No me gusta ser una zorra
«Este Gobierno a las mujeres de cincuenta años nos deja tiradas en la calle, así que no me vengan a ustedes a enviar chorraditas a Eurovisión»
¿Rompedores?
Ayer vi un tweet que decía algo así como «nos vamos a quedar en el puesto 26 de Eurovisión pero a mí no me importa porque la canción es muy divertida». Fantástico. La canción es muy divertida. No piensen ustedes de que yo no soy ninguna aguafiestas ni ninguna derramaplaceres y que la bailaré y la corearé este verano en las fiestas de La Paloma, porque no dudo que en las fiestas de La Paloma va a ser el gran hit. Tampoco dudo que será el gran hit en las discotecas, en las verbenas y en los autos de choque. Y que la escucharemos en politonos y que los niños la bailarán. Ya estoy viendo a niñas de ocho años en TikTok cantando y bailando Zorra. Y a sus madres encantadas.
Y no, no hemos mandado nada especialmente rompedor. No se preocupen ustedes, porque sí que nos dejarán ir a Eurovisión y cantar Zorra, ya que «zorra» no es un insulto. Si van a ustedes al diccionario de la Real Academia de la Lengua verán que zorra es un mamífero, también es la hembra de esa especie, también es un carro para transportar pesos pesados, también es una persona astuta, también es una borrachera, también es un remolque… ¡ah! y también es una prostituta. Habría que ver si llamarle a alguien prostituta es un insulto o simplemente es estar describiendo su situación.
Pero bueno… a lo que iba, que no se preocupen ustedes, que podemos cantar Zorra en Eurovisión sin el menor problema.
Lo obsceno
Obsceno es aquello que se queda fuera de la escena. Esa y no otra es la etimología de la palabra: obsceno es aquello que no se debe enseñar. Hace cuarenta años no hubiéramos enviado a Eurovisión a unos señores en corsé, tacones y collar de perro. Eso se hubiera considerado obsceno. Era algo que no debía verse, que no debía enviarse a Eurovisión. Cuando en 1992 Madonna sacaba en sus giras a hombres en corsé y tacones y arrastraba, creo recordar, por el escenario a un chico de una correa, eso era tremendamente rompedor y atrevido. Cuando en el vídeo de Deeper and Deeper se veía a al actor porno Joey Stefano a cuatro patas por el suelo mientras le arrastraban de una correa aquello era súper provocador y rompedor, hasta tal punto que es el vídeo fue censurado en medio mundo. Pero that was then and this is now. Aquello era 1991 y hoy estamos en 2024.
La canción habla de una zorra de postal y lo que nos enseñan es una postal. Ya no vemos nada de escandaloso ni censurable en los coristas de esta chica. Total, ya hemos visto a Sam Smith y a sus coristas en corsé y tacones ni se sabe la de veces y a Amaral enseñando las tetas, y a Itziar Castro enseñando las tetas, y a Rigoberta Bandini cantando detrás de una teta enorme. Cuando en 1992 Madonna se paseó con un corsé enseñando el pecho desnudo en un desfile de Gaultier eso era rompedor. Ahora no lo es, ahora es mainstream. Como mucho, sería provocador que sus coristas tuvieran sexo sobre el escenario. Y bueno… que eso en las salas alternativas de Lavapiés ya estamos hartas de verlo.
El ageísmo
Me dicen que es un hito y que es enormemente rompedor que enviemos a una mujer de 50 años a Eurovisión. En parte lo es, la verdad. Pero quizá eran mucho más rompedoras Las Supremas de Móstoles que realmente aparentaban su edad. A primera vista esta mujer aparenta a treinta y cinco o cuarenta años. Vale, que quizás si uno se fija mucho se da cuenta de que tiene más, pero mucho habría que fijarse. En todo caso cuando las personas usan botox es muy difícil acertar la edad verdadera.
Yo voy todos los días a hacer la compra al supermercado. Las cajeras tienen todas alrededor de cincuenta años. Cuando quieran se vienen a mi barrio y les enseño cómo luce una mujer de 50 años que no tiene dinero para ponerse botox ni tiempo para pasarse la vida en el gimnasio. No, no luce como una zorra de postal. Les recuerdo que la menopausia engorda y que incluso a la mujer que ha sido delgadísima en su adolescencia y juventud pierde esa figura a partir de la menopausia, a no ser que se someta a una estricta dieta y a un régimen espartano de ejercicios.
O sea, sí, que enviamos a Eurovisión a una mujer de cincuenta años, pero ¿cuenta como rompedor enviar a una mujer de 50 años que no aparenta sus 50 años? Aun así yo me alegro muchísimo de que enviemos a una mujer de 50 años, faltaba más. Pero creo que hemos perdido una enorme oportunidad al no enviar a St Pedro porque St Pedro es un músico de tres pares de narices y la canción era excepcional. En fin… para gustos colores.
Ustedes y yo sabemos que hemos enviado esta canción por una cuestión política. La NI-Bebé (*) se asocia a causas como el feminismo transversal o feminismo queer o feminismo transgenerista o como ustedes lo quieran llamar y se ha convertido en portavoz de los derechos LGTBI, derechos que nos aseguran que están en peligro. Pero yo les pregunto a ustedes (como persona bisexual que soy y como la primera persona en España que ganó un premio literario con un libro protagonizado por lesbianas) ¿qué derechos no tenemos las personas de opciones sexuales minoritarias en España?
De hecho en el Rainbow Index, el ranking de países a los que es más seguro viajar cuando perteneces al colectivo, estamos colocados los cuartos. Los cuartos entre cuarenta y nueve países. Y el ranking lo ha hecho ILGA, una organización no sospechosa de ser de derechas precisamente. Se nos considera uno de los países más seguros del mundo y con menos agresiones. Y en la categoría hate crime somos de los que puntuamos más bajo. Es decir, que somos uno de los países de Europa con menos agresiones a población LGTBI.
Pues bien resulta que nos consideramos súper modernos porque enviamos a Eurovisión a una señora estupendísima de cincuenta años flanqueada por unos coristas en corsé y tacones a Eurovisión. Pero en este mundo traidor nada es verdad ni mentira sino que todo según el color del cristal con que se mira. Resulta que en España la gran mayoría de los trabajadores autónomos mayores de cincuenta años son mujeres. Y lo son porque a partir de cierta edad, precisamente a partir de los 45, ya nadie te contrata y te tienes que hacer autónoma, quieras o no. O trabajar en negro y en precario. Pues nada, que somos tan modernos que si una autónoma se queda sin trabajo no tiene derecho a paro. Yo empecé a trabajar a los 18 años y tengo 57… casi 40 años cotizando. Pero no tengo derecho a paro si me quedo sin trabajo. ¿Sabe a quién le quiero llamar zorra yo? A Yolanda Díaz.
Una de cada cuatro mujeres mayores de 45 años está en paro porque en España no se contrata a mujeres mayores de 50. Las enviamos a Eurovisión, sí, porque somos muy modernos, pero no las contratamos.
Ahora vamos a los derechos LGTBI
Como digo, España es el cuarto país del Europa, entre 49 países, con más garantía derechos al LGTBI. Y el sexto país del mundo, entre 175 países, con más garantías de derechos LGTBI, según el informe Williams. Un hombre gay en España, y digo un hombre gay porque si uno se paraba a mirar quién estaba coreando en el Festival de Benidorm eran todos hombres gays y había muy pocas mujeres…. Un hombre gay en España, digo, no tiene mayor problema a la hora de encontrar un trabajo, de poder decir en su trabajo que es gay o de besar a un chico por la calle. Sí, siempre es posible que reciba alguna miradita si va cogido de la mano de un chico en un pueblo como Bollullos del Condado. Pero en un pueblo como Bollullos del Condado tampoco es que una mujer lo tenga muy fácil. Y en España ya no hay tantos pueblos como Bollullos del Condado.
Un hombre gay en España tiene otro problema, que es precisamente la hipersexualización y el hiper consumo sexual.
El neoliberalismo impone el hiperconsumo y el hiperconsumo se extiende también a la esfera sexual. Un hombre gay joven en España suele ser adicto al Grinder, y suele tener un mandato interno que le dice que tiene que follar cuanto más mejor y que si no folla mucho es un amargado y un fracasado. Que él vale más cuanto más sexo tiene, que su valor de mercado se mide en la cantidad de parejas sexuales que pueda obtener. Esta obsesión por el hiperconsumo sexual distancia al individuo posmoderno de su propio placer y le convierte en un adicto, en un consumidor de cuerpos y experiencias, en un autómata que ondea una banderita de colorines, alienado en los requerimientos y exigencias del discurso ideológico oficial.
Ya no es el dueño de su cuerpo ni de su gozo, porque la experiencia plena de la sexualidad requiere tiempo y dedicación. De modo y manera que si tú vas saltando de cuerpo en cuerpo como si fuera un juego de la oca y aplicas una dinámica capitalista a tu esfera más íntima, lo que acabas es cayendo en un pozo de depresión y ansiedad. Esto se lo podría contar mi amigo Alfred Martínez que es un psicólogo especializado en adicciones y en colectivo LGTBI. Las historias que cuenta son desoladoras.
Y precisamente este vacío existencial es el que le lleva a consumo de drogas. No me voy a extender en la infinidad de estudios que prueban de que el consumo de drogas es más alto entre hombres gays. Les bastaría a ustedes teclear «consumo sexualizado de drogas entre población LGTB» en Internet y ya se hartarían de leerlo.
Según el informe que acaba de publicar el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanía, España es el país con más prevalencia de cocaína de Europa. Un 12% de los españoles consume cocaína. Mientras usted me lee, tres millones de personas consumieron cocaína ayer, sábado noche, en España. Según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ‘Health at a Glance 2023′ realizado con datos de 2021, España está a la cabeza de consumo de alcohol en el mundo y es la tercera consumidora de cocaína del mundo.
Esos gays que se vuelven locos cuando ven a un chico guapo con un collar de perro un corsé y unos tacones perreando en un escenario son esos gays que hacen fiestas de chemsex y que no saben salir por la noche sin beber y esnifar. Son esos gays que acabarán en la consulta de Alfred completamente destrozados y que habrán perdido ese fantástico trabajo que tenían, porque el lunes por la mañana no pudieron presentarse a cuenta del bajón de las drogas y el alcohol.
La población LGTBI tiene un mayor riesgo de sufrir depresión, consumir drogas y tener comportamiento suicida que la población heterosexual. En un metaanálisis de 25 estudios publicados sobre orientación sexual y salud mental, un equipo de investigadores británicos demostró que los hombres homosexuales, las lesbianas y las personas bisexuales eran por lo menos un 50% más propensos que los heterosexuales a haber padecido depresión o trastorno de ansiedad. El estudios se publicó en
BMC Psychiatry, y se ha replicado en infinidad de estudios desde entonces. La población LGTBI sufre un alto riesgo de adicción al alcohol u otras drogas y son dos veces más propensos que los heterosexuales a haber intentado suicidarse alguna vez.
Y esto tiene que ver con dos factores, entre otros: la sensación de sentirse diferente cuando uno es niño o adolescente y el hiper consumo sexual. Probablemente haya muchos más factores implicados, pero este no es espacio para analizarlos todos.
¿Un himno?
De forma que ayer estábamos enviando un himno a la alegría que en realidad era un himno ideológico, porque todos sabíamos bien que si España había decidido enviar a una mujer flanqueada por dos hombres en corsé y tacones es porque España ahora mismo tiene a un Gobierno posicionado ideológicamente, en un punto en el que sabe que gran parte de sus votantes son población LGTB y mujeres. Pero en realidad no nos ofrece nada.
Vuelvo a repetir que yo he cotizado desde los 18 hasta los 57 años 40 años de mi vida trabajando y no tengo derecho a paro (Yolanda Díaz, eres una zorra). Este Gobierno a las mujeres de cincuenta años nos deja tiradas en la calle, así que no me vengan a ustedes a enviar chorraditas a Eurovisión.
Este Gobierno que se presume tan tolerante con la población LGTB no hace nada en realidad por atajar los problemas de salud mental y de adicción entre la población LGTB, que en nuestro país son particularmente sangrantes, así que no se me presuman de modernos.
Esta España mía, esta España nuestra, en lugar de intentar combatir el estereotipo de gay hipersexualizado y entregado al hiperconsumo sexual, nos lo refuerza. Y también nos refuerza el estereotipo de que una mujer de 50 años debe ser bella si quiere triunfar y que la mujer de 50 años normal y corriente, la que tiene arrugas y es gorda es obscena: obscena en el sentido de que debe salir de la escena.
Sí es una zorra de postal, porque la postal es muy bonita, pero la realidad es otra.
Por lo demás hago constar a Nebulossa que no tengo nada en contra de su canción, que les reconozco que la canción es súper pegadiza y mega comercial, que soy perfectamente consciente de que ellos no son culpables de la instrumentalización de nada. Que ellos estaban tan contentos en su pueblo (Ondara) cuando decidieron enviar el tema y que este artículo ni les va a ir ni les va a venir. Que sinceramente, y de corazón, les deseo lo mejor en Eurovisión, y que ya repito que soy la primera que cantaré y bailaré y corearé la canción en las fiestas. Que no soy ninguna ceniza cascarrabias, en serio, muy al contrario, que soy de las que salen a tomar una caña con un amigo a las ocho de la tarde y acaban llegando a las ocho de la mañana nadie sabe cómo ni por qué.
Pero lo cierto es que no quiero que me vendan esta canción y esta escenografía como algo rompedor. No lo es. Es comercial. No es más que un estereotipo reproductor de clichés. Y esos clichés en demasiadas ocasiones nos hacen daño, nos roban el bienestar espiritual, la conexión con nosotras mismas y la salud mental.
(*) neo izquierda brilli brilli