THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ECHABARRIGA

Arévalo, Bertín, Obregón y otros anacronismos del montón

«Las modas y los cánones cambian, de la misma forma que cambian los valores, por eso cambia lo que se considera procedente o improcedente a la hora de determinar qué tiene gracia y qué no la tiene»

Arévalo, Bertín, Obregón y otros anacronismos del montón

Ana Obregón, Bertín Osborne y Arévalo.

Ha muerto Arévalo. En el teatro, Arévalo arrasó junto a Bertín Osborne en un espectáculo titulado ‘Mellizos’. No lo vi, poco sé sobre ello. Nada puedo opinar

El tipo de humor que hacía Arévalo en su día hoy estaría probablemente prohibido. Un casete de carretera con el título ‘chistes de mariquitas’, casi con seguridad se enfrentaría hoy a una demanda por delito de odio o a una queja del ministerio o asociación de turno exigiendo su retirada. En cuanto a los chistes de gangosos, yo no sé hasta qué punto se consideraría delito, pero desde luego que a día de hoy creo que impera un concepto unánime de que reírse de una persona que tiene un defecto en el habla no tiene puñetera gracia. Pero hubo un tiempo no tan lejano en el que no solo se podían vender casetes con chistes de gangosos y de mariquitas, sino que estos chistes se podían contar en televisión en horario de máxima audiencia. Hoy sería imposible. Y la muerte de Arévalo representa, por lo tanto, el fin de una era en la que ciertas cosas que tenían gracia hoy ya no la tienen.

Y no quiero criticar a Arévalo o irme al terreno personal. Los que lo conocen dicen que era buena persona y que su familia le quería y lo respetaba. Dicen que su hija le adoraba y siempre he pensado que lo mejor que se puede llevar uno a la otra vida, si es que la otra vida existe, es el cariño de las personas cercanas, que en realidad es mucho más importante que la fama o el prestigio. Arévalo representa unos valores que predominaron en una sociedad que hoy ha cambiado. Si hoy creemos que era un gañán también debemos creer que la sociedad en la que triunfó estaba constituida básicamente por gañanes. Los tiempos, las sociedades y los valores cambian.

El caso de Bertín Osborne

Cuando Arévalo salía en televisión contando sus chistes de gangosos y mariquitas a Bertín Osborne se le consideraba el sex symbol español incuestionable. Era omnipresente. Estaba en televisión, en portadas de revistas, en anuncios publicitarios, en marquesinas y en escaparates. Yo sería incapaz de recordar uno solo de sus grandes éxitos. Y eso que tengo una memoria musical de elefante que tiene almacenadas en el disco duro las canciones más bizarras (puedo tararear desde Stravinsky a New Order, pasando por Karina o Antonio Molina) pero realmente no recuerdo una sola canción de Bertín Osborne. De su belleza sin embargo sí que me acuerdo porque nunca se le consideró exactamente un cantante sino un personaje popular. Pero de la misma forma que los chistes de Arévalo están pasados de moda, la belleza de Bertín también se ha pasado de moda. Probablemente hoy ninguna chica joven consideraría atractivo a un tipo de 1.90 engominado. Basta comparar a Bertín con Maxi Iglesias para ver la diferencia. Maxi Iglesias es más delgado, no tan alto, de rasgos más delicados, muchísimo más suave, más elegante… más metrosexual, por así decirlo. Las modas y los cánones cambian, de la misma forma que cambian los valores, por eso cambia lo que se considera procedente o improcedente a la hora de determinar qué tiene gracia y qué no la tiene.

Pero de esto no se debe enterar Bertín Osborne, que no se ha dado cuenta de que las declaraciones que ha ofrecido a revista y que aparecen en la portada de la misma podían haber sido más o menos respetadas hace 30 años, pero a día de hoy constituyen una auténtica barbaridad. Son como los chistes de Arévalo: hoy no tienen gracia ninguna.

Bertín Osborne se ha convertido en padre.
Bertín Osborne se ha convertido en padre. | Gtres

Primero hay que explicar que Bertín tiene 69 años. Entiendo que la mayoría de ustedes conocerán los principios de biología básica, pero para los que no lo conozcan voy a explicar que a medida que pasan los años el semen del hombre pierde calidad. Los tres parámetros más representativos para definir la calidad del semen son la concentración, la movilidad y la morfología. Es decir, que en el eyaculado debe haber al menos un millón y medio de espermatozoides por litro de esperma y, de entre este millón y medio, sobre el 40% de los espermatozoides deben tener una buena motilidad. Ergo, que deben poder moverse. Y se requiere además que tengan una buena morfología, que tengan cabezas ovaladas con cuello robusto y cola móvil. Y aunque un hombre no fume, aunque haya hecho ejercicio toda su vida e incluya maca en su dieta, a los 69 años estos tres parámetros inevitablemente han descendido, de manera que es muy difícil que ese hombre pueda inseminar a una mujer. He dicho que es muy difícil, no he dicho imposible. De forma que si podemos estar seguros de algo es de que el presunto hijo de Bertín Osborne (ya sabremos si es o no es su hijo cuando alguien la prueba de paternidad concluyente) no nació como consecuencia de un solo encuentro sexual, sino que tuvo que haber muchos encuentros sexuales sin preservativo para que se diera la posibilidad de que este hombre de 69 años inseminara a una mujer.

Por lo tanto lo único que se me ocurre pensar es: si este hombre no quería tener más hijos, y si este hombre creía de verdad que la mujer con la que mantenía sus encuentros mantenía a su vez encuentros con otros hombres, ¿por qué no se puso un preservativo?, ¿desconoce acaso los principios de biología básica, según los cuales era difícil que la dejara embarazada pero no era imposible?, ¿no sabe que España es uno de los países de Europa con mayor índice de enfermedades por transmisión sexual, especialmente si atendemos al ratio de clamidia sífilis y gonorrea?, ¿es tonto? Pero además de ser tonto, ¿quiere que toda España nos enteremos de que es tonto? Eso para empezar. Ya no hablemos de lo poco elegante que resulta lo de decir que no sabes si tu compañera sexual tenía otros compañeros. Y lo de añadir que «ayudarás» a la manutención de ese bebé, pero no te piensas implicar más.

A Bertín ya le han llamado machista, gañán impresentable y todo tipo de epítetos, así que yo no los voy a añadir. Me limito a dejar constancia de sus declaraciones.

Lo que quiero plantear sobre la mesa es el hecho de que en España tenemos que respetar la privacidad de los adultos, pero no respetamos la privacidad de los niños. Si la madre de este niño, Gabriela se llama, nunca hubiera salido en medios, si ella no hubiera ofrecido jamás una declaración (sí lo ha hecho), Bertín no podría haber hablado nunca de ella ni revelar su identidad. Se hubiera considerado un atentado a su privacidad y a su honor. ¿Por qué entonces puede ofrecer datos privados de la vida de ese niño como lo son todo lo que es relativo a su concepción?

Este miércoles saltó a la palestra la noticia de que un entrenador de atletismo había abusado de varias niñas, entre ellas la propia hija de su pareja y su sobrina, así como de varias de sus alumnas. Los hechos están de sobra probados y sin embargo estamos obligados a preservar la identidad del delincuente. De la misma manera que no conocemos en qué cárcel está Jonathan Robaina, el asesino y torturador de Lorena, porque el Ministerio del Interior se ha negado a facilitar ese dato diciendo que deben preservar su privacidad. De forma que vivimos en un país que respeta la privacidad de los delincuentes, pero no la de niños completamente inocentes cuyo único delito en la vida ha sido nacer. Nacer a partir de los genes de un padre o de una abuela que no tienen el más mínimo escrúpulo en vender su privacidad.

Gracias a Bertín ya sabemos detalles de la concepción de ese niño que son tremendamente particulares y que forman parte de la vida privada de ese niño. Ya sabemos que ese niño nació a consecuencia de una relación sexual que no implicaba ningún tipo de compromiso y que además Bertín no tenía la más mínima confianza en su madre. (Aunque repito que debo puntualizar que a día de hoy no tenemos constancia determinante de que Bertín sea efectivamente su padre).

La hija-nieta de Ana Obregón

Gracias a la misma revista conocemos la cara de la hija-nieta de Ana Obregón y, por supuesto, sabemos un montón de detalles sobre la concepción de esa niña. Que se gestó a partir del semen de un hombre fallecido y del óvulo de una desconocida que fueron mezclados en una probeta, y que uno de los embriones resultantes de ese experimento le fue implantado a una tercera. Incluso hemos visto la cara de la tercera, de la gestante, y conocemos su vida. Ya sabemos que aunque la niña nació a partir de una práctica prohibida en España de alguna manera su madre-abuela se las arregló para conseguir encontrar algún vericueto legal para inscribirla en España.

Yo soy madre de una hija. A mi hija le hicieron la vida imposible en el colegio sus compañeras y compañeros, todo porque se sabía que era mi hija y yo era conocida. Tal fue el acoso que cuando cambiamos de centro yo le expliqué al equipo docente lo que sucedía y se pactó que nunca nadie sabría sobre mi identidad. Yo nunca acudí a reuniones del AMPA y cuando me tenía que reunir con sus tutores lo hacíamos en un horario en el que nadie me viera. Eso no le eximió a mi hija de recibir acoso. En los peores momentos en los que, merced a ese Ministerio de Igualdad al que los derechos de las mujeres y de las niñas le importaban cero y menos, a mí me insultaban y me intentaban agredir en la calle, localizaron el perfil de mi hija, distribuyeron su foto por internet y ella tenía que regresar al colegio flanqueada por dos amigos para que no la siguieran.

Porque he vivido esto, yo sé perfectamente que en cuanto la hija de Ana Obregón o el hijo de Bertín Osborne vayan al colegio, las bromas van a ser inevitables. Muy probablemente a él le llamen «goma rota» y a ella «la niña probeta». ¿Por qué? Porque los niños se limitan a repetir lo que leen, lo que ven y lo que escuchan y en foros de internet esos son los apelativos que reciben estos niños. Y nada podrán hacer estos niños que hoy son bebés y que entonces tendrán 6, 7 o 8 años, porque antes de haberse siquiera matriculado en el colegio ya toda España conocía los detalles de su concepción.

Repito lo que he explicado antes. Si yo ahora mismo estuviera manteniendo una relación sexual y afectiva con una persona que no quisiera salir en medios dicha persona me podría demandar si yo hablase de nuestra historia, o del tipo de relaciones sexuales que manteníamos, si su consentimiento.

Imaginen que yo tuviera una relación con una ministra y que nos gustara, no sé, pongamos por caso, jugar a ponernos nata en nuestras partes íntimas para luego devorarla. Yo jamás podría contar esto en una entrevista pagada. Si, se trataría de mi vida, pero existe un límite sobre lo que yo puedo contar sobre mi vida y pasa por respetar la privacidad de otra persona. Sin embargo, le permitimos a Ana Obregón y Bertín Osborne que nos cuenten los detalles privados de la vida de dos menores de edad sin que pase absolutamente nada. Que nos cuenten los detalles privados del episodio seminal (nunca mejor dicho) de las vidas de estos dos niños. Que sepamos que uno nació de una serie de relaciones sexuales esporádicas en las que no había ni amor ni confianza entre los padres y que la otra se gestó en un laboratorio, con semen de un difunto, en un experimento digno de la novela Frankenstein. Si algún abogado me lee le agradecería mucho que explicara en comentarios cómo puede permitirse algo así. ¿Cómo se les puede condenar a dos bebés recién nacidos a una vida en la que, sin comerlo ni beberlo, se encuentran con que toda España conoce detalles de su historia que deberían ser privados?, ¿cómo es que en España respetamos la privacidad de los delincuentes pero no la de los recién nacidos, que lógicamente representan la esencia de la inocencia?

Pero no solo este derecho elemental se lo negamos a los niños. Sino que además recompensamos generosamente a quien destruye ese derecho. Ana Obregón ha cobrado, se dice, un millón de euros por violar los derechos elementales de la niña a la que dice amar tanto. A saber lo que habrá cobrado Bertín por su última portada de Hola. Es que a mí no me cabe en la cabeza. Repito que si algún abogado me lee me encantaría que me lo explicara en comentarios.

La civilización de una sociedad se mide por su respeto a la privacidad. En las sociedades tribales la privacidad no existe y la vida de cada individuo está sometida a la mirada de los otros. La civilización, implica entre otras cosas, liberar a los hombres de la tiranía de otros hombres, de su vigilancia constante. Pero somos tampoco civilizados que le negamos ese derecho elemental a dos bebés

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