La normativa Euro 7 salva de la guillotina a los coches baratos
Los motores para coches a partir de 2027 se someterán a controles relacionados con las emisiones de CO2
Ha sido un largo tira y afloja entre las restrictivas autoridades de la Unión Europa y los atosigados fabricantes del viejo continente. Las fuertes regulaciones medioambientales con el que el gobierno europeo iba a someter a las marcas será algo más laxa. Y es que el primer borrador, recién aprobado por Bruselas, va a tener muchas connotaciones, industriales, laborales, ecológicas. Todas ellas confluirán en un lugar que conocemos todos: el bolsillo de los ciudadanos.
La Unión Europea regula las emisiones de los vehículos desde 1992, y a cada poco va elevando las limitaciones por cuestiones medioambientales. Todos los fabricantes han de acatar estas reglas, y los primeros borradores de la siguiente generación, la Euro 7, ponía los pelos de punta a los constructores europeos. Desde que se anunciaron las primeras directivas, varios grupos automotrices comenzaron a hacer ruido, reclamar un retraso en su introducción, y la suavización de ciertas normas, en especial restrictivas. Algunos incluso llegaron a amenazar con el cierre de factorías, en consecuencia despidos masivos, lo que crearía nuevos problemas laborales, sociales, para desembocar en un disgusto general de la sociedad.
Propuestas en mano, las marcas echaron cuentas y llegaron a una conclusión: en los coches más caros sí se podrían diluir los sobreprecios a la hora de cambiar los sistemas de inyección y filtrado de gases de los escapes. El problema es que a los coches pequeños, más baratos y compactos, les sería mucho más complicado técnicamente integrar estos mecanismos e incrementaría su precio hasta en un 20 %. Se les planteaban problemas técnicos y económicos, y temían la desaparición ‘del coche barato y accesible’.
La Euro 7
Bajo la presidencia española de la Unión Europea, el comité encargado ha alcanzado un acuerdo con las marcas en el que se han satisfecho muchas de sus peticiones. De entrada, la Euro 7 no entrará en vigor en 2025, sino en 2027 para turismos y furgonetas, y para vehículos pesados, como camiones y autobuses, en 2029. Las marcas han encontrado una prórroga de dos y cuatro años en según qué casos.
Ocho países, entre ellos Italia, Francia o la República Checa, con muchas factorías implantadas en su territorio, querían que directamente la Euro 7 desapareciera, que no entrase en vigor. España estaba en un lugar medio, y había ideas alternativas como la de alemanes e italianos. Si los primeros empujan al combustible sintético, los italianos defienden los biocombustibles. Ambos quieren que se considere a sus opciones como energía de cero emisiones. Las dos contaminan, pero compensan durante su producción las emisiones de carbono a la atmósfera, reducen a cero su balance final y consiguen una neutralidad en este sentido.
Una regla para dominarlos a todos
Pero, ¿en qué consiste la Euro 7? Tras la Euro 6, normativa vigente, llegaba la siguiente iteración de la norma, y en ella se pedía una reducción gigantesca de las emisiones de gases a la atmósfera. Poco a poco han ido cediendo y en el borrador final la UE ha fijado su punto de mira en las emisiones de NOx, otras micropartículas, y las referentes a frenos y neumáticos.
Los motores que se fabriquen para coches a partir de 2027 se someterán a controles relacionados con las emisiones de CO₂ bastante parejos a los actuales. Este tipo de gas sí afecta a la contaminación relacionada con el efecto invernadero, pero no está tan directamente relacionada con la calidad del aire que respiramos. Es ahí donde sí entra la Euro 7 e incide en los óxidos de nitrógeno (NOx), hidrocarburos totales (HC), hidrocarburos no metánicos (HCNM), monóxido de carbono (CO) y partículas (PM) de entre 2,5 y 10 micras, que son las más nocivas, sobre todo en entornos urbanos.
Euro 7 abre una nueva vía a la hora de proteger el medio ambiente y la salubridad del aire que respiráramos: frenos, y sobre todo, neumáticos. Se sabe que estos dos elementos arrojan partículas contaminantes que quedan en suspensión en el aire, y afecta a todo lo que se mueve. Da igual si eres camión, autobús, ciclomotor, coche eléctrico o un deportivo italiano de diez cilindros: todos incurren en este pecado que la UE quiere limitar.
Cuatro años de prórroga
A partir de la entrada en vigor la normativa Euro 7 existirá un procedimiento de medición común para todos los coches que emitan gases, ya sean motores de gasolina, diesel, o gas licuado. Aún no se ha establecido un límite claro de NOx, el principal enemigo a batir, aunque ya existen grandes ejemplos de limitación de este tipo de gases en el mercado. Existen motores de gasoil de Mercedes cuyas emisiones en este sentido son tan bajas que resulta difícil medirlas; muchos fabricantes han hecho muy bien sus deberes.
Los fabricantes tendrán cuatro años para desarrollar sus sistemas, implementar mecanismos, probar su funcionamiento, y sacar partido de los actuales productos en el mercado. No hay que olvidar que esta legislación recae sobre los coches nuevos, pero no sobre los peores de todos: los coches con más de diez años, que son de largo los más contaminantes y nocivos.
Beneficios españoles
España es uno de los grandes constructores de coches europeos, con diecisiete factorías repartidas por todo el territorio nacional. El problema, ahora solventado de manera temporal, es que más del 90 % de la producción son vehículos de combustión; esto es, la fabricación de eléctricos es muy limitada.
Uno de los primeros beneficiados por la norma sería la marca Seat. Los rectores de la firma están basculando todo su esfuerzo innovador hacia la marca Cupra, pero dejarán funcionar a Seat mientras sus modelos de combustión sean rentables y el mercado los vaya aceptando. Cuanto mayor sea el plazo en que entren las reglas que limiten estas mecánicas, más tiempo tendrán para poder explotar unos productos que siguen gozando de cierto éxito entre el público.
Esta es una de las claves finales de la jugada: los coches accesibles. La electrificación avanza a paso firme pero más lento de lo deseable, y la gente necesitará desplazarse de manera barata y llevadera. El principal beneficiado será el vehículo pequeño, utilitario, urbano, y casi siempre el primero que cada conductor se compra. Lo que parecía condenado a desaparecer, de momento tendrá cuatro años de vigencia, más lo que tarde en rotar el mercado hacia los eléctricos baratos. Cuando lleguen, o la Euro 7 permita sobrevivir a este tipo de vehículo, el mercado los habrá arrinconado sin un golpe como el que las primeras propuestas le arreaba. ¿Coches baratos? No disgustan a nadie, y todos hemos tenido uno. Eliminarlos de un plumazo equivaldría a congelar muchas actividades y dificultar la vida de muchos conductores sin una opción mejor. Los fabricantes lo agradecen.