Repsol prolongará la vida de los coches de combustión con gasolinas no contaminantes
El 10% del combustible que cargamos ya es de origen renovable, pero el plan es que lo acabe siendo en su totalidad
El quebradero de cabeza medioambiental está dando pasos de gigante hacia solucionar cuestiones de difícil solución. Los combustibles líquidos no se acaban de ir, mientras que al movimiento de impulsión eléctrica le quedan décadas para imponerse en todos sus niveles necesarios. Eliminar de un plumazo los derivados del petróleo equivaldría a detener en seco una sociedad que se enfrenta al reto de buscar una solución alternativa. La sociedad no quiere detenerse y es adicta a los hidrocarburos, pero también quiere dejar de remitir toneladas de CO₂ a la atmósfera.
Electrificar el transporte es una buena idea, pero está muy lejos de cubrir todas las necesidades; o la energía nuclear es imprescindible, aunque no es aplicable a todas las necesidades. Pocos han reparado en crear combustibles que no contaminen, y en la petrolera española Repsol trabajan en ello. Puede parecer un contrasentido, una compañía cuyos beneficios provienen del petróleo quiere eliminar este elemento de su ecuación industrial, pero creen tener la solución.
En su centro tecnológico Repsol Lab, situado en Móstoles, Madrid, llevan años desarrollando combustibles de diverso tipo que pueden sustituir los actuales derivados del petróleo. El resultado final no es que no contaminen, sino que consigan un equilibrio entre las muy bajas emisiones y el CO₂ que absorben de la atmósfera durante su generación. Incluso en algún proceso, consiguen un resultado negativo, con eliminación neta de este tipo de gases. Parece magia, pero es solo química y mucha tecnología.
La idea es producir combustibles que ofrezcan un rendimiento energético equiparable, con un equilibrio medioambiental, y a un precio asumible en la venta al público y la producción industrial. A día de hoy el 10% del combustible que cargamos en el depósito de nuestros coches ya es de origen renovable, pero el plan es que lo acabe siendo en su totalidad.
Física y química
En diez estaciones de servicio de la compañía ya se vende gasoil ecológico utilizable por vehículos sin que requieran modificación alguna en sus mecánicas. Tan sencillo como cambiar de surtidor, y rellenar el tanque con un líquido distinto. Apenas huele, y cuesta 35 céntimos más que su equivalente petrolífero. La guinda es que en su combustión los gases emitidos quedan virtualmente neutralizados gracias a las bajas emisiones y la compensación durante su proceso industrial.
Hay varias vías de acceso al producto final, y todas sorprendentes: usar los purines de la industria ganadera gallega, los restos de la creación del aceite de oliva andaluz, las cáscaras de naranja de hacer zumo o restos biológicos procedentes del reciclado de basuras. Cada uno de estos restos requieren de un ‘cocinado’ específico, aprovechar sus propiedades o eliminar metales, y del que se extraerían los elementos necesarios a base de una suerte de refinado químico.
Uno de los elementos más agradecidos es el aceite empleado a nivel doméstico. Tras una serie de pasos industriales, el aceite que una vez sirvió para freír un plato de boquerones, puede acabar convertido en gasoil. Para ello, la propia Repsol tiene cientos de depósitos en sus estaciones de servicio. A cambio de cada litro entregado, la petrolera devuelve treinta céntimos al que se toma la molestia de llevarlos a la gasolinera.
Viabilidad
En España se consumen unas 30.000 toneladas de combustibles al año. Solo de lo que se puede obtener de la biomasa sobrante en el campo, Repsol calcula que se podría obtener más de la mitad de ese combustible; la totalidad si sumamos los restos biológicos procedentes del uso doméstico. España es un país privilegiado en lo relacionado con los residuos forestales, con millones de kilómetros cuadrados y una vegetación que no se recoge o se quema sin más. La recolección de estos restos podrían convertirse en una industria per se. Requeriría una logística específica, y podría generar muchos espacios naturales, hoy desatendidos en la llamada España vacía.
En las intenciones de Repsol está que a lo largo de este 2023 haya cincuenta gasolineras capaces de ofrecer gasoil ecológico. Para poder comercializar el equivalente a gasolina de este tipo se tardará aún un tiempo. Técnicamente cuesta algo más de trabajo obtener un producto con una calidad y octanaje equiparable al producto presente. Aunque las primeras pruebas ofrecen un resultado positivo, hay que encauzar su producción industrial para crear un producto que se pueda poner a la venta. La compañía no tiene cálculo sobre precios, pero se espera algo similar a lo que cuesta el gasoil, hasta que se popularice su uso, y el escalado industrial acabe haciendo su parte a la hora de rebajar los costes de producción.
La automoción sonríe
En 2022 se fabricaron 85,4 millones de coches, la gran mayoría con algún tipo de propulsor movido por combustible líquido. Las inversiones de los fabricantes para transformar sus líneas de producción a la hora de cambiarse a coches eléctricos están siendo monstruosas. A pesar de ello, el público no está adquiriendo estos productos con la energía que les gustaría a los fabricantes.
Todas las marcas tienen planes al respecto, pero Volkswagen, por ejemplo, ha tenido que levantar el pie de sus factorías porque no coloca su producción; la gente no muestra un enorme apetito por este tipo de coches. El público generalista no quiere asumir los precios de los eléctricos —aún son caros—, y para el empleo diario de muchos albergan pegas en su usabilidad que no tienen los de combustión, de ahí el éxito de los híbridos.
Si el principal argumento de los defensores del coche eléctrico puro es que no contamina, se quedarían sin ese mensaje si los vehículos usaran gasolinas ecológicas. No solo eso, sino que ofrecerían una solución para millones de coches que ya existen y están basados en motores de combustión, prolongando su vida útil. Por otra parte, las compañías petroleras podrían utilizar sus redes de distribución, estaciones de servicio, logística y refinerías, que podrían ser usadas en gran medida en la cadena industrial-comercial de los nuevos combustibles.
Repsol no piensa solo en coches, camiones o tractores. Tiene en mente a las flotas de barcos, o la aeronáutica, no en vano tiene como clientes a Iberia, Vueling o Ryanair. La Patrulla Águila, grupo acrobático de las fuerzas aéreas, voló el pasado 12 de octubre durante el desfile militar conmemorativo del Día de la Hispanidad con un combustible denominado SAF no contaminante. En la hoja de ruta de Repsol está tener 50 estaciones de servicio antes de finales de año que ofrezcan gasoil ecológico, y ser una compañía de cero emisiones, tanto en su proceso productivo como en los productos que ofrecen para 2050.
Arthur C. Clarke, el autor de ciencia ficción, predijo que en el futuro habría un mecanismo llamado ‘conversor molecular’, capaz de crear casi cualquier cosa a partir de apenas un puñado de tierra. Si Repsol es capaz de obtener gasolina de una bolsa de basura casera, es lo más parecido que vamos a ver en la actualidad. Su éxito dependerá del grado de aceptación que decida el consumidor.