THE OBJECTIVE
EL BLOG DE LUCÍA ETXEBERRIA

Cómo dejar de estar triste y cómo llevarte mejor con los demás: clínicamente testado

«Mi nuevo yo sabe que cuando te encuentras mal tienes que hacer lo posible por encontrarte mejor»

Cómo dejar de estar triste y cómo llevarte mejor con los demás: clínicamente testado

Mujer triste. | Pexels

De vivir nos consuela solo el arte.

En casi todos los  casos un o una terapeuta se presenta como una persona que, de alguna manera, está más allá del bien y del mal. El terapeuta, al parecer, no ha sufrido grandes dramas en su vida (y si los ha sufrido, no te los cuenta) y te habla desde una posición de sapiencia, ligeramente distante a veces. Él o ella sabe más que tú y te lo va a demostrar. La impresión que transmite es que sabe, y que sabe porque ha estudiado y ha desarrollado una práctica clínica, pero no porque haya vivido el problema en carne propia. Y, si lo ha vivido, no te lo dice.

Yo arrastraba muchos problemas desde la infancia. Problemas de todo tipo. Problemas que no puedo contar porque eso implicaría hablar de historias que incluyen a terceras personas cuya intimidad debo respetar. Pero digamos que yo no era una persona particularmente feliz. Yo hablaba de mis problemas en los libros y les entregaba mis problemas, de forma simbólica, a unas protagonistas que los vivían en un mundo alternativo, unas mujeres construidas a base de palabras que los solucionaban de la manera en la que yo hubiera deseado resolverlos. Nunca escribí novelas autobiográficas, pero sí que hacía lo que los franceses llaman roman à clef, novela en clave, un nombre que se aplica a aquellas novelas en las que ciertos personajes o situaciones representan, de una forma más o menos explícita (en mi caso, menos explicita que más), a personas o situaciones reales. La “clave” es la relación entre la ficción y la realidad. Siempre fui extremadamente cuidadosa para que no se reconociera a las personas en las que me había basado, pero todas las situaciones que se contaban en mis novelas eran reales. Reales hasta cierto punto, por supuesto, porque la literatura es como un tamiz que deja pasar ciertas cosas y retiene otras, y que de esta manera transforma todo lo que toca.

Escribir novelas, cuentos, poemas, guiones, me ayudaba muchísimo, porque el hecho de que mis protagonistas pudieran solventar simbólicamente situaciones que yo había atravesado me permitía a mí misma superar esa situación. Como decía Carlos Marzal, «De vivir nos consuela solo el arte, que es estar con la gente, sin la gente».

En muchos casos tomé una decisión al acabar un cuento o una novela, porque la persona que los protagonizó había encontrado la respuesta a mi problema en ese mundo alternativo que yo creaba con letras, y me había indicado el camino a seguir.

En la formación que recibes cuando estudias psicología, en determinadas asignaturas se te dice que debes mantener un perfil bajo y que no debes hablar de tus propias experiencias, que debes mantener una posición neutra tras mucha reflexión. Yo decidí no hacerlo y, en muchas ocasiones, compartí en privado experiencias con las mujeres y hombres que venían a mis talleres. Sentía, y siento, que si yo podía lanzar un cabo a estas personas que se estaban ahogando en un mar de dudas y de penas, no era solo porque yo tuviera carreras y hubiera recibido una formación tanto en psicología como en escritura terapéutica. La razón
principal por la que podía ayudar era porque, en la mayoría de los casos, yo estuve allí y ya he salido. No les podía sacar a rastras, pero podía indicarles desde dónde llegaba la luz para que ellas mismas iniciaran el camino de salida. Y, en muchos casos, el hecho de que ellas supieran que yo ya estaba fuera servía para que adquirieran la certeza de que la salida existía. Y de que encontrarla es mucho más fácil de lo que en general pensamos que es.

Todas y cada una de nosotras y todos y cada uno de nosotros podemos aspirar a llevar una vida serena y razonablemente feliz. Podemos aspirar a relaciones personales libres, plenas y sanas. Podemos aspirar a tener un trabajo razonable que nos guste, en el que nos paguen lo que merecemos y en el que no odiemos o temamos a nuestro jefe o a nuestros compañeros de trabajo. Podemos aspirar a no tener que escuchar desprecios y humillaciones por parte de nuestras familias de origen o de nuestras familias políticas. En resumidas cuentas: Podemos y debemos aspirar a la vida que nos merecemos.

Creo firmemente que el arte te puede ayudar a ser feliz. Los libros, la música, el arte plástico, el cine…Y también la naturaleza. En mis peores momentos en muchas  ocasiones  un concierto, la visita a una exposición, un libro, un paseo por el Jardín Botánico, me sacaron de un estado depresivo. Así que me gustaría aquí hablar de dos momentos impactantes que he vivido esta semana en relación al arte y de cómo podrían ayudarte a cambiar tu vida.

Del Jardín Botánico ya hablé una vez (en el artículo sobre Balenciaga).  Hace años, cuando estaba deprimida de verdad ( con una depresión clínica diagnosticada, no simplemente tristeza) iba a menudo al jardín por la mañana y me sentaba a meditar en un banco porque entonces solía estar vacío (ya no lo está, cosas de que Ayuso haya convertido a Madrid en una ciudad turística para bien o para mal).

La exposición Sherezade de Hanoos, en el Jardín Botánico

Está demostrado que pasar tiempo al aire libre ayuda a aliviar el estrés y aumentar el bienestar mental. La exposición a la luz solar y la naturaleza estimula la liberación de neurotransmisores que ayudan a reducir la ansiedad, la depresión y el trastorno afectivo estacional. Si quieres priorizar tu salud mental,  cuídate un poco haciendo un recorrido por un jardín público cercano.Un jardín terapéutico se define como un espacio donde se pueden realizar actividades ecológicas y de jardinería que abordan específicamente las necesidades psicológicas, espirituales, físicas y sociales de una persona. Exactamente eso es el Jardín Botánico.

La jardinería terapéutica no tiene por qué realizarse en un espacio de jardín tradicional: puede ocurrir en muchas áreas ajardinadas al aire libre, espacios verdes e incluso a través de actividades que se pueden realizar en un jardín público o en un parque abierto.

El Jardín Botánico está situado en Plaza Murillo, frente al Museo del Prado. El jardín fue fundado en 1755, por el rey Fernando VI, e instalado en la Huerta de Migas Calientes, cerca de lo que hoy se llama Puerta de Hierro, a orillas del río Manzanares. Contenía más de 2.000 plantas. En 1774 el rey Carlos III ordenó trasladar el jardín a su ubicación actual, con diseño de los arquitectos Francesco Sabatini y Juan Villanueva que organizaron el jardín en tres terrazas escalonadas, disponiendo las plantas según el método de Linneo. Su misión no era sólo exhibir plantas, sino también enseñar botánica, promover expediciones para el descubrimiento de nuevas especies vegetales y clasificarlas. En 1942 fue declarado Jardín Artístico.

Si usted va al Jardin Botánico se va a encontrar una exposición absolutamente preciosa que se ha situado en un lugar también bellísimo: Se trata del Jardín de los Bonsais y la exposición  se llama «Sherezade» de Hanoos, un egipcio residente en Madrid. Atención, porque hay que preguntar a la entrada cómo llegar a la exposición porque está un poco escondidita, pero merece la pena.

El método Sherezade: cómo llevarse bien con los demás

La historia de Las Mil y Una Noches cuenta cómo  el rey persa de todos los reyes, Shahryār, decapitó a su esposa tras descubrir que le era infiel. Abrumado por la ira, el monarca decidió vengarse de las mujeres, todas, tomando una nueva esposa cada noche y decapitándola a la mañana siguiente. Lógicamente la mayoría de las mujeres  solteras del reino huyeron o fueron asesinadas, hasta que solo quedaron dos: Scheherazade Y Dinarzade, las hijas del consejero real. El Sultán decidió casarse con Dinarzade, pero Sherezade se ofreció en su lugar, pues había  ideado un plan para salvarse a sí misma y a las futuras víctimas. Scheherazade insistió en casarse con el monarca y, en su primera noche juntos, le contó una historia, sin revelar el final. El rey le permitió vivir un día más para terminar su historia, y así continuó con sus cliffhangers durante 1.001 noches. (En realidad no fueron mil y una, decir mil y una en árabe es como decir «la tira de tiempo», y por eso hemos heredado en castellano la expresión «hacerte pasar las mil y una»). Finalmente, las historias de Scheherazade hicieron que el rey cambiara de opinión y se diera cuenta de las injusticias que había cometido.

Scheherazade, la narradora de los cuentos de Las Mil y una Noches, se ganó su lugar como una de las heroínas más astutas de la literatura mundial: consiguió que un asesino en serie se convirtiera en un rey justo y bondadoso.Y todas las historias narradas en Las Mil y Una Noches se cuentan en los cuadros de Hanoos. Si bien esta historia se desarrolló en la Edad de Oro islámica, Scheherazade podría considerarse hoy en día una psicoterapeuta . De hecho, Sherezade fue la primera terapeuta entrenada en terapia narrativa. Sí, sí, la terapia narrativa existe. Y es justo lo que inventó Sherezade, que, a través de técnicas de narración, despertó la curiosidad del rey, desafió su comportamiento y logró cambiar su visión de la vida.

La forma de intervención psicológica de Scheherazade se puede aplicar a diferentes situaciones. Muchos de nosotros nos encontramos en circunstancias difíciles que requieren influir en las personas y animarlas a cambiar. Pero alterar el comportamiento –o incluso la mente– de los demás puede resultar extremadamente difícil. Mediante el empleo del método Scherezade, podemos ayudar a las personas a identificar los obstáculos que les impiden vivir una vida plena. 

El método Scheherazade lo sistematizó Manford Kets de Vries e incluye siete pasos para llevarse bien con los demás e, incluso, hacerles cambiar de opinión.

1. No impongas tu punto de vista. Resiste la tentación de decirle directamente a otra persona el camino que debe tomar. Probablemente conseguirás lo contrario: que se resista. Scheherazade se dio cuenta de que el rey tenía defensas profundas y poderosas, y que vivía convencido de que sus actos de venganza estaban justificados dado el comportamiento de su desleal esposa. Enfrentarse frontalmente a estas creencias sólo las habría reforzado, haciendo mucho más difícil para él estar abierto al cambio. Y a Sherezade le habría costado la vida.

2. Mostrar empatía y ayudar a desenredar sentimientos ambivalentes. Escucha atentamente lo que dice la  otra persona y trate de ver las cosas desde su punto de vista.  Si llegas a comprender la fuente de sus preocupaciones e inseguridades, puedes ayudar a la persona a enfrentarlas y superarlas. Scheherazade derribó las defensas del rey mostrando una compasión genuina y demostrando que entendía por qué él actuaba de esta manera particular, incluso si no estaba de acuerdo con ello.  No le juzgó, no le confrontó. Narró historias, y  utilizó sus historias para  hacerle cambiar. Siembra una semilla de duda. Tienes que encontrar ejemplos relevantes para hacer que la persona dude y reconsidere sus valores y comportamientos existentes. La Biblia usa parábolas para convencerte. Sherezade hizo lo mismo. A través de sus historias, Scheherazade expuso al rey a emociones básicas como la felicidad, la tristeza, el miedo, el asco, la ira, el desprecio, la sorpresa, la vergüenza y la culpa. Ella lo guió hábilmente hacia estas revelaciones, camuflando el tema central del perdón en sus historias. Al hacerlo, introdujo dudas en la mente del rey sobre sus motivaciones y acciones.

4. Explica las consecuencias. Tienes que fijarte en el comportamiento de la persona con las que tratas. Scheherazade fue lista, y no se enfrentó al Sultán de forma directa. A través de la moraleja de cada cuento ilustraba los resultados desastrosos de personajes que se comportaban de una manera igualmente cruel. Sus historias le ayudaron al Rey comprender el vínculo entre la gratificación inmediata y las consecuencias adversas a largo plazo. El Rey entendió que se iba a quedar solo y sin reino. 

5. Aprovecha el poder del judo psicológico. No discutas. En lugar de ello, trate a la persona de una manera amable y aparentemente discreta.Scheherazade era una experta en judo psicológico,  incluso cuando la palabra ni se había inventado. El judo psicológico consiste en moverse con, y no en contra, lo que sea necesario abordar para derribar las defensas de la otra persona e influir en el resultado. Cuando un judoka desequilibra a su oponente, tiene la oportunidad de influir en el siguiente movimiento.El judo psicológico puede ser una forma muy eficaz de  hacer que las personas cambien de opinión.

6. Empodera y apoyar su transformación. Anima a la  otra persona a explorar sus propias ideas y ayúdale a identificar comportamientos o perspectivas alternativas. Para facilitar el proceso de transformación, Scheherazade enfatizó la autoeficacia: la creencia de una persona en su capacidad para completar una tarea o lograr una meta. Esto ayudó a aumentar la confianza del rey en su capacidad para cambiar.

7. Guía, pero no impongas. De manera muy respetuosa, debes ayudar a la persona a sopesar las distintas opciones y debes confiar siempre en su capacidad para implementar y gestionar cualquier cambio por sí misma. Nunca, jamás, te debes imponer. Scheherazade no le dijo directamente al rey qué hacer, sino que lo ayudó a asumir la responsabilidad de sus acciones y a ser dueño de encontrar una solución. Es decir: que incrementó su autoconciencia y su autoeficacia. Incluso si no tú  tienes la intención de cambiar a alguien,  siempre puedes alentarlo a examinar profundamente sus valores, prioridades, intereses, sentimientos, estados de ánimo, deseos, sueños, miedos y aprensiones. Escucha, escucha mucho, y pregunta. Ese es el camino.

La música te cambia la vida. El Aviado Dro y el programa en espiral

A veces una amiga te puede sacar de una situación de tristeza. Eso me pasó a mí el sábado. Estaba yo en casa rumiando mis problemas (estoy enferma, tengo problemas de dinero, me siento vacía blablablabla) cuando me llamó mi amiga M. Y me propuso que fuéramos a ver el concierto del 45 aniversario de Aviador Dro. Yo no quería ir. Mi yo antiguo no hubiera ido. Mi nuevo yo sabe que cuando te encuentras mal tienes que hacer lo posible por encontrarte mejor, por salir de la espiral autoreferente de rumiaciones en la que te metes. Así que fui. Y me encontré con un concierto maravilloso.

Entre las muchas canciones míticas de este grupo mítico está una que fue la banda sonora de mi adolescencia. «Programa en Espiral». Yo nunca entendí muy bien la letra. Pero un programa en espiral es, precisamente, lo que crea la depresión. En el contexto de la salud mental, el patrón de pensamiento en espiral (el programa en espiral) se refiere a un ciclo de pensamientos negativos que pueden intensificarse y volverse abrumadores. El pensamiento catastrófico, cuando imaginamos los peores escenarios, a menudo está relacionado con una espiral de pensamientos que se enreda en sí misma. Algunos de nosotros experimentamos una espiral de pensamientos: un pensamiento molesto lleva a otro, y luego a otro, sin un final a la vista. Esto es lo que me hubiera sucedido a mí si me hubiera quedado en casa. Sorpresa. En el concierto descubrí que la canción «Programa en Espiral» es una declaración de amor. Que le dedicó Servando a su novia, con la que lleva 45 años de relación. Que no habla de una depresión sino de todo lo contrario. ¿No es maravilloso y no es una metáfora de la propia vida que lo que algunos asociamos con depresión otros asocien con amor?

M. y yo queríamos ver a Depeche Mode cuando vengan a Madrid, pero las entradas cuestan 100 euros. Y la verdad, probablemente me lo pasé mejor en el concierto de Aviador Dro, que le costó 22 euros a M. El concierto no tuvo un fallo, sonó como si estuviéramos en un estadio, el público estaba entregadísimo, nos hicimos muchas risas y mi tristeza se disolvió en música.

Las intervenciones basadas en música constituyen una intervención no farmacológica importante utilizada en el tratamiento de trastornos psiquiátricos y del comportamiento, y se ha observado un efecto curativo obvio sobre la depresión. Metanálisis diversos han informado de un efecto evidente de la musicoterapia en la mejora de la depresión. Hoy en día, está ampliamente aceptado que las intervenciones basadas en la música se dividen en dos categorías principales, a saber, musicoterapia y medicina musical. Según la Asociación Estadounidense de Musicoterapia (AMTA), «la musicoterapia es el uso clínico y basado en evidencia de intervenciones musicales para lograr objetivos individualizados dentro de una relación terapéutica por parte de un profesional acreditado que ha completado un programa de musicoterapia aprobado». La música cura la depresión, va en serio. Así que cuando entres en un programa en espiral no te quedes en casa, y sal con tus amigas a un concierto o a bailar.

«Dios nos ha dado la música para que sobre todo nos lleve hacia arriba. La música une todas las cualidades: puede exaltarnos, divertirnos, animarnos o romper el corazón más duro con el más suave de sus tonos melancólicos. Pero su tarea principal es conducir nuestros pensamientos a cosas más elevadas, elevarnos, incluso hacernos temblar… El arte musical habla a menudo con sonidos más penetrantes que las palabras de la poesía, y se apodera de los hendiduras más recónditas del corazón… El canto eleva nuestro ser y nos conduce al bien y a la verdad. Sin música, la vida sería un error».

Friedrich Nietzsche

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