisión pública independiente?

R.- El que gobierna quiere mandar en la televisión pública. Pero te voy a decir una cosa: hay estilos. He visto gobiernos de todo signo, que se ponen duros o que son tolerantes. El gobierno de Rajoy era muy tolerante con la televisión. En su etapa había igual número de tertulianos de un lado que de otro. En la época de Felipe González, con María Antonia Iglesias, eso no pasaba. La gente mayor se acordará de cuando pusieron el rótulo de Vota PSOE, cuando marcó un gol Butragueño en el Mundial de México. Ahora TVE está mal porque la gente ha dejado de verla. Los gobiernos en España tienden a controlar los medios de comunicación y presionan para que cuenten lo que a ellos les interesa. Nos tenemos que resignar a eso, pero la obligación de los periodistas es resistir a los unos y a los otros.

«Nos avergonzamos hasta de la conquista de América, lo más grande que hemos hecho»

P.- ¿Qué programas de radio o de televisión sigues ahora?

R.- Soy adicta al informativo de Vicente Vallés (Antena3). Me parece muy bueno. No se corta, y eso está muy bien. A mí me gustan los periodistas valientes. También me gusta El Hormiguero, porque es muy entretenido.

P.- ¿Estamos ahora los periodistas más enfrentados que antes?

R.- El enfrentamiento lo ha creado Sánchez. Los periodistas de antes nos llevábamos bien. Un día coincidí en un avión con María Antonia Iglesias. Éramos contrarias en todo y nos llevaban a las dos a programas de televisión para que discutiéramos. Aquello se ha terminado. Podías tener una enemistad pública, porque tenías criterios muy diferentes, pero, luego, el trato personal era de comprensión mutua. Eso pasaba con los políticos. Yo recuerdo grandes debates en el Congreso, en la época de Felipe González o de Aznar, en los que se decían muchas cosas desde la tribuna y luego salían al pasillo, se daban la mano y se tomaban un café. Eso ha durado hasta Zapatero. Ahora es imposible, completamente.

«Ábalos dice que Delcy no llevaba maletas y se queda tan contento»

P.- ¿Por qué crees que dos tercios de la población del País Vasco votan ya a nacionalistas e independentistas?

R.- Este país no tiene memoria. La democracia no consiste solo en tener una Constitución. Consiste en una cultura que en España no hemos tenido durante mucho tiempo. Tampoco hemos educado a los jóvenes. No hay patriotismo. En los países de nuestro entorno la gente se emociona con el himno y la bandera. Aquí, muy poco. En algunas zonas de España, como Andalucía, Castilla-La Mancha o Madrid. Pero, en muy pocos sitios de España la gente se muestra orgullosa de ser española. Los niños no aprenden la Constitución, mientras que en cualquier país europeo los niños conocen los valores de la democracia, de la libertad y del respeto al adversario. En España eso no se practica.

P.- ¿Nos avergonzamos de nuestra historia y de nuestras tradiciones?

R.- Hasta de haber conquistado América, que es lo más grande que hemos hecho. ¿Te imaginas que los ingleses se arrepintieran de haber conquistado la India? Todo lo contrario. Presumen por todo el mundo. Somos un país que no tiene sentido de lo que es importante. Luego, está el descrédito de la clase política. Ha empeorado mucho. No hay comparación entre los políticos de la Transición y los de ahora. Los que están en el Gobierno y los que están en la oposición. Ha habido mucha corrupción. En otros países también, pero a los corruptos se les aparta o dimiten, pero aquí no dimite nadie. Aquí, si te pillan, dices que no has hecho nada. José Luis Ábalos dice que Delcy no llevaba maletas y se queda tan contento. Aquí se permite que un político mienta, mientras que en el mundo anglosajón un político que ha mentido está obligado a dimitir. El primer ministro de Portugal (António da Costa) dimitió por una acusación infundada. El descrédito del político lleva a la antidemocracia pura.

«Iglesias y Rivera creían que en tres días iba a ser todo suyo»

P.- Tuviste algún rifirrafe con Pablo Iglesias en TVE, cuando hablaba de asaltar el cielo. ¿Qué ha pasado con Podemos?

R.- Llegan corriendo y ya quieren triunfar. Se ha acabado Pablo Iglesias y se ha acabado Albert Rivera. Se creían que en tres días esto iba a ser todo suyo. Luego, hemos creado un sistema político que favorece la existencia de dos partidos muy grandes, que son los que se reparten el pastel. Entonces, les cuesta mucho sobrevivir a los partidos pequeños. Cuando viajas por España, entras en cualquier pueblo y ves un local del PP y un local del PSOE.  Es muy difícil poner un partido nuevo que haga algo. La población en muchos pueblos es la mitad del PP y la otra mitad del PSOE. Eso está metido ahí y no salimos tampoco.

«No me gusta el gobierno que tenemos, ni la oposición que hace el PP»

P.- En 2012 escribiste el libro Yo no me quiero jubilar. ¿Has traicionado aquella promesa?

R.- Cuando lo escribí, no me quería jubilar. Empecé cuando todavía vivía Franco y lo dejé en la moción de censura a Rajoy. Dije: hasta aquí he llegado; ahora, que lo cuente otro. Me siento incapaz de contar lo que pasa ahora. Me interesa, porque nunca he dejado de ser periodista, pero no tengo ganas de contarlo. No sería imparcial con ninguno. No me gusta el gobierno que tenemos, no me gusta la oposición que hace el PP. Soy mucho más crítica de lo que era antes. Ahora no me echarían unos, me echarían todos, seguramente.

P.- ¿Qué opinas de las redes sociales, en concreto de X (antes Twitter)?

R.- No tengo ninguna cuenta. Si ves una cuenta con mi nombre, es falsa. Cuando hacía un programa en Telemadrid, me ponían verde. Me ponían perfiles paralelos y se inventaban cosas que no había dicho. Nunca me metí en las redes sociales porque me ponían a parir. A mí, que te ponga a parir gente que no te conoce, hasta aquí hemos llegado. Me manejo bien con Internet y con los ordenadores, pero las redes sociales no me interesan nada.

P.- Una curiosidad: ¿es cierto que tiraste un portátil al suelo, cabreada, mientras presentabas Alto y claro, en Telemadrid?

R.- No es cierto. Se me cayó. No tiré ningún ordenador. En Telemadrid, cuando gobernaba Esperanza Aguirre, los sindicatos me hacían estas cosas. Si me equivocaba en algo o tosía, me metían en las redes sociales. Si se me caía algo o me agachaba, eso es lo que ponían. Estoy muy acostumbrada a que se metan conmigo y no me afectó mucho, la verdad.

P.- Has trabajado en prensa, radio, televisión… ¿Dónde te has sentido más a gusto?

R.- Lo que más me ha gustado siempre ha sido viajar por el extranjero y contar cosas de fuera. Estuve de corresponsal, cuando era joven, en Estados Unidos, diez años, y tres en Inglaterra. De lo que más orgullosa me siento es de un viaje que hice a la India, yo sola, para entrevistar a Indira Gandhi cuando era primera ministra del país. Estaba en Cambio16 y Pepe Oneto, que era el director, me dijo que nos habían dado la oportunidad de entrevistar a Indira Gandhi y que me fuera yo a hacer esa entrevista porque era la única que se atrevería a hacerla. Aquella entrevista, en inglés, la recuerdo como uno de los mejores trabajos que he hecho. Me dijeron que sólo disponía de media hora y estuve hablando con ella una hora. Tuve que cortar la entrevista yo porque no sabía ya qué más preguntarle. Al día siguiente ella pidió que el periódico New Delhi Times la reprodujera en tres páginas. Los muchos viajes que hice con los Reyes y con los presidentes de Gobierno me permitieron ver de cerca cómo era el mundo. Entrevisté también a Margaret Thatcher, estuve en una guerra de Israel… Haber visto en primera fila como era el mundo ha sido la mejor experiencia.

P.- ¿Qué crees que puede ocurrir, si Feijóo no consigue alcanzar pronto la presidencia del Gobierno?

R.- Si Feijóo llega a la Moncloa, será un buen presidente del Gobierno. El problema de Feijóo es que no sé si está capacitado para llegar ahí. Quizá la única que puede acabar con Sánchez es Ayuso. Porque Sánchez es como un enfermo terminal que sabe, porque así se lo han diagnosticado, que no tiene remedio. Pero un enfermo terminal puede durar meses o años. Si para echar rápidamente a Sánchez tiene que venir Ayuso, pues que venga Ayuso.

«Lo de querer separar a Cataluña de España es una cosa de viejos»

P.- ¿Tenemos, como dijo Feijóo, los peores políticos de la democracia?

R.- Sí. Los parlamentarios se eligen a través de listas cerradas. No hay debates de altura. Para preguntarle a un ministro los diputados tienen que leer un papel. ¿No hay nadie que se aprenda una pregunta de minuto y medio?

P.- Tampoco admiten ellos preguntas de los periodistas.

P.- Eso lo hace Sánchez. A Rajoy le hicieron muchas bromas con lo del plasma, pero sí contestaba preguntas. Y Juanma Moreno o Emiliano García-Page contestan preguntas y hacen ruedas de prensa. El que no quiere tener ruedas de prensa es Sánchez. Es increíble. ¿Desde cuándo no ha dado una rueda de prensa el presidente del Gobierno? No nos acordamos. Yo he visto a los anteriores presidentes dejándose preguntar por todo el mundo. Hacían ruedas de prensa largas y eso ahora ya sólo se ve con el PP y con el PSOE, pero fuera de Madrid. No lo ves en la Moncloa.

P.- ¿Los resultados de Cataluña pueden provocar un adelanto de las elecciones generales?

R.- Sánchez no adelantará las elecciones nunca. Hará lo que sea. Dirá que se va tres días, volverá cuatro… Acusará a los demás de algo. ¿Cómo se va a ir? Y ahora, que tiene un problema con lo de su mujer, menos. Si Sánchez se va ahora, su mujer puede acabar procesada. No digo culpable, pero sí procesada. Ahora no se puede ir. ¿Qué se inventará? Lo que sea. Le da igual. Pero lo importante para él ahora mismo es el honor de su mujer. Y eso está por encima de mantener la democracia. Quien crea que Sánchez va a dimitir y adelantar elecciones se equivoca. Y, si las adelanta, las pierde.

P.- ¿Qué te parece la propuesta de luchar contra los bulos, mientras Sánchez y su entorno los propagan?

R.- Sánchez no puede acusar a nadie de dividir al país y enfrentar a los ciudadanos porque quien divide y enfrenta es él, todo el tiempo. Es el primer presidente que cuando gana unas elecciones no dice: quiero gobernar para todo del mundo. Él ha dicho que va a gobernar para los suyos y que pondrá un muro al resto. Eso no lo dice nadie. Ni en EEUU, ni en ningún país democrático. El que ha puesto el muro ha sido Sánchez. Pero, si tú pones un muro y declaras que los del otro lado son tus enemigos, los otros te van a contestar. Él quiere poder insultar, pero que no le insulten a él. Acusar al hermano de Ayuso por las mascarillas, pero que a él no le digan nada de las mascarillas. Si tú te pones a las bravas y declaras la guerra, te contestan con la guerra. Y es lo que le está pasando.

P.- Pese a todo, ¿confías en el futuro de nuestro país?

R.- Una de las ventajas que tiene ser mayor es ver cómo las cosas vuelven. Yo, a la gente joven que veo más desesperada, le digo: no te preocupes; la historia de la humanidad está hecha de ciclos, que van para arriba y para abajo. Como ahora estamos abajo, sólo podremos mejorar. Cuando se vaya Sánchez, mejoraremos. Hay que mirar la vida con optimismo y saber que de ésta se sales.

P.- ¿Es posible trabajar en el futuro de España con socios que reniegan de ella?

R.- Los jóvenes se están criando en un mundo plurinacional. No tienen ardor patriótico español, pero tampoco son separatistas. Hay menos separatismo entre los jóvenes que entre los mayores. Lo de querer separar a Cataluña de España es una cosa de viejos. Yo soy optimista. Creo que todo pasa, y que esto también pasará.

«La mujer del César tiene que llegar por méritos propios, no por el César»

P.- ¿El feminismo de antes tiene algo que envidiar al de ahora?

R.- Cuando yo empecé en la agencia EFE, nos hicieron un examen. Buscaban 12 redactores y entramos 11 chicos y yo. A los tres meses, les hicieron fijos a todos ellos, menos a mí. Fui a ver al jefe, para preguntarle por qué a mí no me hacían fija, y me contestó: «En EFE sólo ha habido una mujer periodista, se lio con un redactor que estaba casado y la tuvimos que echar». Esto fue lo que me dijo. Tuve que esperar a que comprobaran que no me liaba con ningún redactor casado para meterme en plantilla. Yo soy feminista. Siempre he luchado, pero no por una cuota. De joven fui jefa de redacción y, cuando me nombraron jefa de Política de Cambio16, yo tenía dos redactoras y 25 redactores. Y los había que, cuando yo les decía vete a tal sitio, me miraban como diciendo: «Ya veré a ver si voy». Aprendí que me tenía que subir encima de una mesa y gritarles para que fueran, pero iban. Y, cuando había que ascender a alguien, decía: un momento, hay que considerar si hay alguna mujer que vale igual que los hombres. La gente tiende a nombrar a personas de su círculo, y ¿con quién se tomaban las cervezas los hombres?, pues con los hombres. Desde que llegó Irene Montero a ministra, dejé de decir que era feminista porque queda mal. Una señora que está ahí porque la ha colocado su pareja, que diga que es feminista… Como la mujer de Sánchez, que diga que es experta en repartir fondos mundiales para las grandes empresas. Lo mismo.

P.- La mujer del César, además de honesta debe parecerlo…  

R.- No. La mujer del César tiene que llegar a los sitios por méritos propios, no por el César.

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