Los terroristas no están en Gaza, sino en el Elías Ahuja
«La justa y noble causa palestina debe ser que para algunos bien vale cientos de civiles asesinados por unos terroristas»
Hay quienes ven terroristas por todos lados menos por donde están los auténticos terroristas. Iñigo Errejón, al que tengo en alta estima intelectual, lleva tiempo entregado a los análisis tramposos y retorcidos. Errejón, al que ya se le ha recordado por las redes sociales, su apasionada defensa en contra de los actos de violencia machista, homófoba o incluso de los incendios.
Todo ello con los calificativos de «terrorismo machista», «terrorismo homófobo» y «terrorismo medioambiental». Para algunos, España está asediada por terroristas, hasta que de repente aparece en el mundo un acto terrorista, y nos entran las ganas de beber agua. Los balbuceos nacen en nuestra boca porque somos incapaces de adjetivar correctamente.
El líder de Más País fue preguntado en RNE por la posición de Sumar sobre si considera o no a Hamás una organización terrorista. Tragó agua Errejón, y con dudas sobre la respuesta, empezó defendiendo, endeble excusa, que «la definición de qué actos o qué grupos son terroristas es siempre un objeto de lucha política». Admitió el diputado madrileño sobre los actos del sábado en Israel, «son crímenes de guerra», acabáramos.
Pero argumentó que «la definición sobre cual es una organización terrorista o no suele tener que ver con una pelea política más resbaladiza». Pendientes peligrosas se ciernen sobre todos nosotros, Íñigo. Ya sabíamos la posición de la coalición de Yolanda Díaz por boca de Enrique Santiago, que sostuvo que no sabía lo que era o no un grupo terrorista, y Errejón siguió la senda que no se ha de verbalizar.
Para empezar a jugar a esto de las opiniones políticas, primero habría que aclarar unas mínimas reglas comunes. Al igual que antes de empezar a jugar un partido de fútbol ambos equipos entienden que se juega con un balón redondo y que sumas un gol cuando lo introduces en la portería.
En este debate nacional que nos traemos cuando el mundo mira a Gaza, acostumbrada España a hacer suyo cualquier suceso del exterior, no se tendría que empezar una conversación razonada hasta que cualquier parte de los opinadores asuman lo que no es más que una evidencia. Empezar por lo obvio.
«Les falta bien poco a varios de sus señorías en esta cochiquera en que se ha convertido la conversación nacional, para afirmar que los terroristas están, antes que en Gaza, en el Elías Ahuja»
Que Hamás es un grupo terrorista, que sus actos perpetrados el sábado en territorio israelí fueron actos terroristas. Y a partir de ese punto de partida, discutamos por lo que se quiera. ¿Está siendo proporcionada la respuesta de Israel? ¿Por qué apenas se habla en los medios del pueblo palestino? ¿Es equivocado el lenguaje utilizado por el gobierno de Netanyahu? ¿Qué grado de apoyo tiene Hamás entre los propios palestinos?
Resulta frustrante observar el nivel del debate público patrio. Diputados talluditos, aunque de apariencia aniñada, teniendo remilgos a la hora de llamar a las cosas por su nombre. Si, infiltrándose en un país, matas, violas, degüellas, secuestras a cientos de civiles eres un terrorista. Lo haga Hamás o quién sea. Se haga en nombre de Dios o del Diablo.
No hay pendientes resbaladizas o luchas políticas en llamar al terrorismo, terrorismo. Lo que habrá en todo caso será cobardía o creencia firme en que lo que perpetró Hamás bien hecho está en defensa propia. La justa y noble causa palestina debe ser que para algunos bien vale cientos de civiles asesinados por unos terroristas.
Aún recordarán cuando en el colegio mayor Elías Ahuja de Madrid, por abril de este 2023, vieron la luz unos vídeos con cánticos machistas de una parte de los residentes de ese colegio. Salió rauda la trompetería política y mediática a condenar fervientemente esos cánticos, lamentables, sí.
Recuerdo que Podemos pidió al Congreso una declaración institucional para que se condenara de manera unánime esos gritos. Errejón en su momento, dijo que «las manadas surgen de allí». Que el episodio merece «todo el repudio y no se puede tolerar». No balbuceó ni tuvo que tragar una gota de agua.
Hablan desde Sumar de una doble vara de medir entre Israel y Palestina, pero ya la practican ellos. Con los cafres del Elías Ahuja no hubo esa pelea política más resbaladiza que patinar sobre hielo, ni tampoco una definición que fuera objeto de lucha ideológica. Lo tenían clarísimo desde el primer visionado de aquel vídeo.
Les falta bien poco a varios de sus señorías en esta cochiquera en que se ha convertido la conversación nacional, para afirmar que los terroristas —machistas, claro— están, antes que en Gaza, en el Elías Ahuja. De su dureza entonces con los jovenzuelos, de su tibieza ahora con los terroristas, salen conclusiones. Estas son las élites que nos hemos dado.