THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBERRIA

Todo lo que no sabíamos del caso Carlos Vermut

¿El caso Vermut es el nuevo caso Hammer?

Todo lo que no sabíamos del caso Carlos Vermut

Carlos Vermut | Europa Press

12 de enero de 2021

Una mujer anónima, desde su cuenta @houseofffie, se presenta en Instagram y afirma haber tenido una aventura de cuatro años con el actor Armie Hammer, durante la cual dice que él le envió textos gráficos y violentos sobre canibalismo, fantasías de violación y  violencia sexual. Publica una colección de mensajes de texto y capturas de pantalla que supuestamente recibió de Hammer y también mensajes que supuestamente provienen de otras ex de Hammer. «Las mujeres se acercaron a mí con sus historias  mientras hablábamos, abrumadas por el dolor, durante días y noches sin dormir ni comer. Algunas de ellas terminaron en urgencias tras estar con él», escribe en una historia de Instagram.

13 de enero de 2021

Un día después, Hammer abandona voluntariamente la película de J. Lo Shotgun Wedding y es reemplazado por Josh Duhamel.

14 de enero de 2021

Courtney Vucekovich,  declara a Page Six que mantuvo una relación  con Hammer de junio a octubre de 2020, en la que el actor la sometió a abuso emocional, la coaccionó sexualmente,  y  le hizo participar en sesiones de sexo violento que a ella no le gustaban. (Justo lo mismo que dice el testimonio 3 en el caso de Carlos Vermut).

15 de enero de 2021

Comienzan a proliferar más capturas de pantalla en línea. Esta vez, capturas de pantalla de la cuenta secundaria de Instagram de Hammer, que incluyen varias fotos y videos de mujeres esclavizadas. (Al igual que Carlos Vermut, Hammer también había reconocido  su inclinación por el BDSM y el sexo violento). Hammer confirma que la cuenta es suya .  

25 de enero de 2021

Paige Lorenze, una exnovia de Hammer, de 24 años, que supuestamente salió con él durante cuatro meses en 2020, corrobora las historias. Lorenze le dice a Page Six que Hammer supuestamente la marcó y la golpeó, la coaccionó sexualmente y le tomó fotografías sin su consentimiento. «Él hablaba de ello como si fuera una relación BDSM tradicional, pero no lo era. Lo que yo viví fue mucho más allá de eso». ( La historia se parece al testimonio 3 en el caso de Carlos Vermut).  

28 de enero de 2021

Hammer abandona otro proyecto, esta vez el spin-off de El Padrino,  The Offer

3 de febrero de 2021

El Departamento de Policía de Los Ángeles comienza a investigar a Hammer, aunque esto no se revelará hasta un poco más tarde.  Se investiga a Hammer por varias denuncias de agresión sexual y de violación. Hammer deja más proyectos e ingresa en rehabilitación.

7 de febrero de 2021

La agencia de talentos de Hammer, WME, rescinde oficialmente su contrato. Este despido marca oficialmente el fin de la carrera de Hammer. A Hammer, que después de Call me by your name había sido la estrella revelación, el niño bonito de Hollywood, se le somete a una campaña de cancelación. Se rescinden todos sus contratos. Se borró su nombre de la publicidad de una película en la que él aparecía, el remake de Muerte en el Nilo. Como Hammer estaba sometido a una campaña de cancelación, la película se hundió en taquilla. Hammer abandona Estados Unidos y se va a vivir a las Islas Caiman. 

Junio de 2023

Tras dos años de exhaustiva investigación, la fiscalía de Los Angeles no presenta ningún cargo contra Hammer. Oficialmente Hammer no ha cometido ningún delito. Pero lo ha perdido todo: carrera, esposa, familia, vida. Todo. 

Hay algo importante que diferencia a Hammer de Carlos Vermut. En el caso de Hammer las mujeres presentaron cargos contra él y dieron la cara. Incluso se hizo un documental en el que aparecían a cara descubierta. Ninguna de ellas trabajaba en la industria cinematográfica. Courtney  Vucekovich era una empresaria de éxito, no necesitaba ayuda de Hammer en absoluto. Paige Lorenze tenía su propia firma de moda y venía de una familia acomodada.  Esta es una diferencia esencial en el caso de Carlos Vermut. En el caso del director español, las tres mujeres que le acusan reconocen que esperaban una ayuda por parte de Vermut en su carrera, y ninguna de ellas ha dado la cara.

Courtney Vucecovich, análisis de una víctima

Courtney Vucecovich fue amante de Armie Hammer, que en aquel momento estaba casado y mantenía relaciones con varias mujeres más. Él la sedujo, la introdujo en el mundo BDSM, consiguió que ella hiciera cosas que en el fondo no quería hacer, y cuando finalmente tuvo lo que quería (sentirse poderoso doblegando la voluntad de una mujer), la abandonó.

Se trata del famoso descarte narcisista, que deja a las víctimas completamente anonadadas. Cuando la persona que vivía, aparentemente, obsesionada y entregada hacia ellas, un día desaparece y no se sabe nada más de ella. Courtney cuenta que ingresó en un tratamiento de rehabilitación, porque llegó a pensar en suicidarse, y que recibió un diagnóstico de síndrome de estrés postraumático complejo.

Me llamó la atención cuando, en el documental House of Hammer, Courtney le dice a la cámara que la terapeuta le propuso que escribiera mil veces en un papel «me sedujo, me usó y me abandonó». Esta técnica se conoce como «técnica de defusión cognitiva» (defusión, que no difusión) y se hace para evitar la rumiación.

La defusión cognitiva, también conocida como deliteralización, es una técnica utilizada en la terapia de Aceptación y Compromiso para ayudar a las personas a afrontar pensamientos y sentimientos incómodos o inútiles, y es muy útil en el tratamiento de personas con depresión y ansiedad.La defusión cognitiva implica crear un espacio entre nosotros y nuestros pensamientos y sentimientos, para que tengan menos control sobre nosotros. Las intervenciones basadas en la aceptación (May et al , 2012) abordan pensamientos o recuerdos intrusivos, cambiando la forma en que reaccionamos ante ellos antes de que se vuelvan elaborados y complejos y, por lo tanto, más difíciles de desactivar .

Susan Nolen-Hoeksema escribió en 1991 un artículo sobre la teoría de los estilos de respuesta (Rst). En esta teoría, la rumiación se conceptualiza como un estilo de respuesta del estado de ánimo negativo pasivo y repetitivo. Esta respuesta prolonga el estado de ánimo negativo y aumenta la probabilidad de síntomas depresivos.

Por eso, cuando las víctimas de una relación con un narcisista se encuentran atrapadas propios pensamientos entramos en procesos obsesivos o rumiantes que llegan a condicionar sus decisiones muchas veces no hacen sino darle vueltas al tema y se enredan en teorías, justificaciones e hipótesis de tipo: «Es que quizá me amaba, pero no tuvo otra que dejarme”, “Es que él fue un niño abusado y por eso tampoco sabe tratar bien a las mujeres», «¿Cómo pudo suceder esto?», «Yo tuve la culpa, hay algo raro en mí para traer a este tipo de personas» o «Algo habré hecho, algo habré dicho para molestarle y que deje de llamarme».

Así que en terapia se te pide que dejes de rumiar, y se te propone que escribas una frase una y otra vez, para que no caigas en la rumiación y te límites a constatar el hecho básico: te ha seducido, te ha usado y  te ha abandonado. Eso es así, debes aceptarlo, integrarlo en el sistema y después pasar a otra cosa. Cuento este ejemplo porque introyectar la culpa es común entre las mujeres que han sido descartadas por un narcisista.

Por qué las mujeres no denuncian

¿Qué quiero decir con esa frase tan rebuscada de introyectar la culpa? Pues asumir la culpa que debería sentir él, absorber esa culpa y echárnosla a nosotras.«Algo debí de hacer para molestarle, algo le habré dicho, algo habré hecho .Algo tengo yo para atraer a este tipo de personas. Es mi culpa». Lo mismo acaban por sentir las víctimas de acoso laboral o escolar, que también sienten que habrá algo malo dentro de ellas para que las hayan elegido como las señaladas para recibir acoso muchas veces, y aunque solo sea de manera inconsciente, empiezan a pensar que algo habrán hecho o algo habrán dicho para recibir ese trato.


Las víctimas de abuso sexual  a veces piensan también lo mismo: que de alguna manera ellas lo atrajeron o que deberían habérselo contado a alguien. Por eso se entiende que las mujeres que hablan sobre Carlos Vermut tardaran tanto en hablar abiertamente del tema.

Procesos de las víctimas

Courtney conoce a Hammer  a través de redes sociales. Él le dice que está separado y él empieza a escribirle a todas horas,  de forma que ella se siente constantemente acompañada porque recibe mensajes continuos. (Esta avalancha de mensajes también es un rasgo que se repite en los testimonios sobre Vermut).

Se trata de una ilusión puesto que, en realidad, ella no tiene ni idea de lo que él está haciendo cuando le escribe. Hammer podría perfectamente estar en una orgía y texteando desde allí. (De hecho, Courtney supo luego que Armie le enviaba mensajes cuando estaba con otras mujeres). Pero ella se inventa su propia realidad y cree que tiene un novio.

Un día él le dice que va a verla a su casa, pero ella ya tiene un compromiso previo y cuando él se presenta en su portal se encuentra con que ella no está. Él le deja una nota muy amenazante, pero ella ignora esta primera bandera roja. Esto es muy común en las mujeres que se enredan en relaciones tóxicas: ignoran los avisos. (También lo vemos en los testimonios de las mujeres que hablan sobre Vermut).

Hacen un viaje y se van a un motel, obviamente lejos de la mujer y de los hijos de él. El le empieza a poner películas en las que hay sexo muy duro, intentando normalizar algo que a ella no le gusta intentando que ella se sienta estúpida porque él le presenta todas esas películas como algo glamuroso e interesante. (Y, de nuevo, esto también lo vemos en los testimonios de las mujeres que hablan sobre Vermut).

Finalmente mantienen una relación o varias relaciones sexuales que ella interpreta como una violación pero él no. (Exactamente lo que pasa con Vermut, lo que ellas interpretan como coacción o violación el lo ve más o menos como «cosas que pasan»).

Se preguntan algunos por qué las víctimas de violación no denuncian. Le respondo yo: yo fui violada a punta de navaja por un total desconocido e intenté denunciar. De hecho, denuncié. El consulado me atendió pero yo notaba que no me creían o que me echaban la culpa. La policía encontró a mi agresor. Pero fue su palabra contra la mía: él dijo que las relaciones habían sido consentidas y que yo había querido. ¿Por qué iba a querer yo mantener una relación sexual con un hombre que no conocía absolutamente de nada y que además era francamente feo? Pues porque en el imaginario marroquí las mujeres occidentales somos unas ninfómanas sedientas de sexo que vamos allí a liarnos con hombres marroquíes y a aprovecharnos de ellos.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces ,pero tampoco siento que recibiera yo particular apoyo desde el Consulado Español, que podía haber hecho mucho más. Así que, si a mí no me creían y se trataba de un señor al que no conocía de nada y que reconoció haber tenido relaciones conmigo, imagínense ustedes si van a creer a una chica cuyo agresor es un conocido y un hombre famoso.  Courtney  no denunció. No fue hasta que otras mujeres empezaron a alzar la voz cuando Courtney decidió unirse y aparecer a cada descubierta en el documental. Courtney tenía un montón de mensajes de Armie que probaban lo que ella contaba.

¿Puede ir Carlos Vermut a juicio? Las tres Españas.

En el caso de Carlos Vermut la cuestión es que, según parece, no hay otra prueba que el propio testimonio de ella, y los testimonios de personas que dicen que conocían la historia «porque ella se la había contado». Por lo tanto estas pruebas no tendrían ningún valor ante un juez.

Si a la mañana siguiente  de la presunta agresión la víctima del testimonio 1 se hubiera presentado en comisaría, hubiera reclamado una prueba de ADN (el semen de ella estaba en su vagina, no usó preservativo), y hubiera pedido un examen forense (según su testimonio, tenía heridas vaginales), probablemente habría habido pruebas para acusarlo de violación. Y quizá no hubiera pasado nada, de la misma forma que cuando yo fui violada al final no pasó absolutamente nada. Pero al menos habría una denuncia en comisaría.

Pero tal y como se plantea la cosa, lo que vamos a interponer es, de nuevo, un muro entre dos Españas. Habrá una España, la del «hermana yo sí te creo», que dé por hecho que Carlos Vermut es un violador, una España que no cree en la presunción de inocencia y los juicios justos. Y habrá otra España que dé por hecho que Carlos Vermut es una víctima, una España que no cree que las mujeres violadas no suelen denunciar.

Pero hay una Tercera España. Una tercera España que está harta. Harta de muros. ¿Creo yo que Carlos Vermut es un impresentable? Sus declaraciones lo dan a entender, pero se dice que son extractos de tres conversaciones, así que ya sabemos que están editadas. Y hay personas bocachanclas, yo entre ellas, que podemos soltar cualquier barbaridad a un periodista que creíamos amigo sin saber que nos estaba grabando (a mí me ha pasado).

Y por último, voy a decir algo: Yo creo a las víctimas. Pero un abogado y un psicólogo me dirían que estoy haciendo una proyección. Que las víctimas tendemos a creer a quien se identifica desde el principio como víctima. Por lo tanto, para que me entiendan, si Carlos Vermut tuviera que ir a juicio (algo altamente improbable) y le tuviera que juzgar un jurado popular, a mí se me recusaría como jurado. Se entendería que yo no sería objetiva, que no podría serlo.

El sensacionalismo

Lo que sé es que el modo de presentar la noticia, justo el día de los Premios Feroz, y poniéndole el canutillo prácticamente en la boca a cada invitado o invitada a los premios que se pasea por la alfombra roja para preguntarles por Carlos Vermut, Ministra incluida, es sensacionalismo, no es denuncia. Y no creo que ayude a las víctimas.

En primer lugar, porque lo que esas víctimas necesitan es terapia y acompañamiento, no exposición. Y en segundo lugar porque en el muy improbable caso de que esta historia acabara en sede judicial, bien podría alegar el letrado de la defensa que se organizó tal campaña contra su defendido porque había una intención de inquina y venganza.

Y hablo de «muy improbable caso» porque ayer hablé con tres abogados penalistas, tres, dos de ellas mujeres, que me confirmaron que con lo que ha publicado El País no hay caso posible. Que lo habría solo si existiese un vídeo de lo que sucedió, o audios o conversaciones en las que el director de cine reconociera que efectivamente, practicó sexo sin el consentimiento de su compañera. Si en el caso de Hammer, en el que había muchas más pruebas que en el de Vermut, no se pudo probar nada, la verdad es que resulta difícil de creer que en el de Vermut se llegue a probar algo.

El doble rasero

Pero, hablemos de nuevo del doble rasero del que tanto hablo en los artículos de este blog.

  • El País no ha publicado nada sobre los cuatro casos, cuatro, que conocemos ya (tres en Galicia, uno en Barcelona) de mujeres agredidas por su compañero, al que ellas creían hombre, que descubren, cuando llegan a juicio, que su compañero legalmente es mujer (hizo el cambio registral tiempo atrás sin comunicárselo a ellas). Y que su compañero, ahora compañera, elude así una condena por violencia de género. Y que ellas se quedan, por lo tanto, sin orden de alejamiento ni justicia gratuita
  • El País muestra mucha empatía por las tres mujeres a las que supuestamente ha agredido Vermut (y dio «supuestamente» porque El País utiliza la misma exacta palabra, ya que sabemos que si no la utilizamos Vemut nos podría denunciar). Sin embargo, no muestra ninguna por Vanessa, asesinada, torturada y violada por su primo, Jonathan Robayna. Tampoco muestra ningún interés por las mujeres presas que tienen que compartir espacio con Lorena. Lorena es Jonathan. Jonathan cambió de sexo registral durante el juicio y actualmente está ingresada ( con «a») en una cárcel de mujeres. A El País el tema no interesa.
  • A El País le interesa poco el caso de la soldado Francisco Javier, que ha cambiado su sexo registral pero no su anatomía, que mantiene sus genitales intactos y funcionales, y que exige que le dejen cambiarse en el vestuario de mujeres. Pero mucho menos le interesa el de Vida , una mujer que antes era un hombre y se hacía llamar Inocente Duke. Hoy es mujer, según el registro. Pero conserva sus genitales intactos y perfectamente funcionales. Cuando Vida se presentó en el vestuario de un gimnasio, un vestuario en el que estaban una anciana de 88 años y dos niñas de 11 y 12 años, las mujeres le pidieron a Vida que abandonar el vestuario. Llamaron a la policía. La policía le ofreció a Vida que denunciara a esas mujeres por transfobia. El País no nos permite siquiera debatir sobre el riesgo de agresión sexual que corremos todas, todas las mujeres, con dicha ley.
  • A El País tampoco le interesan en general las cuestiones feministas si vienen de un sector del feminismo al que parece ser  que odia. En las mismas páginas de El País se ha llegado a utilizar la palabra «terfa» sin el más mínimo reparo. Terf o Terfa es un calificativo despectivo que se usa contra las feministas tradicionales, y que suele ir acompañado de amenazas.
  • Existe un director español mucho más conocido que Carlos Vermut que es intocable. Si ahora dicen que lo de Carlos Vermut era «un secreto a voces», lo de este director es un «secreto a gritos», por no hablar que se añaden entre las acusaciones que su productora hace cosas raras con el dinero. Sin embargo todos sabemos que de ese director no se puede hablar. Que este director está protegidísimo. Yo misma he hablado con actores y actrices que me han confesado que les humillaba, y que les vejaba. Una de ellas, lo recuerdo perfectamente, me decía lo mismo que dicen las chicas en el artículo de Vermut «es que si esto se sabe, yo no vuelvo a trabajar».  Sin embargo, en toda la profesión sabemos que de este hombre jamás se hablará.  Tampoco se hablará de un famoso político de izquierdas al que también le encanta el sexo duro y el BDSM y que también ha agredido a varias mujeres.
  • Carlos Vermut era una presa fácil. Sí, laureado y prestigioso, pero al fin y al cabo sus películas no hacían tanto dinero. Vivía (y creo que aún vive) en Carabanchel y no tenía muchas conexiones políticas ni de alto nivel. Con el otro director no se atrevería nadie,  Y si las chicas del artículo dicen que no se atrevían a hablar por miedo a perder su trabajo  supongo que entenderán que yo no me la voy a jugar a decir en voz alta el nombre de este señor. Pero mi impresión es que Carlos Vermut era una pieza fácil y otros no lo son.

El nepotismo del cine español

Y al hilo de lo anterior, Carlos Vermut obviamente no es el único. Simplemente ha sido la presa fácil, el blanco perfecto. La industria del cine en España está llena de comportamientos nepotistas como el que presuntamente es el modus operandi de Vermut, como lo demuestra el propio artículo, algunas de cuyas frases voy a ir comentando:

  •  «Dos de ellas tenían miedo de perder su trabajo y una de no conseguir uno”. “ Todas trabajan en puestos relacionados con el sector audiovisual y temen sufrir represalias»,«No lo denuncié porque era Carlos Vermut, relacionado con mi entorno laboral» ¿De verdad te cierras la entrada en TODA la industria audiovisual si señalas a un hombre famoso?
  • Conversación de WhatsApp que el artículo transcribe: « Me pego dos tortazos porque no se la quería chupar», «Ok, te piraste , supongo». Las dos chicas tienen alrededor de 20 años. Mi hija tiene 20 años. Le he preguntado a mi hija y a sus amigas. Ninguna reaccionaría así. ¿En qué entorno se reacciona con tanta frialdad cuando una amiga te escribe esto?
  • «17 personas, entre ellos productores, actrices, periodistas especializados, tres miembros del Festival de Cine de San Sebastián y una vocal de la asociación CIMA tenían constancia del relato». ¿ Me estás diciendo de verdad que 17 personas, 17, tenían constancia de la historia y que nadie hizo nada?
  •  «Me está escribiendo Carlos Vermut y me puede dar curro». «En lo laboral era su subordinada y le llegó a prometer un empleo». Yo trabajé desde los 18 hasta los 30 años (antes de dedicarme profesionalmente a la escritura). He sido camarera, azafata, intérprete, jefa de prensa, directora de comunicación… En un Barklays, en Teléfónica, en la Fnac… En esos diez años, nunca, nunca, jamás, obtuve trabajo por haber tenido sexo con una persona. No hizo falta. Presentaba un currículum y me sometía a una entrevista. Pero aquí ven el intercambio sexo- trabajo como algo normal. Tal y como te presenta la historia el artículo se diría que para meter la cabeza en el entorno audiovisual tienes que haber tenido sexo con alguien que ya esté dentro. Y desgraciadamente, en muchas ocasiones será así.
  •  «Una de ellas trabajaba para él y mantenía una relación laboral y sexual». Se entiende, por lo que cuenta, que en el entorno eso se sabía. En los entornos en los que yo he trabajado, se veía mal no, peor , que una subordinada se liara con su jefe. En numerosas empresas ese tipo de relaciones están prohibidas. No se prohíbe a nadie enamorarse , por supuesto, sí que se explicita que si esa relación se inicia, uno de los dos se verá obligado a dejar el departamento o la empresa. Sin embargo, El País nos dice que esto se ve como algo normal, que a nadie le sorprende y, por supuesto, que a nadie le escandaliza. Porque el nepotismo y la endogamia son piezas clave de la industria audiovisual.

En un entorno sano para  conseguir trabajo  se envía un currículum y se pasa una entrevista.  De eso trata la meritocracia, que es uno de los cinco ejes de la socialdemocracia. En todo el artículo se da por hecho que para conseguir trabajo en el entorno del cine hay que tener relaciones personales con alguien de poder. Y que basta con enfrentarse a un hombre en el poder para perder ese trabajo.

Me aterra que todos vean el dedo y nadie vea la Luna. 

Nadie se da cuenta de que en el artículo se habla de un sistema endogámico y nepotista. Un sistema en el que todo el mundo admite que, para conseguir trabajo, sí o no,  has de tener relaciones. Y en el que todo el mundo asume que atreverse a denunciar a un hombre te puede suponer no volver a trabajar más.

Hay que dejar claro además que Carlos Vermut no es un hombre particularmente poderoso. Es un director de prestigio, pero no es un director que haya hecho mucho dinero.  No es Bayona, ni es Almódovar, para entendernos. Si acusar a Carlos Vermút te puede suponer perder un trabajo, imagínate lo que supondría hablar de un productor importante. O de alguien mucho más cimentado.

Cuando hablamos de nepotismo y sus efectos, deberíamos discutir cómo se puede crear una cultura que sólo se preocupa por el éxito de un grupo selecto de individuos (varones, en el 99% ), que está conectados entre sí. Muchas personas del mismo círculo social que son influyentes, como directores, ejecutivos y productores, pueden elegir a sus empleados y empleadas, pero sobre todo empleadas, en función de si están dispuestas o no a ofrecer sexo, tal y como nos deja clarísimo el propio artículo. (Sí, señores, el acoso sexual y la violencia sexual también existe entre hombres gays). Lo que resalta no solo un machismo aterrador, sino también  una división y falta de perspectiva, diversidad y originalidad en estos espacios creativos, que deberían ser diversos y multidisciplinares.

Es vital hablar del nepotismo, especialmente cuando afecta a grandes industrias como la del cine. Hay cientos de hombres y mujeres en la industria del entretenimiento que se benefician del nepotismo, pero la mayoría no lo sabe. Por cada actor, actriz, script, productora o guionista que tiene sexo con alguien que le da trabajo, hay otro actor  actriz, script, productora o guionista que perdió ese trabajo porque no quiso tener sexo, y eso el artículo no lo deja claro.

El País demuestra que si te acosan en el mundo del cine has dado un salto sin red, no hay red de apoyo. A los hombres en la cima no les resulta difícil identificarse con muchos de los problemas que enfrentan las mujeres y, por lo tanto, no nos toman muy en serio. Sin embargo, las mujeres son igualmente culpables de discriminar a las mujeres. Se puede ser víctima a la vez que verdugo. Si en un campo de concentración una mujer recibiera pan de un carcelero, y esa ración extra de pan se la quitase a otro prisionero, ella seguiría encarcelada.

Olweuss, un autor que cito a menudo, al hablar del sistema del acoso, habla de que hay varios círculos. Uno es el del acosador, otro el de sus cómplices directos, otro es el círculo del silencio (quienes lo ven pero no hacen nada, en este caso las diecisiete personas que tenían , según el artículo, constancia directa de una violación) y por último está la superestructura, la estructura que permite que esto pase. En un colegio, estará el líder del grupo de acosadores, su círculo directo, los niños de la clase que lo saben pero no hacen nada, y luego el colegio que dice que eso no está pasando o son cosas de niños.

Conclusión: Cuando el dedo señala la luna, el tonto mira el dedo. Cuando sale un reportaje de El País, el tonto se queda solo con Carlos Vermut. El inmovilista, también.

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