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Votos comprados, princesas descalzas y excepcionalismo español

«Al fin y al cabo, Sánchez lleva meses intentando comprar votos a cargo de los Presupuestos Generales del Estado»

Votos comprados, princesas descalzas y excepcionalismo español

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. | Europa Press

1. A lo mejor los munícipes del PSOE que han comprado votos solo pretendían ser el Sánchez que tenían a su alcance, un Sánchez asequible para ellos, el Sánchez al que les alcanzaba el bolsillo. Al fin y al cabo, Sánchez lleva meses intentando comprar votos a cargo de los Presupuestos Generales del Estado.

2. Sale el nombre de Maracena, pueblo de Granada, en una de las turbias noticias de estos días y me acuerdo del ciclista Miguel Ángel Martínez. Fue uno de esos jóvenes ciclistas prometedores a los que aplastaron con los elogios. Ganó la Vuelta a Andalucía de 1992, le pusieron de mote ‘el Huracán de Maracena’ (vi una etapa en Torremolinos y los altavoces no dejaban de gritarlo), y ya no ganó más cosas. Se quedó en vientecillo: un hombre de equipo, en la Once, con algunos destellos en el Tour y nada más. De nuevo hay que recordar a Cyril Connolly: «A quien los dioses quieren destruir le llaman prometedor».

3. Le digo a José F. Peláez, que acaba de publicar sus mejores columnas en el libro Ya estoy escrito, que aparte de como columnista me gusta mucho en la radio. Participa en la tertulia de La Brújula, de Rafa Latorre. Le digo que su voz me recuerda a la de David Gistau; que, como él, habla en un tono grave, que le impone seriedad a la no siempre seria actualidad, como dignificándola. Su respuesta me sorprende en parte. Me dice que no cree que la radio sea su mejor registro, que no le da tiempo a pensar y que, sobre todo, no se entiende la ironía. «Estoy sin armas», concluye. Es curioso, pero encaja: lo que percibo como fortaleza es en realidad autoprotección. Pero el efecto es el mismo. Aunque Peláez desde dentro se vea vulnerable y mermado en la radio, lo que transmite es que se toma la actualidad como algo digno de ser tomado en serio.

4. Las cosas que hacen algunas mujeres para desexualizarse las sexualizan más a mis ojos (y no solo a mis ojos). Será porque me gustan las mujeres, hagan lo que hagan. Por ejemplo, no afeitarse la axila (el pelo la convierte en sobaco: ¡mullido sexo de los ángeles!) Ahora se han quitado los zapatos en la alfombra roja de Cannes: Jennifer Lawrence, Nicole Kidman, Cate Blanchett… ¡auténticas princesas descalzas! Woody Allen dijo que le gustaría reencarnarse en los dedos de Warren Beatty. A mí no me importaría hacerlo en la alfombra roja de Cannes. Incluso si no fueran descalzas.

5. Dice Arcadi Espada en su podcast con Yaiza Santos que lo más grave del presidente Sánchez, al margen de la cuestión moral de sus pactos, es que las cosas empiezan a dejar de funcionar en España. Sobre todo en la Administración. Mientras habla, pienso que va a hacer la conexión evidente, pero no la hace. Completo yo. Cuando a Felipe González le preguntaron qué era el cambio, ese que se anunciaba en su cartel electoral de 1982, «Por el cambio», dijo: «El cambio es que España funcione».

6. Espada, que es uno de los que se oponen a la teoría del excepcionalismo español, critica también en el podcast el nivel ínfimo de los políticos españoles, algo que no ocurre en ningún otro sitio. Les suele pasar a los antiexcepcionalistas: luego se pasan la vida puntualizando excepción tras excepción… Otra estrategia es la del también antiexcepcionalista David Jiménez Torres: este busca las excepcionalidades de todos los demás países. Obsérvese que para que España no sea excepcional hay que concluir que todos los demás países son igual de excepcionales.

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