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Palmeros, narcisistas y satisfyers

«Su ego está comido, en el fondo del fondo, por la verdad: su mediocridad, su inanidad. Eso le hace ser un narcisista de piel fina, susceptible a la crítica»

Palmeros, narcisistas y satisfyers

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno | EuropaPress

1. «Estoy harto de palmeros», dice el presidente Sánchez. Se le plantea así un peliagudo problema. ¿Estará harto de sí mismo? Porque el principalísimo palmero de Sánchez es Sánchez. Pero no corre el riesgo: el núcleo ciego del narcisista es su yo. Digamos que el yo es el azogue de su espejo: en el cual se refleja (se proyecta) su fantasía omnipotente.

2. Llevo toda la vida fascinado con los narcisistas. El padre de un amigo lo era en grado sumo. Era un hombre influyente y yo quería caerle bien. Así que la noche en que me lo presentó, le pregunté a mi amigo qué es lo que debía hacer. «Dorarle la píldora», me respondió sin dudarlo. «¿Pero hasta qué límite?», quise saber, para no pasarme. «¡No hay límite!», zanjó mi amigo. Durante la cena se demostró que, en efecto, no lo había.

3. Claro que el padre de mi amigo tenía cinco carreras, era un prohombre, mientras que Sánchez es un doctor al que le hacen las tesis y un autor al que le escriben los libros. (Es también un presidente que no sabe qué hacer como presidente, solo ‘estar’ de presidente). Su ego está comido, en el fondo del fondo, por la verdad: su mediocridad, su inanidad. Eso le hace ser un narcisista de piel fina, extremadamente susceptible a la crítica o el rechazo. Por eso demoniza a sus oponentes, los excluye de manera radical (el «no es no», llamar «facha» a todo el que se le opone: tales son sus mecanismos de defensa). El narcisista con cualidades ciertas, en cambio, suele tener la piel dura; o resbalosa: las críticas no le hacen mella, porque sencillamente le resbalan.

4. Lambán, Page y Barbón se revuelven contra Sánchez. Este va a descubrir ahora que su partido también estaba lleno de fachas. (En cuanto a los barones en cuestión: ya da igual. En el PSOE ya todo da igual).

5. Dolores Delgado y Baltasar Garzón: los Bonnie & Clyde de la justicia española.

6. El Tribunal Constitucional permite los juramentos folclóricos de la Constitución en el Parlamento. No va a ser él el que contenga la degradación de la democracia formal; ni el que frene el creciente sectarismo antiuniversalista de nuestras instituciones: es decir, la apropiación de lo común por parte de las tribus, contra la ciudadanía. El Constitucional amenaza con ser las uñas (¡las garras!) que le seguirán naciendo al cadáver del sanchismo.

7. Sabedores de mi pasión por Pam, la secretaria de Estado de Igualdad, los amigos me comentan su situación: nadie la defiende en Podemos. El veto de Sumar a Irene Montero es contestado, aunque por el momento parece que se consuma. Pero el veto a Pam no. Lo aceptan, la tiran por el sumidero. Yo solo (y mis amigos, por mí) me acuerdo de Pam. Es (¿era?) la mejor. La más inteligente, pero de una inteligencia no práctica, sino artística: demasiado para la política española. Espontánea y efectista, ha dado espectáculo del bueno. Lo último ha sido decir que el satisfyer mata fascistas. ¡Claro que sí! ¡Se despeñan por el coño satisfecho de la mujer, los pichatristes! Sin Pam todo será más aburrido. Faltará su chisporroteo, no sonarán sus petardos: ¡Pam Pam! ¡Pam!

8. Cayó un texto de Innanity en selectividad. Técnicamente, perversión de menores. Pero a él no le darán cicuta, sino medallitas.

9. El PP de Feijóo va a hacer alcalde de Barcelona al independentista Xavier Trias, del partido (golpista) del prófugo Puigdemont. Pone muy difícil el voto útil antisanchista; al menos el de los antisanchistas de izquierdas, jacobinos. Me veo condenado a la abstención.

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