A Elon Musk se le amontonan los problemas y hay quien pide que se aparte
Elon Musk es un genio en algunas cosas, y un mal ejemplo en otras, y a muchos les empieza a sobrar su figura
No se le va a olvidar. A Elon Musk, el hombre más rico que pisa la tierra, este cambio de año le va a traer pocos buenos recuerdos. La existencia del empresario sudafricano parece vivir de forma permanente en una montaña rusa. Cuando eche la mirada hacia atrás dentro de unos años, bien podría decir que este final de 2023 e inicio de 2024 podría ser el peor de todos los conocidos hasta la fecha.
El problema de Elon Musk es que son muchos los problemas que se le acumulan encima de la mesa. Cuando le preguntan, sonríe y afirma que si no son problemas de vida o muerte, no le preocupan, aunque la avalancha de desatinos le están poniendo en la picota en demasiados frentes a la vez.
Coches autónomos
La catarata de cuitas comenzó el 13 de diciembre pasado. Tesla, su compañía más exitosa, realizó un llamado a dos millones de coches en Estados Unidos, para una revisión. El regulador estadounidense en cuestiones automotrices descubrió un fallo grave en su celebrado y muy publicitado sistema de conducción semiautónoma, Autopilot. Los que lo utilizan suelen estar contentos con él en determinadas circunstancias, y a pesar de que su índice de accidentalidad es muy bajo con respecto al número de kilómetros hechos, no es perfecto.
Tras una investigación que ha durado dos años por parte de la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), se llegó a una conclusión clara. En muchas de las 956 colisiones protagonizadas por los coches eléctricos Tesla fabricados en Estados Unidos desde 2015, los vehículos presentaban un fallo que podría haber sido la causante de sus accidentes. El Autopilot, de acuerdo con la NHTSA, estaba parcialmente defectuoso, lo que hizo a la marca ejecutar una serie de actualizaciones que los coches reciben de manera inalámbrica. El Autopilot puede acelerar, frenar, y mover el volante en función del tráfico y lo que sus sensores le indiquen, pero requiere de supervisión por parte del conductor; necesita tener las manos apoyadas en el volante por si hiciese falta su participación. No parece que se sancione al sistema en sí, sino a que no hace lo que debería, cuando es lo previsto y por aquello por lo que se ha autorizado su uso.
Un ex empleado de la compañía llamado Lukasz Krupski hizo unas declaraciones pocos días antes del dictamen, y afirmó que Tesla había mandado coches a los concesionarios con este sistema inacabado. No solo eso, sino que las alarmas se encendieron para los coches estadounidenses, mientras que en el resto del mundo, no se había reflejado una reacción similar de las autoridades. Krupski afirmó que los mecanismos son los mismos, y deberían fallar en la misma medida. El técnico se expresó con una frase dura contra la compañía: «creo que esto nos afecta a todos, porque esencialmente están experimentando en carreteras de uso público».
Tesla recibió un regalo de Navidad en forma de bola extra el 30 de diciembre. El NHTSA volvió a emitir una comunicación, y esta vez hacía referencia a más de 475.000 unidades del Model 3 y el S. Les había detectado fallas en su cámara trasera y que podían ser objeto de errores en su sistema hasta el punto de provocar accidentes. Unas 200.000 unidades más fueron llamadas a revisión en China debido a que tenían un hardware igual al que había experimentado esta serie de errores. Fue un mes complicado.
Tribulaciones de Elon en China
Su siguiente problema viene precisamente desde China. Cuentan que el día que le dijeron a Elon Musk que había una firma de esta nacionalidad que quería hacer coches eléctricos y que se llamaba «Construye tus sueños/Build Your Dreams/BYD)» se echó a reír. Durante casi todo 2023 el coche más vendido del mundo ha sido el Tesla Y, que se vende con un SUV, aunque no es más que un Model 3 más alto y abultado. Es un enorme logro como marca, y sus cifras de ventas han superado ligeramente los 1,8 millones de vehículos matriculados, en cifras propias de las marcas prémium alemanas. Tesla ya iguala, y está a punto de echar la pata a las tres grandes germanas, BMW, Audi y Mercedes.
Así que el enemigo no viene ya del viejo continente sino de oriente. China ya ha superado a Japón como exportador de coches, y su fuerte son los eléctricos. BYD aún no vende más coches 100 % eléctricos que Tesla —1,57 millones este 2023, frente a 1,81—, pero la tendencia es abrumadora, y crece a una velocidad tal que si no ha logrado superar a los californianos en todo el año, si lo ha hecho en el último trimestre del curso. Si Tesla colocó 484.000 coches, 526.000 BYD pisaron el asfalto en el periodo octubre-noviembre-diciembre. En el momento en que BYD ponga en el mercado exterior su modelo Seagull, un eléctrico de poco más de cuatro metros y que en su mercado interior cuesta menos de 10.000 euros, reventará las cifras en orden geométrico.
Nos cuesta mucho llamar X a Twitter, de hecho es habitual que en los medios se tenga que aclarar, «el ministro ha hecho unas declaraciones en X, la red antiguamente llamada Twitter». El cambio de denominación era tan innecesario como absurdo, y por un capricho de su propietario, se cargó una marca establecida, conocida, y autopublicitada desde que nació.
Elon Musk adquirió la red social para hacerse con sus usuarios, y convertirla en otra cosa. Sus más acérrimos defensores creían en sus ideas sin cuestionarse nada, y afirmaban que iba a montar un banco digital, un sistema de pagos, una megaapp superior a todo lo conocido… Lo que tenemos es una aplicación de la que han huido un 15 % de los usuarios, falla más que nunca, la publicidad jamás había sido tan molesta, y los que pagan para obtener más visibilidad obtienen menos impresiones y caídas en las interacciones de hasta el 90%. Es un desastre, y esto no lo dicen los que la utilizan, que también, sino el grupo inversor Fidelity, uno de los más grandes del mundo. Sus ejecutivos apostaron por la empresa de Musk y están tirándose de los pelos desde que los analistas de Axios afirmaron que tras la llegada de Musk, el valor en bolsa ha caído un 71,5%. El sudafricano compró la compañía en octubre de 2022 por 44.000 millones de dólares, y en poco más de un año ha logrado que valga 12.500.
No se puede decir que sus maniobras hayan sido un acierto, dentro de una errática gestión repleta de decisiones muy discutidas. Ha despedido a la mitad de su plantilla; de hecho largó a casi toda, y luego tuvo que ir repescándolos a lazo, cuando vio que la compañía se le iba al garete. En septiembre, la Unión Europea le dio un toque de atención. Bruselas acusó a X de ser la propagadora bulos y desinformación con en el más alto ratio de entre los medios de comunicación y redes sociales. Al oír esto, Musk sonrió y se encogió de hombros. Cuando le preguntaron sobre la enorme cantidad de compañías de orden mayor que habían abandonado sus patrocinios y anuncios en la red, Elon respondió: «que les den por el culo». Tardarán en volver.
La última: drogadicto
La última y más llamativa es una tocante a su vida personal, que se muestra como disoluta y agitada en exceso. Se ha hecho pública la preocupación de socios, directivos y accionistas por su afición por las drogas. Viajero incansable, Musk es aficionado a las sustancias ilegales, que justifica como parte de su tratamiento ante la depresión, bipolaridad y otras dolencias de tipo psicológico.
En un detallado informe publicado por el Wall Street Journal, se indica que el inquieto empresario se ha metido todo tipo de droga conocida, y aporta una serie histórica bastante detallada. En 2018, Musk tomó varias dosis de LSD en una fiesta que organizó en Los Ángeles, al año siguiente se entregó a los hongos alucinógenos en un evento en México, y en 2021 tomó ketamina con su hermano, Kimbal, en una fiesta en una casa de Miami. También concluye que muchos empleados, conscientes de su comportamiento, tienen firmados documentos de confidencialidad donde se cita de forma expresa el silencio debido ante la tesitura, so pena de consecuencias duras para los transgresores.
No se olvida el confuso discurso, con palabras balbuceantes y declaraciones sin sentido que dio en 2017 ante los empleados de SpaceX, hasta que Gwynne Shotwell, presidenta de la compañía, intervino y apartó de los micrófonos a su jefe. Tampoco se olvida un tweet que puso un buen día, en el que afirmó que sacaría de bolsa a Tesla para hacerla una empresa privada. Aquello disparó una investigación de la SEC, el regulador financiero estadounidense, porque estas cosas no se pueden hacer de buenas a primeras y tienen fuertes consecuencias legales y económicas. Muchos creen que estaba colocado cuando lo hizo.
Tampoco cae en el olvido aquella vez que acudió al podcast de Joe Rogan fumando un cigarrillo de marihuana. Ver al presidente de Tesla, una de las estrellas del Nasdaq hablando en público de esa guisa le costó a la compañía el 9% de su valor en bolsa solo aquel día. El dinero es miedoso y se tiende a alejar de problemas… y directivos tóxicos. Elon Musk es un genio en algunas cosas, y un mal ejemplo en otras, y a muchos les empieza a sobrar su figura. Hay demasiado dinero en juego y miles de puestos de trabajo que dependen de que su cabeza visible ofrezca una imagen seria y solvente. Es por ello que muchos piden su salida de la compañía, o al menos de representarla de forma pública. No es la primera vez que ocurre, pero cada vez son más las voces que lo solicitan, y mayor el número de desmanes protagonizados. Ojalá acabe bien, pero buen aspecto no tiene, no.